El último viernes (II)

De febrero

Loy Salazar
EÑES
4 min readMar 2, 2018

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Un resumen del mes de febrero en imágenes y texto.

Un barrio de San Salvador.
  1. Febrero fue un mes de reencuentros. La foto de portada es importante por eso. Después de tres o cuatro años, por fin pude visitar de nuevo la casa de mis abuelos. En ese lugar forjé recuerdos de mi infancia en aventuras vividas con mis hermanas y algunos primos. Mis abuelos residen en un barrio de San Salvador (El Salvador) en el que hasta hace poco el acceso estaba restringido por las pandillas de la zona. Solo entraban y salían los residentes y algunas excepciones. Y no, ellos no quieren dejar su casa, ahí crecieron sus hijos, luego llegaron sus nietos y hasta algunos bisnietos. Por eso volver fue tan significativo. Ver el palo de mangos, sentir el olor del pan que hacen en las panaderías cercanas, ir a «mirusquear» el taller de carpintería de mi abuelo y el preciado jardín de mi abuela, donde el nuevo perro convive con los pericos… Da una luz de esperanza de que las cosas pueden mejorar en un país donde la violencia acabó con la vida de 3,954 personas en 2017, aproximadamente 11 cada día (según datos de la Policía Nacional Civil). Me hace pensar que un mejor futuro aún es posible.
  2. Mis días empiezan, generalmente, escuchando a mi papá dar las gracias por un nuevo amanecer. Luego, arranca con su rutina de quehaceres en la casa y de trabajo. Es incansable, es un ejemplo y una razón para seguir avanzando. No es Día del padre ni su cumpleaños. Simplemente me siento agradecida y quiero compartirlo.
  3. La biblioteca de la universidad. Le profeso mi amor eterno desde mis años como estudiante. ¡Hasta hice horas sociales ahí! Y obviamente lo disfruté mucho. Este mes me permitió visitarla casi todos los días y redescubrir sus encantos.
  4. Las flores que me da DS siempre me derriten el corazón. El amor de los sobrinos es puro y sincero. Algún día este peque sabrá todo el bien que me ha hecho.
  5. Un mix entre la 2 y la 4: las flores provienen del jardín que todos los días mi padre riega y que mi madre cuida afanosamente. Cuando ellos se van de viaje, como sucedió en febrero, mi hermana y yo tenemos el deber de no dejar morir las plantas. Así que todos los días, entre 4.30 y 5 A. M., he cumplido mi deber con más placer del que se imaginan. Mi papá siempre ha sido un madrugador y ahora entiendo mejor por qué. La claridad que encuentro en mis pensamientos a esa hora y la paz que brota del silencio es indescriptible. Hagan la prueba.
  6. Yoko y Lennon son de lo poco que queda de mi «vida pasada». ¡Y ya cumplimos seis años juntos! Y espero que sean muchos más.
  7. Febrero también me permitió reencontrarme con algo que he aprendido a disfrutar mucho: correr. No había dejado de hacerlo, pero me había impuesto ciertas restricciones. Gracias a mi amigo Lui por animarme a volver a las calles a correr en grupo. Al principio, hace ya algunos años, no lo disfrutaba tanto porque estaba en una condición física tan deplorable que todo era muy doloroso. Haber superado esas dificultades y sentirme mejor con como soy y como estoy ahora es una victoria que no termino de digerir. Y por eso me repito: «Tal vez no les guste como soy ahora. Tal vez sí. Pero yo me gusto más, así que no importa».
  8. Una inesperada adición: Hasta siempre, maestra y amiga. Mujer incansable de mil batallas. ¡Qué fortuna ha sido saberla parte de mi historia! Su ejemplo, sus palabras, sus lecciones y sus detalles me acompañarán toda la vida. Hasta siempre, P.

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