N’Golo Kanté, oro en el vertedero

Joaquín Piñero Herrera
Tres de añadido
Published in
9 min readJun 9, 2021

“Soy un tipo normal, ni el más amable ni el más guapo” N’Golo Kanté

La inmigración, le pese a quien le pese, es una constante en nuestra sociedad. Se ha podido ver en distintos protagonistas de la Eurocopa que se dispone a arrancar en las próximas horas: Alex Isak, la ONU de Suiza o los papás de Artem Dzyuba. La guerra y el hambre son los argumentos más sólidos para abandonar el lugar de nacimiento en busca de un futuro mejor. Parece un poco ingenuo pensar que solo ocurre desde países africanos o balcánicos a las metrópolis de Europa. Quizás, no se recuerden aquellas épocas en las que en los países que se reciben inmigrantes ahora, algún día, tuvieron que emigrar. Y, sino, que se lo digan a Loris Benito. En fin, las cosas del mundo de hoy en día. Las cosas…

Sin lugar a dudas, uno de los países que han cimentado su sociedad en base a la fuerza y al espíritu de esos inmigrantes que llegaban a su suelo en busca de una vida próspera es Francia. El territorio galo cuenta con innumerables razas distintas y gente de procedencia muy diversa. Para ejemplificar esta realidad, se puede acudir a la unión que supuso aquella victoria mundialista en el 98 con jugadores de diferentes orígenes: Zinedine Zidane, argelino; Thierry Henry, de Martinica o Lillian Thuram, de Guadalupe. Esta circunstancia provocó cierto grado de reprobación de la ciudadanía francesa. Esta situación se repetirá, de nuevo, en esta edición de la Eurocopa con representantes de distinta ascendencia: Karim Benzema y sus antepasados argelinos, Ben Yedder con raíces tunecinos o Mike Maignan y su pasado de Guyana. Unos orígenes diversos que han creado un equipo casi invencible con la fuerza física y la potencia que otorga la familia africana, la técnica y calidad procedente del Magreb y la táctica e inteligencia de los franceses.

Francia hace tiempo que dejó de emular lo que un día vivían Astérix y Obélix. Una de las naciones más importantes del siglo pasado y que más aprovechó la oportunidad que les brindó el reparto del mundo entre las potencias europeas. Los franceses obtuvieron colonias alrededor del mundo (algunas se mantienen en el fútbol galo copero).

En el certamen de este verano, sin duda alguna, Francia cuenta para todos como la principal favorita. Una selección que hace tres años consiguió conquistar el mundo del balompié, ha añadido a Benzema (con dudas por lesión) a su lista de jugadores. El once titular se presupone que será muy parecido al que se coronó rey del mundo en Moscú pero con la necesidad de sacarse la espina que Éder clavó a los pies de la Torre Eiffel hace cinco.

Para afrontar esta edición de la Eurocopa 2020, (en 2021) Didier Deschamps ha recapacitado y ha reflexionando otorgando su perdón a un extraordinario Karim Benzema que no puede lucir su estrella en el pecho ganada en Moscú. De esta forma, será la pieza clave que termina de encargar el puzle de les bleus por delante de un siempre criticado Olivier Giroud, campeón de la Champions League. Esos 26 hombres, elegidos en la élite del fútbol mundial, se erigen como una de las principales favoritas para alzarse con el cetro europeo. Mike Maignan será el único representante del Lille, vigente campeón de Francia antes de mudarse a Milán aunque también hay campeones por toda Europa: España o Alemania. Muchas estrellas en un mismo vestuario como Kylian Mbappé, el propio Benzema, el excéntrico Paul Pogba o el capitán Hugo Lloris. Un elenco de talento eclipsado por un hombre. Comment s’appelle? N’Golo Kanté.

N’Golo, como no, es hijo del hambre. Inmigrantes de origen maliense, se crió junto a sus ocho hermanos en el humilde barrio de Geraniums, en los suburbios de París. Uno de tantos lugares en los que se agrupan las familias con menos recursos de la capital francesa, generalmente, inmigrantes. La vida de los Kanté no iba a ser fácil desde el primero. A finales de la década de los 90, a la vez que el conjunto de Aimé Jacquet levantaba la primera Copa del Mundo para los franceses, el pequeño N’Golo se dedicaba a recolectar basura y chatarra para vender. De esta forma se alimentaba esta familia llegada de la pobreza de Malí. Con el cambio de siglo, la situación de la familia no mejoró mucho. A los 11 años de edad, en pleno pubertad y a las puertas de la adolescencia, murió su padre, el cabeza de familia. De nuevo, a la calle, a buscar dinero para alimentar a muchos hijos.

