Opinión sobre ‘The Wire’, temporada 2

Irregular Fan
EÑES
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5 min readMar 6, 2018

Al estar cerca de cumplirse el décimo aniversario de la transmisión del final de The Wire, me da el pretexto para volver a escribir sobre mi serie de TV favorita, específicamente, sobre la temporada 2.

‘Spoiler alert!’ Si no has visto ‘The Wire’, te recomiendo no seguir leyendo y, mejor, empezar a ver la mejor serie de todos los tiempos lo más pronto posible.

‘The Wire’ — Temporada 2. HBO

Como ya lo habíamos mencionado, ver The Wire requiere de ciertos requisitos. Recuerdo que después de terminar de ver la primera temporada por primera vez, lo que pensé fue: «OK. Me gustó, no entendí completamente todo lo que pasó, pero, en general, me gustó mucho. Está muy bien hecha, con un nivel de realismo que no había visto antes, pero, a la vez, manteniendo la trama entretenida. Creo que ya me acostumbré un poco al estilo y al empezar la segunda temporada no voy a tener tantos problemas para entender quién es quién y todo lo que está pasando».

Al empezar la segunda temporada, fue como: «¡¿Qué es esto?!, ¿muelles?, ¿quiénes son estas personas?, ¿a quién se le ocurre hacer un programa de TV con personajes en un muelle, sistemas de aduanas y todo este tipo de cosas?». Pero a la vez, después del shock inicial, fue cuando me cercioré de que The Wire era un programa totalmente distinto, y que todo lo que pasó en la primera temporada era solamente una parte de una historia a ser contada a través de 5 temporadas. A mucha gente que le gustó la temporada 1, le molestó el cambio y la introducción de toda la historia de los muelles. Este cambio nos sacó de nuestra «zona de confort», lo normal era querer seguir viendo más a Avon, Stringer, Bodie y compañía. Pero, en vez de eso, nos introdujo a tipos como Ziggy, Horseface y Maui. Puedo entender el enojo de ciertos fans, estos tipos de los puertos/muelles no son tan cool como los dealers de la calle. Pero, a la vez, la introducción de todo este mundo y su conexión con la gente del barrio —de las Torres—, y en general con todo el sistema, es lo que hace a The Wire algo tan especial.

Yo amé la temporada dos. No solo por mostrarme lo variado y complejo que The Wire iba a llegar a ser, sino también por un aspecto personal.

Sin entrar en detalles, al salir de la universidad, tuve la oportunidad de hacer mis prácticas profesionales en una empresa paraestatal de mi país. Por un período de aproximadamente 6 meses me tocó convivir con los empleados de esta empresa y pude observar que su comportamiento, en general, es muy parecido a lo que transmiten los empleados del muelle en la serie. Ambos tienen cierto nivel de entrenamiento y experiencia en cierta habilidad, que, aunque bastante específica y limitada, alguien sin previo entrenamiento ni experiencia le resultaría difícil realizar. Con base en esto, existe un orgullo amplificadísimo por su trabajo cuando alguien externo trata de relacionarse con ellos. Pero a la vez, son personas muy ineficientes, que se quejan constantemente. También, ambos son lugares de trabajo donde los reconocimientos y promociones se basan más en la antigüedad (seniority, le llaman en la serie) que en las habilidades y el trabajo duro. Hay sindicatos involucrados, muchísima burocracia y malas mañas (por ejemplo, el siempre estar buscando el pago de tiempo extra, entre otras muchas cosas). Para mí fue muy interesante ver cómo pudieron plasmar en la serie todos estos comportamientos de una manera tan fiel a una situación similar a la que yo llegué a conocer de cerca.

De ahí en adelante, al seguir viendo la serie, aun sin ser policía, ni traficante, ni maestro, ni político, ni periodista, ni haber vivido en Baltimore, llegué a sentir en cada una de las historias que la serie me estaba contando, que era lo más parecido a la realidad posible.

Continuando con la segunda temporada, a diferencia de muchos, me gustó el balance entre el tiempo compartido con los policías y la investigación de las mujeres encontradas en el contenedor, la gente del barrio, el problema de abastecimiento y los empleados del muelle con sus problemas, así como su relación con el Griego y compañía. Esta serie está llena de grandes momentos, como Herc haciéndose pasar por un dealer (con todo y picadientes), prácticamente cualquier cosa patética relacionada con Ziggy, D’Angelo en el club de lectura, la aparición de Brother Mouzone, Avon quitándose la mayor parte de sus cargos, McNulty en el bote, Omar testificando en el juzgado, etc.

Encontré muy interesante y trágica la historia de los Sobotkas, su representación de los obreros de clase baja-media, los cuales, hasta la fecha, batallan, cada día más, para establecerse en un trabajo bien remunerado. La muerte de Frank Sobotka me dio particular tristeza. El hecho de que lo empezaron a investigar por una donación que hizo al templo que solía visitar es, por demás, contradictorio e irónico. Y, a diferencia de otros personajes, todos los tratos por debajo del agua y cosas ilegales que, al final, lo llevaron a su muerte, los hacía por el bien de la gente que representaba en el sindicato, no para su bien personal. No se puede decir los mismo de la mayoría de los personajes de la serie.

Sobotka, poster — Pinterest

Creo que los personajes de la historia del muelle tuvieron la «mala suerte» de ser los que siguieron en el orden de aparición (obviamente, en la segunda temporada) y, por ende, ser recordados como los que le quitaron tiempo en la pantalla a los queridos personajes en el sillón de las Torres. La razón por la que digo esto es porque no hay tantas quejas al inicio de las demás temporadas, cuando en cada una, un montón de personajes es agregado. Si por alguna razón, la historia sobre política/la elección hubiera empezado en la temporada dos, tal vez, Carcetti, Royce, Burrell y compañía hubieran sido los que tuvieran que cargar con la reputación de que la segunda temporada no es tan buena.

Otro de los comentarios positivos sobre la temporada dos es que muestra la complejidad de una ciudad como Baltimore y que no solo la población afroamericana es afectada por el mundo de las drogas. El periodista y autor Ta-Nehisi Coates (afroamericano y oriundo de Baltimore) es uno de los pocos que considera la segunda temporada como la mejor de toda la serie y la razón es que, al ser oriundo de Baltimore, él sabía que había gente de raza blanca pobre y barrios de población blanca con grandes problemas de adicción también. Un problema tan grande como las drogas afecta a todo el sistema. El hecho de que The Wire también muestre esa cara de la ciudad es muy importante y una faceta que muchos programas de TV o películas nunca se atreverán a mostrar.

Al final de cuentas, pienso que lo mejor es pensar en The Wire como una sola historia; obviamente, por cuestiones de logística se fue haciendo por temporadas, pero que, al final, todas las partes de esta historia están relacionadas, y como el mismísimo Lester Freamon diría: «All the pieces matter».

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