UX aplicado al desarrollo del emprendedorismo en Argentina
Este ensayo es un acercamiento a esta fantástica disciplina. Intento hacerme algunas buenas preguntas a partir de mis primeras lecturas de Don Norman, Alex Wright, Kim Goodwin y algunos más.
El ejemplo de Silicon Valley
y el rol del estado
El impacto de un ecosistema emprendedor virtuoso tiene resultados profundos en el desarrollo de un país y su economía. El ejemplo más claro de esto es el paradigma de Silicon Valley, en Estados Unidos. La localidad de San Francisco es sede de muchas de las empresas de tecnología más importantes del mundo: Google, Ebay y Facebook son sólo algunas de las que comenzaron como start-ups y ahora dirigen sus operaciones desde el valle convertidas en corporaciones. Aunque difícilmente pueda ser duplicado, muchos países y ciudades lo están intentando. Una pregunta fundamental es de qué manera crear innovación, cuáles son las características que deben darse para que ocurra, de qué manera identificarlas y cómo impulsarlas. ¿Es acaso una quimera intentar ser el próximo Silicon Valley? ¿Cuál es el rol que el estado debe adoptar para impulsar el desarrollo? Tomando en cuenta al estado como oferente de servicios y a los emprendedores locales como los usuarios de un sistema que estimule la innovación, tenemos muchas herramientas que pueden ser aplicadas desde la perspectiva de Design Thinking y Diseño de Experiencia de Usuario con el objetivo de expandir y estimular la base de emprendedores en Argentina.
Existen iniciativas que están llevándose adelante para replicar la economía generada en Silicon Valley
Existen iniciativas que están llevándose adelante para replicar la economía generada en Silicon Valley. En el hemisferio norte el Plan de Acción de emprendeurismo 2020 de la Unión Europea y el programa Startup-Visa canadiense lanzados en 2013 para atraer talento y financiar ideas de negocio innovadoras son algunos de los proyectos más ambiciosos. En sudamérica, Chile está a la cabeza con su programa Start-Up chile, que selecciona trescientos proyectos anuales para atraer talento e intentar la creación de un ecosistema emprendedor local y, en Argentina, tenemos iniciativas como Fonsoft desde el gobierno nacional y BA Emprende, desde el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que tímidamente buscan impulsar el desarrollo tecnológico innovador de base emprendedora como política de estado.
Una guía para
generar innovación
¿Cómo se genera la innovación, entonces? Al parecer, compartimos ciertas características generales como especie. “La concentración social, parece, es el motor de la innovación, la densidad poblacional parece determinar la velocidad del cambio tecnológico y las poblaciones en donde los individuos tienen mayores oportunidades de observar a otros en acción muestran una mayor diversidad de habilidades aprendidas”, dice Alex Wright en su obra Glut. Las políticas mencionadas más arribas son, al menos, un puntapié inicial: inyección de capital para que surjan nuevos emprendedores y que comience a girar la rueda. En el caso de Argentina, la cantidad de emprendedores es alta, pero se presentan algunos cuellos de botella, como el acceso a financiamiento indicado por el Reporte del Ecosistema Emprendedor de la Ciudad de Buenos Aires de 2014.
En el caso de Argentina, la cantidad de emprendedores es alta, pero se presentan algunos cuellos de botella, como el acceso a financiamiento.
Fuente: Reporte del Ecosistema Emprendedor
de la Ciudad de Buenos Aires 2014
En el User Experience White Paper resultado del seminario de Dagstuhl de 2010, se afirma que el diseño de experiencia de usuario está arraigado a un contexto social y cultural único. Es decir que toda información proveniente de otro sistema (tomemos en cuenta el caso de Silicon Valley) podría ser tomada meramente como información cuantitativa, de referencia inicial para analizar ciertas características, pero de ninguna manera determinante para crear un sistema diseñado específicamente para el contexto argentino. Como afirma Kim Goodwin en su obra Designing for the digital age, los métodos cualitativos son generalmente mucho más efectivos para entender el comportamiento del usuario y cuáles son los factores que lo afectan. Es fundamental, entonces, mirar para adentro y conocer a los propios usuarios, los emprendedores argentinos y los organismos y asociaciones que participan en el desarrollo tecnológico. Como se afirma en An introduction to design thinking-process guide, del Instituto de diseño Hasso Plattner, en Stanford: “No es encontrar la idea correcta, sino generar el rango de posibilidades más amplio”.
