Anuradhapura y Mihintale

David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo
6 min readJul 27, 2014

--

Crónicas cingalesas: Vol. 1

Es la una de la tarde del viernes 25 de Julio, y eso significa que me levanto de mi puesto de trabajo, me doy los adioses pertinentes con todo el mundo y cabalgo mi Vespa desde un edificio de oficinas de Tres Cantos hasta la Terminal 4 del aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas, con la mochila, llena de ilusiones, a mi espalda, donde llego poco rato después y donde, como no podía ser de otra manera, me encuentro con Paty, Alfon y Carol.

El primer paso fue un vuelo de Emirates con destino Dubai, donde, para sorpresa de las féminas, pues los machos nos lo teníamos bien calladitos, y por cortesía de la aerolínea, nos esperaba un hotelete (gracias a la escala de más de 8 horas) en el que podríamos pasar una plácida y cómoda noche. Otro vuelo por la mañana y ¡PUM!, ya estamos en el aeropuerto de Colombo, despúés de haber disfrutado de unas increíbles vistas por la ventanilla (aunque desde el pasillo) de las Islas Maldivas. Otro pequeño tramito de 4 horas en una Volkswagen y ya sí que sí, llegamos al hotel de Anuradhapura que teníamos reservado.

El desayuno a las 8 de la mañana en el Travel Lodge Lake View (que no tiene Lake view) es, sin ninguna duda para campeones, y buena falta que nos hizo, porque poco después de terminárnoslo llegaron don estupendos tuktuks rojos (uno de ellos Ferrari, nada menos) que nos llevarían a visitar los puntos más representativos del área arqueológica de la primera capital de Sri Lanka.

No sabemos si fue acierto de los conductores o mera conveniencia geográfica, pero la visita fue, sin duda, de menos a más, tanto las tres Dagobas “gordas” de Anuradhapura como la subida a Mihintale. Comenzamos por algún que otro templo regulero (Isurumuniya Vihara, Vessagiriya, Royal Pleasure Gardens), con mucha gente, poco atractivo y sí, muy antiguo, pero todo roto y con pocas explicaciones, hasta que llegamos a la Mirisavatiya Dagoba, la primera de las grandes, grande entre las grandes y del Siglo II a. C. blanca blanquísima y muy sencilla, quizás por eso nos dejó un pelín fríos.

Mirisavatiya Dagoba, Anuradhapura, Sri Lanka, by Feng Zhong

Pero seguimos, esto no había hecho más que comenzar, y tras otro par de sitios con bastante poca chicha (Lankarama, Ratnaprasada y el palacio de Mahasena, llegamos a la gran Dagoba (esta sí que es para mear y no echar gota) de Abhayagiri. Una mole de más de 75 metros de altura (y eso que perdió el extremo superior, que llegaba casi a los 100), de ladrillo visto (mucho más atractivo que la pintura blanca, a mi opinión) y con más valor en tallas alrededor, locales rezando, sin apelotonamiento, y más paz, en general al menos para mi.

Y seguimos, por la figura del Buda de Samadhi (mucha historia, pero poca chicha), el Kuttam Pokuna, dos piscinitas gemelas muy monas, con peces, tortuguitas y un poco de mugre, pero bonitas, como para meter en la ruta de impreescindibles; una entrada a la antigua ciudadela en la que poco más que de paso nos sirvió para llegar a Thuparama, la que muy posiblemente sea la Dagoba más antigua del mundo, y que, en ese momento, se convirtió en mi favorita de todo lo que llevábamos visitado. Mucho más pequeña que las anteriores, pero mejor ornamentada, con unos pilares que le dan un aire diferente, como más ritual, en lugar de una mole enorme de piedras.

Thuparama Dagoba in Anuradhapura, by Aitor García Viñas
Frise Elephant Dagoba de Ruvanvelisaya

Y tras esto, dentro de la zona principal de Anuradhapura sólo nos quedaría una visita de postín, puesto que tres o cuatro paradas de poco nivel completaron la visita antes de una muy ansiada parada para repostar estómagos: La Dagoba Ruvanvelisaya, estéticamente muy similar a la primera en este artículo mencionada aunque con algo más de encanto; una entrada que la hace parecer más un templo que un monumento, y una horda de elefantes a la espera de recibir al fiel.

