Aceptar la guerra

Santiago Sarceda
soltando ideas
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2 min readFeb 25, 2022

Hoy me desperté de un sueño en donde uno de los personajes, en un contexto que no recuerdo bien, decía a través de un parlante de forma muy calmada “Sálvese quien pueda”.

Ok. Salí de la cama y vi las noticias.

Susan Sontag en Ante el dolor de los demás (2003) propuso que “nuestro conocimiento de la guerra no es un conocimiento real, sino un conocimiento mediado por la cámara”.

También explicó que “los medios pueden guiar o enfocar la atención pública”.

Los medios pueden guiar o enfocar la atención pública.

Después de despertar del sueño, leer las noticias y seguir soñando despierto con potenciales escenarios terribles y abrumadores, me tocó repasar mi lista de pendientes laborales. Al terminar, corrí hasta el parque.

Me senté al lado del lago mientras un perro se tiraba a nadar para buscar la rama que su compañero humano le tiraba. El viento agitaba un poco el árbol que tenía al lado. Algún que otro pájaro cantaba. Esa era la realidad en ese momento. Las noticias de lo que pasaba al otro lado del mundo no existían.

“¿Entiendo mal o esto pretende proponer que nos evadamos de la realidad?”. Al contrario, esto pretende señalar la realidad.

Lo que es.

No lo que imaginamos, lo que tememos, las imágenes mentales que nos persiguen en sueños después de ver las noticias.

La realidad ahora, tal cual es.

“Pero, ¿y si mañana la guerra me toca a mí?” preguntará la mente, aún preocupada por un posible futuro que ahora mismo no es real. En ese momento, esa será la realidad. Y también habrá que aceptarla y vivirla.

“¿Y mientras tanto, no hago nada?”, insistirá la mente que se niega a perder su aparente control. Ahora sólo hay que hacer lo que toca hacer ahora. Sin pensar en lo que podría o no podría suceder mañana.

La vida sucede ahora. Siempre.

Volvamos al ahora y hagamos lo que nos toca hacer sin pensar en el mañana.

Esto es lo que Krishna le transmite a Arjuna en el medio de la batalla en el Bhagavad Gita; “cumplir con su deber de guerrero –lo que implica matar a parientes y amigos- pero con un radical desapego por los frutos de su acción, más allá de la victoria o la derrota, de lo sensato o insensato de la lucha”.

🖤

Si no estás de acuerdo con algo, o lo que acabas de leer te incomoda o te enoja, recomiendo leer también “Odiar es adictivo. Perdonar es divino.” y “Por qué mejor no pensar.

También recomiendo apagar el celu y escuchar el silencio.

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Santiago Sarceda
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