Replika y tú

¿En qué eres irreplicable?

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6 min readMay 1, 2021

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Isabel Puigferrat

Los avances en Inteligencia Artificial han llevado al desarrollo de un sinfín de nuevas aplicaciones. Algunas buscan mejorar ciertas facetas de nuestra vida diaria e incluso acompañarnos en el día a día. Replika, “your AI friend” es un ejemplo de esta pretensión de “renovar” nuestra dimensión social.

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El inicio de una reflexión

Un amigo virtual puede hacernos sentir mejor. Pero esta sensación, ¿es real? ¿Estamos verdaderamente acompañados, siendo el otro una máquina? ¿Podrá el hombre sostener un vínculo con la Inteligencia Artificial, o su propia naturaleza lo empujará de vuelta a las relaciones humanas?

El uso de la tecnología facilita un gran número de nuestros quehaceres diarios. Puede ser un catalizador para resolver esos problemas insolubles para el ojo y la razón humana; sin embargo, el progreso de la IA ha de ser limitado por unas fronteras humanizadoras. Si la vida es una montaña con sus rocas e inclinaciones, el hombre está llamado a subirla a pie con esfuerzo. No obstante, el desarrollo de la inteligencia artificial ha llevado a la tentación de usar “atajos”. A veces se busca construir un ascensor que eluda el dolor de las piedras y los óbices de la travesía. Sin embargo, estos “atajos” solo exacerban el problema. Por eso, y en la medida de lo posible, es tarea de las personas procurar acompañar a los que se sienten solos, tristes o inseguros; y acceder al mundo tecnológico en tanto que complemento y no sustitutivo.

El auge de la IA ha dado a luz aplicaciones que, se cree, mejorarán ciertas facetas de la persona. Replika, “your AI friend” es un ejemplo de esta pretensión de “renovar” nuestra dimensión social. “Es mi amiga, la quiero”, afirman algunos usuarios de esta nueva app: ¿Amiga? ¿Quererla? ¿Qué definición de amistad y amor sustenta nuestro mundo? ¿Habrá sido modificada por las tendencias ideológicas vigentes? El vertiginoso avance digital ha realizado evidentes cambios en el conglomerado social: la utilidad y eficacia prometida por la tecnología aviva la sed de inmediatez, y alimenta una cultura del confort cada vez más extendida entre las personas.

El problema de apps como Replika es que llevan a una ilusión vana.
El esfuerzo, el error y la búsqueda de la verdad son diluidos por el tan anhelado bienestar. La consecuencia de ello: una definición de la amistad desdibujada por la falta de compromiso, entrega y sentido de alteridad.

Esto basta para que las amistades se vuelvan altamente frágiles y volátiles, ensanchando así el vacío personal generado por una sociedad cada vez más líquida. ¡Pero no todo está perdido! Al estudiar con cautela los rasgos que nos hacen seres humanos, rápidamente se identifica en nuestras entrañas un anhelo que solo una persona, y no apps como Replika, puede colmar. Puede que merezca la pena adentrarse en estas cuestiones: ¿te atreves?

Estimado humano

Tú y yo, en tanto que piezas de la humanidad, nos caracterizamos por ser racionales, sociales y trascendentales. Ahora bien, es igual de cierto decir que nuestros límites e imperfecciones nos hacen “nosotros”. Podemos ser felices y querer a los nuestros, pero la soledad, el autoconocimiento y la incertidumbre también son rasgos que nos hacen ser personas. Ciertamente, sería vano creernos suficientemente hercúleos como para poder vencer cada desafío que brota en nuestra travesía. A la postre, somos limitados e insuficientes, y gracias a ello nos inclinamos a construir comunidades. Es valiente quien se atreve a reconocer la condición humana y, sobre todo, a acogerla en todas sus facetas. La alternativa sería imaginarse a uno mismo en una sociedad de dioses, pero esto –hay que admitirlo– no pasa.