N’Golo Kanté junto a sus compañeros del JS Suresnes

A pesar de la complicada situación doméstica, N’Golo nunca olvidó su sueño: el fútbol. Con 10 años de edad y siendo el más bajito de la clase, un profesor recomendó su fichaje al JS Suresnes por su capacidades atléticas. Este club, un histórico de los suburbios parisinos se dedica a acoger a chicos con escasos recursos económicos para encaminarlos a una buena vida en entornos donde parece una utopía. Allá, se creó un jugador de época. Pierre Ville, uno de sus entrenadores en sus inicios como futbolistas declaró en un reportaje de Goalél siempre fue diminuto, su estatura le obligó a ser más inteligente y lo convirtió en una fortaleza”. Kanté empezó a destacar entre los niños de su edad a pesar de la evidente diferencia física. El chico comenzó a hacer pruebas con distintos clubes de la élite francesa y fue rechazado por Amiens, Sochaux, Rennes, Lorient y AS Beauvais Oise. Finalmente, con la edad con la que muchos ya empiezan a despuntar con los grandes de todo el mundo, N’Golo fichó por el US Boulogne de la Ligue 2, segunda categoría del fútbol francés.

El contrato profesional del chico parisino se lo otorgó un club del norte del país. Allá, en Boulogne-sur-mer, arrancaría su trayectoria en las categorías inferiores a pesar de sobrepasar las dos décadas de edad. En su primer año en el Stade de la Liverátion, N’Golo tuvo que esperar mucho tiempo para contar con sus minutos con los mayores. De hecho, no fue hasta el último partido cuando Kanté debutó como profesional en Francia. Con 21 años y con el ‘35’ a la espalda, en la última jornada de Ligue 2 que concluyó con derrota frente al Mónaco de un veterano Ludovic Giuly o Germain con un Boulogne ya descendido. Un momento difícil pero nada destacable para N’Golo. Solo un curso después, en su primera temporada real con el primer equipo del norte de Francia terminó con un exitoso ascenso a Ligue 2. El primer éxito profesional para la locomotora de París. Esa gran actuación con los norteños en la tercera categoría del fútbol galo le dio la oportunidad de dar el salto a un club con más aspiraciones: el Stade Malherbe Caen.

Tímido, reservado, poco hablador, entregado y sacrificado, el pequeño N’Golo (menos de 1,70 metros de altura) hizo valer la sentencia que un día afirmó Johan Cruyff: “Al fútbol se juega con el cerebro”. Kanté hizo gala de su potencia física para colaborar con todos sus compañeros en ambas áreas, ayudando en las tareas ofensivas y defensivas. Sus compañeros hablan de él como alguien con un corazón enorme. De hecho, Felipe Saad, compañero suyo en les Vikings, cuenta en UOL, medio brasileño, el día que invitó al parisino a su cumpleaños y este le regaló unos bombones. Avergonzado, reconoció que nunca había sido invitado a una fiesta así. Entrañable el pequeño N’Golo.

En Caen, Kanté disputó dos temporadas en las que tan solo se perdió un encuentro liguero con la camiseta vikinga. En ambos cursos, el parisino se convirtió en pieza clave para el club normando. Un ascenso a Ligue 1 y su primera participación en la élite del fútbol francés. Las grandes actuaciones del ‘17’ galo no pasaron inadvertidos para los scouts de los equipos de toda Europa. Con 24 años, las comparaciones con Claude Makelele se comenzaron a entonar por todo el país y su estancia en la medianía del fútbol nacional, parecía tocar a su fin. Su primera visita a París como futbolista profesional, no pudo ser más gratificante. Empate en el Parc des Princes frente a un Paris Saint-Germain que comenzaba a dominar el torneo francés con puño de hierro liderado por Zlatan Ibrahimovic y con la inestimable colaboración de escuderos como Lavezzi, Marco Verratti o Thiago Silva. Al finalizar la temporada, la de su aparición en la élite continental, N’Golo se disponía a cambiar de hogar.

