Té, motos, niebla y musgos

Las Cameron Highlands desde los ojos de unos incautos

David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo

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Llegábamos al pequeño pueblo de Tanah Rata, en un autobús más largo de lo deseado, mi señor primo @SamuFuentes y el que escribe estas líneas desde (según dicen) la selva más antigua del mundo, Taman Negara, dispuestos a encontrar camastro en el hotel más mugriento del lugar, y lo encontramos. Lloviendo y sin horas de luz para maniobrar, pocas opciones de rechazarlo tuvimos.

Gestiones solventadas, camino a buscar cena y transporte para el día siguiente, movernos (si pudiera ser a nuestro aire) por las vastas Cameron Highlands, en el corazón de Malasia peninsular. Encontramos un puesto de alguien que alquilaba motos, y con el que quedamos a la mañana siguiente, y para la cena, ese día y los siguientes, alguno de los innumerables puestos de Tandoori agolpados en la calle principal, tradición India en mitad de Malasia… tendrá explicación, pero yo nunca la supe.

Suena el despertador (ficción literaria), nos preparamos y nos vamos a por las motocicletas: Llueve, carretera de alta montaña, circulación por el lado izquierdo de la vía: es el día ideal para aprender a montar en moto… ¡de marchas! ¡y de los años 70! Pero no sin la mala cara del hombre de la tienda al darse cuenta de que no sabíamos maniobrar con semejantes vehículos, iniciamos dos días de asombroso desarrollo de nuestras habilidades y de increíbles paisajes.

Casi toda la extensión de las Cameron está cubierta por estas increíbles mantas de matojos de té que parecen remiendos de terciopelo más que lo que realmente son. Increíbles miradores, cafeterías (porque teterías suena a otra cosa) para degustación con estas vistas, y demostraciones de la recolección y procesado de la planta podrían haber llenado estos días tranquilos… pero no hay día tranquilo si viajas con Samuel.

Aparte de la visita y múltiples vueltas por todos y cada uno de los caminos de la zona para ver y re-ver campos de té y faldas de montañas verdes, lagos y paisajes de espectáculo, de recoger autoestopistas alemanes que hicieron que las motos casi no pudieran con nosotros en el puerto de montaña más escarpado, hay dos puntos principales marcados en todo mapa de las Cameron. La cascada de Lata Iskandar marca el extremo sur de esta región, a casi 40 kilómetros de Tanah Rata, más de 25 metros de agua deslizándose por una pared de piedra que acaban en una poza más que apetecible para el baño.

Man at Lata Iskandar Waterfall, by ~W~

Aunque lamentablemente, bañarse, lo que es bañarse, es muy de valientes porque, al contrario que en todo el resto de Malasia, en las Highlands hace frío; frío, viento y niebla, pero eso le aporta un carisma especial a la zona, algo que se ve bastante poco en el sudeste asiático.

El otro gran punto marcado a fuego en el mapa es el Mossy Forest, a mitad de camino en la subida del Gunug Brinchang. Por requisitos del guión, nos vimos obligados a dejar las motos en el desvío de la carretera principal y hacer el resto del camino a pie; un regalo sin duda, pues el camino es para mear y no echar gota. Echamos a andar y cada metro del camino estaba repleto de miradores improvisados para echar un ojo sobre los increíbles paisajes, de los que hablaba antes… hasta que el camino se fue cerrando, la vegetación volviéndose más tupida, y las plantas carnívoras (algunas de más de un palmo de longitud) y las orquídeas salvajes aparecían a los costados del recorrido. Y poco a poco fue llegando la niebla, hasta que nuestra visibilidad se redujo a escasos veinte metros, y como pensábamos que el supuesto Mossy Forest debería estar por ahí por donde estábamos, y nadie nos dijo que estaba señalado, decidimos abordar un camino, embarrado, angosto como ningún otro, que encontramos en un lateral del camino.

Mossy Forest, by ToddMGreen

Lo que se ve en la foto es, sin duda, algo comparable al tramo más sencillo que nos encontramos en nuestro Mossy Forest alternativo: un entramado impenetrable de troncos, ramas, arbustos, barro, hojas, bichos, niebla y musgo, sobre todo, mucho musgo, y yo en chanclas. Debimos explorar esta porción de bosque como durante una hora o así, hasta que decidimos que eso no podía ser un sitio preparado para la llegada de turistas y optamos por volver al camino original. Más tarde encontramos el verdadero Mossy Forest, sin duda con muchísimo menos encanto que el nuestro, un camino entablado hacía mucho menos auténtica la visita, y los visitantes había acabado por formar un gran hueco por donde pasar sin tener siquiera que evitar una rama.

Finalmente, y a medio camino de subida, con la acuciante niebla en la espalda, decidimos seguir el camino hasta alcanzar la cima del Gunung Brinchang, a 2.032metros de altitud, que corresponde al paso de montaña más alto de Malasia.

Con este pequeño artículo cumplo la segunda de mis promesas enunciadas en “El Porqué”, quedándome sólo por hablar de Atenas y de Budapest… Malasia es, de lo que yo conozco, el país con la naturaleza más salvaje y accesible, variada y preparada para el viajero. Un país muy amable, barato hasta el absurdo y lleno de contrastes, pues puedes subir un pico de 4.000 metros (hablaremos más adelante) y hacer snorkel en unas playas paradisíacas en el mismo día, justo después de visitar una mezquita o pasear por un mercado colonial. Se lo recomiendo a todo el que tengo un mínimo de espíritu aventurero… y también al que no lo tenga, a ver si lo descubre.

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David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.