La evolución del trabajo

Un viaje moldeado por la tecnología

Nicole Fauré De la Barra
VUCA LAB
7 min readMar 5, 2024

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Esta historia trata sobre la mirada de una humanidad que ha evolucionado de la mano de la tecnología y cómo lo que vivimos hoy es simplemente una reacción a esta evolución tecnológica.

Para poder contar esta historia, primero debemos tener en nuestras cabezas que significa tecnología:

La tecnología es la aplicación de conocimientos conceptuales para lograr objetivos prácticos, especialmente de forma reproducible. La tecnología también corresponden a las herramientas resultantes de dichos esfuerzos, incluyendo tanto herramientas tangibles como utensilios o máquinas, como también herramientas intangibles como el software.

Los inicios de la tecnología

Desde los inicios de la humanidad, hemos aplicado conocimientos y desarrollado herramientas para ser más efectivos y alcanzar prosperidad.

Este inicio se gatilla en la prehistoria, y cuando comenzamos a “sentarnos” a crear tecnología a través de la transformación de materiales naturales, como lo fue la invención de la rueda (4000 AC). Comenzamos a desarrollar herramientas hechas con nuestras manos, en otras palabras comenzamos a desarrollar artesanía. La artesanía nos llevo al siguiente estadio, donde el concepto de economía se establece en la sociedad.

En tiempos previos a la primera revolución industrial, los productos se fabricaban en pequeñas industrias de manera artesanal. La gente trabajaba cerca de casa, los clientes eran locales y tanto el productor como el consumidor se conocían bien. El dominio de la profesión elegida era primordial y valorada.

El comienzo de la revolución tecnológica

La artesanía comienza a evolucionar, gracias a la construcción de conocimiento. En 1784 se inventa la primera tecnología para producir un producto a mayor escala: el telar. Este hito marca el inicio de un viaje sin retorno: la primera revolución industrial, donde la tecnología comienza a ser utilizada como medio de desarrollo de las economías.

La ciencia aceleró de manera exponencial el desarrollo de tecnología. Para la segunda revolución industrial (año 1900) la producción en masa ya era una realidad. Fuimos perfeccionando lo que hoy llamamos el modelo de cascada; una serie de actividades desarrolladas de manera lineal para realizar un producto. Estabamos arriba de un tren que iba a 200 km/hr.

Impacto en la fuerza laboral

Estos cambios comenzaron a impactar de manera sostenida en una variable: la fuerza laboral. Desde artesanos, nos transformamos en mano de obra para la producción en masa, máquinas de carne y hueso. Se iniciaron cambios profundos en las habilidades y categorías laborales requeridas.

Comenzaron a profundizarse las clases sociales, y los líderes que emergieron comenzaron a desvincularse de su fuerza laboral a través de estructuras jerárquicas, con el objetivo de que sus trabajadores fueran los mejores autómatas en la producción de bienes.

Lo que sucedía era resultado de la brecha que había en ese minuto entre los avances tecnológicos y la demanda. Abandonamos la importancia de las habilidades más intrínsecas, y que nos hacen únicos como especie — las habilidades blandas. Nos sumergimos en procesos lineares y jerárquicos de producción.

Pero solo sería cuestión de tiempo. Aún no existía tecnología que pudiese absorber esta “automatización humana”, pero la tercera revolución industrial llegaría a remecerlo todo, y en gran medida nuestras concepciones del trabajo ya instaladas para ese entonces.

Era de la tecnología digital

Gracias a la invención del transistor de punto de contacto (1947) y posteriormente los circuitos integrados (1957), logramos que muchas tareas repetitivas fueran realizadas por robots controlados por microprocesadores.

Las lineas de producción comenzaron a ser una mezcla de robots y humanos. Los trabajos más delicados comenzaron a ser realizados por humanos, y los más repetitivos y peligrosos por máquinas.

Estábamos observando que con cada avance tecnológico, surgía una oleada de nuevos roles. La tasa de creación de empleo en trabajos relacionados a creación de conocimiento se aceleraba progresivamente al mismo tiempo que importantes hitos tecnológicos e industriales sucedían.

