El precio de lo invaluable

Santiago Valdés
Santiago Valdes
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7 min readApr 26, 2017

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A mis cortos 22 años de edad todavía no he encontrado alguien que no disfrute de la música. Sí, incluyo reggaeton (no me odien). Sin embargo, no ha sido muy difícil encontrar gente que la valora pero no la aprecia (de ponerle precio).

“Como si no hubieran otras opciones gratis para mí.”

Esto es lo que me imagino pasando por la mente del organizador del evento mientras leía el mensaje de nuestra aceptación y honorarios para que Budget fuera la banda de apertura para su artista importado de Estados Unidos. Al parecer olvidó agregar en su invitación que el evento era sin paga. Su respuesta casi inmediata, parafraseada, fue:

“Entendemos lo de su cuota. Pero como pueden ver, cobramos poco por la entrada. Y con los gastos de avión, comidas, traslados, hotel, e interpretación del artista, lamentamos no poder cumplir con sus exigencias. Muchas gracias.”

No sé qué opinen ustedes. Pero, tomando en cuenta que nuestra cotización fue realmente modesta, yo veo dos problemas principales (y muchos otros secundarios) con esto:

1.Subvaluación del arte

Si bien bajar música y películas informalmente es el pan de cada día para muchos, me parece increíble que siga siendo bien visto pedir interpretaciones gratuitas en vivo. Es de ahí que el músico obtiene la mayoría de sus ganancias. Hasta John Mayer estaba “regalando” el disco con el boleto, argumentando que gana de giras y mercancía vendida, no tanto de discos.

Reflexionemos algunos argumentos comunes para dejar al músico sin paga:

“Ahorita no son nadie, pero cuando sean alguien ya pueden cobrar.”

Tal vez sería ese el caso cuando nosotros tocamos puertas para poder mostrar nuestro repertorio en diferentes escenarios (entiéndase: “pedir el favor de presentarse”). Pero cuando alguien nos busca -ya sea por referencias, por habernos escuchado antes- y decide que somos adecuados para su espectáculo, para esa persona, ya somos alguien. De la misma forma en la que el taquero que nos recomendó nuestro amigo, el mesero que contratamos para la boda, o el diseñador gráfico que encontramos en Instagram ya captaron nuestra atención y nos causaron querer pedirle un servicio. ¿O a poco considerarían correcto buscar a un programador para que haga una página y decirle que como no es Mark Zuckerberg todavía, no puede esperar ganar de ello?

“Pero es diferente. El taquero gasta en ingredientes. Los músicos ya tienen los instrumentos que usan para mi evento. Solo es subirse a tocar.”

Créanme que muchos músicos quisiéramos que nuestros instrumentos tuvieran un consumo y desgaste tan fácil de estimar como unas tortillas. Lamentablemente, es difícil para nosotros cuantificar y cobrar lo que conlleva comprar, cuidar, mantener, y reponer instrumentos. Claro, poniendo atención a los gastos en el instrumento es fácil documentar costos; pero esto toma tiempo, y hay muchas causas de variaciones impredecibles. Además, incluso logrando un número justo, es otra tarea justificarlo ante los que desconocen o son indiferentes a ello.

¿Han visto bateristas romper baquetas, platillos o parches de tambores? ¿Han visto guitarristas/bajistas romper cuerdas y echar a perder cables, o llevar su guitarra a mantenimiento? Sí, eso también tiene su costo. Y los instrumentos no solo se desgastan; algunos se vuelven inservibles y hay que reemplazarlos.

“¡Qué más quisiera que pagarles, de verdad! Pero el presupuesto no alcanza porque no sabemos cuánta asistencia habrá/ tenemos otros gastos/ apenas estamos lanzándonos.”

Esto es un poco ofensivo. Si se consideraron todos los gastos proyecto, y pudieron enlistarlos para ver si había negocio, ¿olvidaron el “pequeño detalle” del costo de la banda que abre, antes de poner su precio? Si no nos cuentan para el presupuesto, no alcanzará nunca para el servicio. Por ende, no se debe contar con esa amenidad. Y escuchen: se vale prescindir de ella. Nosotros como músicos no le dijimos a nuestros maestros: “Ahorita no tengo para pagarte las clases, pero si llego a ser famoso, ya tendré con qué.” O nos alcanzaba para las clases, o nos las arreglábamos solos.

Ahora bien, se entiende que no siempre el organizador puede pagarlo, pero sí quiere hacer el intento. ¿Qué hacer entonces? Está la opción de invitar a los músicos como socios, para darles una parte proporcional previamente establecida de las ganancias, como en cualquier negocio y casi cualquier otra industria.

2.La probable interpretación de nuestra “cuota” como una “necedad”

Mi abuelo decía: “no hagan favores que no les pido”.