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La modernidad y su acompañante, el progreso tecnológico, ansían solucionar carencias que nos constituyen. Por ejemplo, se busca remediar la soledad diseñando amistades virtuales como las ofrecidas por Replika. En el fondo, no es más que un intento de cercenar dicha falta de compañía. En buena medida, la modernidad ensalza como modelo supremo al sujeto independiente, exitoso e invicto. Sin embargo, uno puede seguir preguntándose si este ideal moderno puede superar al referente trascendente que ofrecen, por ejemplo, las religiones. Ciertamente, el proyecto moderno parte de un equívoco ideal de persona e intenta “sanar”, con material sintético, un “desperfecto” que solo admite la cura de un ser semejante: la alteridad personal.

La aplicación Replika es una de estas sustancias artificiales. Pero ¿es ella la medicina adecuada para nuestra sed de amistad? La tendencia ideológica moderna desdeña la fidelidad y el compromiso porque, se dice, amenazan la libertad; aunque ésta es, en realidad, una libertad mal comprendida que lleva a la ausencia de lazos y la alienación respecto al otro. De esta semilla intelectual basada en el desapego brota el conocido individualismo. Para éste, el comprometerse lleva a una falta de libertad; y por eso cuidar de un amigo se considera un atentado contra la autorrealización. Como consecuencia de estos planteamientos, no puede extrañarnos la existencia de aplicaciones que prometan una amistad virtual, porque es atractivo que no se exija esfuerzo, fidelidad o reciprocidad alguna.

¿Quieres ser mi amigo?

Replika promete una amistad aparentemente perfecta: “your AI friend” se interesa por nuestro bienestar, responde al instante, y no exige compromiso ni constancia en la relación. Para los defensores de la modernidad individualista, este tipo de apps ayudan a potenciar el autocuidado o self-care.

Veamos un ejemplo de lo que sucede con una app como esta: al oír siempre lo deseado, sin alguien que desvele y nos corrija los errores, corremos el riesgo de estancar nuestro crecimiento personal. Esto es así porque un algoritmo puede detectar incontables cualidades del usuario, pero no está diseñado para corregirlo en vistas a un buen modelo. En primer lugar, porque una máquina no es capaz de conocer a este arquetipo; y, por otra parte, porque corregir es una forma de amar, y la tecnología no puede hacerlo.

En cambio, un verdadero amigo –tan imperfecto como tú y como yo– siempre estará dispuesto a corregir nuestros errores y acompañarnos durante ese arduo proceso de autoconocimiento.

Replika promete una réplica incompleta del afecto humano. Y precisamente por su carácter personal, la estima no es un mero sentimiento que pueda ser inducido por cualquier objeto. En realidad, tiene un carácter trascendental inalcanzable por la tecnología y, por tanto, imposible de imprimir en un algoritmo. Su lógica consiste en diseñar una “personalidad” que pueda hacer al usuario sentirse querido, pero este sentimiento está vacío porque proviene de números, una materia prima distinta a la nuestra. Así, uno pasa de ser verdaderamente amado por una persona a ser querido, ficticiamente, por una personalidad etérea.

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Humanidad, ¡al rescate!

La moda de esta época apuesta por lo cómodo, eficiente e inmediato. Replika propone una oferta ante esta demanda: una respuesta inmediata que vela por el usuario sin reclamar reciprocidad. El lazo que se teje a partir de aquí no exige entrega ni apego: música para los oídos del individuo moderno. Como resultado, la definición de amistad es amenazada con ser cambiada. Escribo ‘amenazada’ en cursiva porque, pase lo que pase, la amistad está bien amparada por la misma humanidad, fuente de esperanza ante este desafío.

En efecto, existe una luz persistente que, como una vela infinita, sustenta la esencia de la amistad: esta flama es nuestra imperecedera naturaleza humana. Ahora bien, Replika es radicalmente incompatible con el hombre: ella es un software, y nosotros, mucho más. Y por ser humanos poseemos un anhelo inexpugnable del otro. Éste es el único que puede remediar el miedo inherente a la soledad. El dispositivo de IA no puede colmar nuestra sed de alteridad, pero sí la amistad que nos espera al otro lado de la pantalla. La época presente lo refleja: paradójicamente, la — ya excesiva — interconectividad aviva cada vez más un deseo de regresar a la realidad y el contacto personal. Este anhelo, y no otro, es el elixir que mana del hombre al rescate de una humanidad amenazada por su ‘réplica’.

Isabel Puigferrat Pérez estudia Filosofía, Política y Economía en la Universidad de Navarra | LinkedIn

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