“No es encontrar la idea correcta, sino generar el rango de posibilidades más amplio”
En una publicación del MIT Tech Review de julio de 2013 titulada Silicon Valley no puede ser copiado, se expone que, siguiendo el método de 1990 del profesor de Harvard Michael Porter para crear centros de innovación regionales, ningún país y ni siquiera otras regiones de Estados Unidos, lograron duplicar el modelo del valle. Las claves eran, según Porter, tomar una universidad de referencia, conectar compañías con cercanía geográfica y dar beneficios en los costos a las distintas industrias. Información cuantitativa que podemos tomar en cuenta para el caso argentino. Sin embargo, el diseño de experiencia de usuario está basado en humanos. Es más importante que la preocupación central del diseño sean las personas y, para llegar a buenos resultados, diseñar tomando en cuenta sus ideas, opiniones y sentimientos. La copia solo resultaría en un intento por forzar la máquina.
“Para resolver un problema primero tenés que entenderlo”
“Para resolver un problema primero tenés que entenderlo”, dice Goodwin. En lugar de dar por supuesto que ciertas políticas pueden generar innovación, un enfoque basado en entrevistas a los actores principales relacionados al sistema que está siendo diseñado (emprendedores y ministerios en nuestro caso) pueden dar el inicio a una serie de pasos para comenzar a probar ideas. Empatizar, definir, idear, prototipar y probar; los cinco pasos explicados en la guía de proceso de Design Thinking de Hasso Plattner pueden servirnos en nuestra tarea de identificar cuáles son las herramientas principales que necesitan los emprendedores locales e, incluso, para probar cuáles no están funcionando actualmente.
De todas maneras, es casi imposible poner en práctica las técnicas mencionadas sin realizar cambios estructurales en las organizaciones. “Los estilos administrativos de control de mando surgen de y refuerzan la burocracia, las luchas de poder y una cultura general de paranoia”, afirma el punto 52 del manifiesto Cluetrain. Y es que es tarea fundamental modificar el estilo anticuado que tiene el estado para resolver problemas: “El viejo status quo ya no es relevante, la disrupción abunda y no hay mejor momento que ahora para pensar fuera de la caja y para nuevos métodos para resolver problemas”, afirma Thomas Lockwood en su serie Design Thinking, Integrating innovation, customer experience and Brand value. “Crear un ambiente conductivo al diseño en una organización implica maximizar las oportunidades para las interacciones humanas, la comunicación, la conexión y la ruptura de las estructuras formales que mantienen a las personas separadas”, agrega.
Ser o no el nuevo Silicon Valley pasa a ser algo irrelevante. Si bien podemos aprender de esa experiencia, nuestro contexto es único y es fundamental aprovecharlo y estimularlo
Ser el nuevo Silicon Valley o no pasa a ser algo irrelevante. Si bien podemos aprender de esa experiencia, nuestro contexto es único y es fundamental aprovecharlo y estimularlo. Las disciplinas mencionadas nos ofrecen la oportunidad de, al menos, intentar un enfoque distinto para los problemas que enfrentan los emprendedores locales a la hora de generar innovación e incluso para modificar el propio funcionamiento de los organismos gubernamentales que intentan atacar el problema. Todo se reduce a dos cuestiones básicas: centrarse en el usuario para generar innovación y reconocer que es fundamental aprovechar y estimular el capital emprendedor que tenemos en Argentina. Como dice Marty Neumeier citado por Lockwood: “La creatividad en sus distintas formas se convirtió en el motor número uno de crecimiento económico”.