Gente, dejemos de considerar de cajón nuestra plataforma como “un favor” para el músico/artista. Si obtenemos un beneficio, es algo que vale para nosotros. Y lo que vale, en este mundo cuesta.

Claro, no por ser músicos somos egoístas; de vez en cuando se vale pedir el favor a alguien de confianza. Pero en este caso, la desconocida persona que nos contactó no tardó 5 minutos en cancelar su oferta, a pesar de nuestra flexibilidad y bajo precio. Él no se quiso complicar con las “exigencias” (su palabra) de la banda, y seguramente siguió con su tarea de encontrar a quien lo haga gratis.

Ser músico para muchos es la fuente única de ingresos; y para otros, una de ellas. Pero en ambos casos, cuando se está contratando a alguien con fines de lucro o como servicio, este servicio es profesional. No estamos buscando presumir que ganamos dinero de la música, ni alimentar nuestro ego, hay costos involucrados. El músico gasta:

  1. Dinero en clases e instrumentos en varias formas y en cantidades muchas veces importantes.
  2. Horas de dedicación en mejorar para poder aprenderse y ejecutar las canciones que solicitamos. El tiempo es oro.
  3. Dinero en gasolina, ubers, camiones, taxis, y tiempo de sonorización para el evento.
  4. Cuarto de ensayos y traslados a los mismos.

Esto es lo básico, por nombrar algunas que aplican al músico. Cualquier artista podría estar haciendo muchas otras cosas más sencillas que le generen un ingreso fuera de asistir a nuestro evento de forma gratuita. Si lo que buscamos es vender nuestra puesta como oportunidad para ganar experiencia, mejor buscar gente a la que le falte.

Conclusión

En un país en el que no es raro que la gente se queje de lo que pone la radio y de cómo la oferta artística está “pa’l perro”, me sorprende la carencia de apoyo a las artes. “Ley de la oferta” dirán algunos, mientras pelean hasta dar cerveza de cortesía a la banda. Entonces ¿supongo que está bien que en otros países se explote personas para hacer ropa en condiciones precarias? Digo, ellos también quieren hacerlo, no son esclavos, ¿verdad? Estoy hablando de cómo deben ser las cosas, la realidad ya la conozco.

Si algún día tienen oportunidad de hablar con artistas que “la hicieron” o “intentaron pero no se les hizo” en las artes en México, se darán cuenta de lo verdaderamente complicado que es, y el respeto que se necesita dar para tener esa calidad de oferta que codiciamos de otros países. Porque talento no nos falta, pero el medio es muy limitante.

A los que “explotan” el trabajo del músico:

Cuando el artista les pida un favor de nivel profesional, ¿lo harán? ¿Van ustedes a ser su manager, organizadora de eventos, o agente publicitario de forma gratuita? Si la respuesta es , invito a ofrecer esto como paga, sin esperar a que lo pidan. Si la respuesta es no, entonces, ¿qué estamos haciendo?

A los que quieren crecer como artistas profesionales: tu disciplina, tu tiempo y tu dedicación valen. Tú también influyes en la apreciación justa del servicio que ofreces. Como en cualquier negocio, es saludable hacer un análisis de los costos y gastos para saber el precio que se le pone al servicio. Así como también es práctica común preguntar e investigar en tu localidad sobre los costos estándares para los servicios que ofreces, para tener una buena idea del ingreso que puedes percibir por ellos.

Yo sé que a veces puede ser difícil “corromper” algo tan invaluable como la música con cuotas y costos. Pero es una realidad que impulsa las artes, y al final tener ese incentivo genera mucho crecimiento de talento y economía. La industria de la música es muy redituable, pero solo una fracción de las ganancias le llegan al músico, por lo general. Un músico de tiempo completo puede tener mucho mayor desarrollo y alcance que uno que toca en tiempos libres de su otro trabajo. Y este alcance va a lograr plantar mucho mayores semillas que, en el medio correcto, pueden estimular a la cultura, la economía e, incluso, a nuestro ser.

Imaginemos que nos privaran del arte en nuestras vidas. ¿Cuánto pagaríamos por recuperarlo?

***Artistas: Los invito a poner frases de sus experiencias que ilustren la realidad de la actitud ante este tema (como el mensaje de nuestro rechazo).***

Si disfrutaron de este escrito, los invito a compartirlo y a divulgar lo que promueve.

Love,

Santi.

Para conocer las intenciones del autor con sus escritos, lee la primera entrada: ¿Qué pretende este blog?

Referencias:

Si gustan conocer más de Budget:

https://open.spotify.com/artist/0NM3S9P47AkPy7fSMrH6Q5

www.facebook.com/budgetband

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Santiago Valdés
Santiago Valdes

Management Consultant and lifetime Drummer, passionate of the different forms of expression and the everlasting social instrospection and improvement.