En Inglaterra, en uno de los modestos de la Premier League, David Mills tenía la tarea de rastrear el mercado francés para mejorar la plantilla de un Leicester City, recién ascendido, que se encontraba luchando por una salvación que, finalmente e in extremis, logró de la mano de Nigel Pearson con una recta final de campeonato inmejorable. En estas, el scout británico cruzó el canal de La Manche para visitar Normandía cual soldado de la Segunda Guerra Mundial. En este caso, Mills acudiría a Caen a observar in situ a un potencial fichaje para el cuadro inglés. En ese partido, por fortuna o por obra divina, el ojeador se fijó en un pequeño futbolista que no podía sacar de su mirada porque, básicamente, no desaparecía de su campo de visión. Un centrocampista que abarcaba todo el terreno de juego, capaz de llegar a un área y otra con buen manejo de balón. Su veredicto: apto para el Leicester City, en Championship o en Premier League.

Aquí estamos. Verano de 2015. Tan solo tres años atrás, Kanté ni siquiera había debutado en un primer equipo francés. Una temporada en National, otra en Ligue 2 y una última en Ligue 1 bastaron para atraer los radares de la liga más importante del fútbol mundial. El contexto no sería el mejor para triunfar. El Leicester City afronta su segunda temporada en Premier después de una permanencia agónica sin fichajes que deslumbren y con una pretemporada complicada. Una fiesta que se fue de las manos en Tailandia y un cambio de entrenador después, el italiano Claudio Ranieri agarró un equipo que arrancó la temporada con muchas dudas y como uno de los principales candidatos a perder la categoría. El flamante dorsal ‘14’ de los foxes no tuvo un comienzo fácil. ¡Vaya novedad! De los primeros cinco partidos, tan solo fue titular en uno de ellos aunque participó en todos ellos. Sus grandes actuaciones le auparon a la titularidad antes de que terminara septiembre. Del once inicial, solo saldría ya por lesión. Lo que inició pareciendo una campaña complicada para N’Golo y sus compañeros, terminó siendo el año de su vida. 2016 será un año para el recuerdo del parisino de, por aquel entonces, 25 años: ganó la Premier League del cuento de hadas en su primera aventura inglesa, consiguió su primera llamada a la selección y, además, anotó su primer gol como internacional en su segundo partido con les bleus el día de su 25º aniversario. El verano no sonrió del todo a los franceses perdiendo la final de su Eurocopa frente a Portugal. Aunque, lo que estaba claro es que, sin duda, N’Golo Kanté había llegado a la élite mundial.

“Es increíble tener un futbolista con un juego entre Yayá Touré y Makelelele” Wayne Rooney

Una suerte de Makelele, con la etiqueta de centrocampista de origen africano sobre la espalda, siempre fue algo más. Fichado por el Leicester City por 5.6 millones de libras y, tan solo un año después, multiplicando su valor en la venta al Chelsea. El resto de la historia, es conocido por todos. Siendo pieza fundamental en los blues y en los bleus, el parisino lideró a sus equipos desde el silencio. Campeón del mundo con Francia en Rusia, repitiendo título liguero con el Chelsea, copa y Europa League, el clímax de su trayectoria tuvo que esperar hasta hace escasas semanas. En la final de la Champions League que el Chelsea alzó derrotando al Manchester City, el diminuto N’Golo se convirtió en el hombre del partido. En una actuación continental soberbia, Kanté fue el mejor.

Quizás, su infancia trabajando para ayudar en casa sin rechistar le otorgó esa habilidad de correr siempre por todos sin queja alguna. Puede que, ese periodo tan duro forjara la disciplina de un jugador de fútbol de élite sin las oportunidades de otros o la decepción de no ser invitado a los cumpleaños. Llegando tarde pero ganándolo todo, sin nombre, en silencio. Un tipo pequeño, amable y que paró a Leo Messi como recita su canción. Ídolo de masas sin querer. N’Golo Kanté y el arte de convertir la basura en oro.

--

--