Enfilamos un restaurante, a elección de nuestro tuktukista, pues no teníamos mucho margen de maniobra (obviamente en esa elección, nos llevo al típico restaurante de turistas, pero por lo menos tenía vistas a un lago), con una abundante comida y pertinentes cervezas para reponer fuerzas y decidir qué queríamos hacer, pues la idea de subir los 1800 escalones hasta la cima de Mihintale (que se veía desde nuestra mesa), no nos parecían la mejor de las ideas, con la solana cingalesa pegando en nuestras chepas. Pero por unas o por otras, al final nos decidimos a ir, principalmente por consejo del conductor, y porque nos soltó la idea de, probablemente, darnos un lujo a la bajada…

¡Menos mal que tomamos la decisión correcta! Sin ninguna duda lo mejor del día fue la subida a Mihintale, más corta de lo esperado puesto que los tuktuks tienen acceso hasta 2/3 del recorrido. Así que allí llegamos, y tras unas dudas logísticas, nos unimos a un guía, magnífico, que nos arrastró por las ruinas y nos descubrió increíbles rincones. Desde una puesta de Sol y maravilloso paisaje justo detrás de la imagen de Buda que abre este artículo, hasta una roca suspendida sobre más de cien metros de caída libre sobre la que tumbar la espalda y volar.

Mihintale, Mahinda’s hill, by Aitor García Viñas

Mihintale es el lugar de Sri Lanka desde donde se introdujo el budismo a toda la isla (a través de una leyenda de dudosa realidad, aunque nunca se sabe con estas cosas), y por ello, uno de los lugares más sagrados. Aquí uno sí que tiene la sensación real de encontrarse en un templo, en un lugar sagrado. Además, tuvimos suerte de encontrar un guía que conocía su trabajo, y sabía como transmitirlo, un buen hombre que nos hizo valorar mucho más este lugar… y se llevó una buena propina (muy por encima de mercado) por ello.

Primera impresión

Aunque antes de llegar pensaba que Sri Lanka iba a ser una “litte India”, teng que reconocer que no podía estar más equivocado. Mi primer día aquí me ha servido para darme cuenta de que éste es un país muchísimo más cercano a Tailandia, Laos o Myanmar que a la India, y no sólo porla religión. La gente es más organizada, más educada, se preocupan más de su entorno; las calles están limpias y cuidadas, están muchísimo más abiertos a occidente que su enorme vecino y estoy convencidísimo de que, en poco tiempo, crecerán mucho, y mucho más que el país que les da sombra.

Contabilidad

Para quien se pregunte ante qué precios nos enfrentamos al afrontar un viaje a Sri Lanka, voy a intentar resumir cada día de nuestra estancia por aquí, en costes (de los que me acuerde, claro); de momento, la tarde del 26, y el 27 de Julio completo (Todos los costes son para 4 personas). Además, calcular los precios en Euros, para españoles es muy sencillo, porque el cambio actualmente está muy cercano al que supuso la adopción de la moneda europea desde las Pesetas (una rupia = una peseta):

Taxi del aeropuerto de Bandaranaike al hotel de Anuradhapura (contratado con el propio Hotel): 8.000 Rupias.

2 noches en 2 habitaciones dobles en el hotel Travel Lodge Lake View (contratado a través de Booking un par de días antes de llegar), con desayunazzzzzzzzo incluído: 12.000 Rupias.

2 tuktuks y entradas al complejo arqueológico de Anuradhapura, trayectos hasta Mihintale y entrada al mismo: 23.000 Rupias.

Masajes ayurvédicos y baño de vapor, para todos, de una hora: 8.000 Rupias

Comida en restaurante de turistas incautos: 6.055 Rupias.

Propinaza (por genio y porque no teníamos ningún billete más pequeño) a nuestro guía: 2.000 Rupias.

Botellas de agua varias: 320 Rupias.

Costes de dejar los zapatos a la entrada de los templos: 180 Rupias.

Total para 4 personas, 2 días con caprichazos: 59.555 Rupias.

Total por persona: 85 € (Y no tengo ninguna duda de que éstos han sido los dos días más caros de todo el viaje).

Seguiremos informando.

--

--

David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.