Inicios de la agilidad

Hasta la segunda revolución industrial la gestión de procesos de producción era linear. Uno de los contras de esta forma de trabajar era la incapacidad de entregar variedad. Si se estaba produciendo un producto específico, no era posible generar otro en la misma línea de producción.

Un ejemplo de esto era la producción del Ford-T (1913). Sólo existía un tipo, de un solo color y con ciertas características técnicas.

En 1930, Toyota crea el “Sistema de Producción Toyota”. El sistema fue diseñado a partir de la creencia de que la producción debía realizarse sin estrés innecesario y con un mínimo desperdicio de recursos, tiempo, espacio, personas, logística y errores. En otras palabras lograr el máximo beneficio posible a través de la optimización de procesos.

Este hito es considerado el inicio del uso de “metodologías de gestión de proyectos ágiles” o “metodologías ágiles”, donde Toyota demuestra que su sistema permitía enfocarse en el cliente (darle variedad) y permitía optimizar de manera flexible los procesos, a diferencia del tradicional modelo de cascada utilizado por Ford.

El Manifiesto Ágil

No fue hasta la explosión del internet a finales de los 90 (inicio de la cuarta revolución industrial) que las metodologías ágiles se volvieron populares.

En las primeras etapas del Internet, la demanda de desarrolladores de software se disparó y comenzaron a aparecer en el escenario tecnológico las primeras Startups.

Estas organizaciones comenzaron a sufrir tratando de llevar sus procesos con modelos de cascada. Eran organizaciones pequeñas, menos estructuradas y con un foco primario: sus clientes. Era necesario mayor dinamismo en las metodologías de gestión de proyectos para que estas nuevas organizaciones pudiesen responder ante las demandas del entorno.

El 2001, un grupo de desarrolladores de software experimentados se dieron cuenta de que estaban practicando colectivamente el desarrollo de software de manera diferente al modelo clásico en cascada.

Es como nace el Manifiesto Ágil, donde plasman sus creencias compartidas sobre cómo debería funcionar un proceso de desarrollo de software moderno.

El Manifiesto por el desarrollo de software ágil

Como es posible observar desde el Manifiesto Ágil, habilidades como el trabajo en equipo, pensamiento crítico, comunicación, adaptación, entre otras, son valoradas en estos nuevos marcos de trabajo.

Hoy en día, organizaciones como Amazon, Apple, Facebook, Google, Microsoft, Airbnb, Etsy, Lyft, Samsung, Spotify, Tesla y Uber utilizan metodologías ágiles para el desarrollo de sus productos y servicios. Siendo Scrum [1] una de las metodologías más usadas.

Una de las razones claves del por qué han funcionado tan bien este tipo de metodologías, es que han vuelto más adaptables a estas organizaciones. Las metodologías ágiles permiten trabajar en entornos con alta Volatilidad (Volatility), Incertidumbre (Uncertainty), Complejidad (Complexity) y Ambiguedad (Ambiguity). Lo que se denomina entornos VUCA.

Parte de la receta de su éxito es que la agilidad permite entregar valor en ciclos más cortos de trabajo (sprints), de manera incremental y centrada en el cliente.

Más allá de la era de la Inteligencia Artificial

A medida que navegamos en la era de la Inteligencia Artificial (5ta revolución industrial — 2020), debemos ser conscientes, de que como humanidad seguimos evolucionando de la mano del panorama tecnológico, y que si no queremos quedar atrás debemos desarrollar y fortalecer un set de habilidades que es distinto al que nos enseñaron en la universidad o en la escuela.

La brecha de habilidades es una realidad en la actualidad, como bien se describe en los reportes del “Futuro del trabajo” del Foro Económico Mundial. En su último reporte del año pasado [2] se identifican una serie de habilidades cognitivas, sociales, de autoeficacia y tecnológicas que serán las más demandadas de aquí al 2027 en el mercado laboral, según sus proyecciones.

Necesitamos saber sobre Inteligencia Artificial y tecnología, pero también necesitamos aprender a ser mejores humanos, es decir, ser excelentes en nuestras habilidades esenciales, como por ejemplo el pensamiento creativo, curiosidad, empatía, influencia social, aprendizaje continuo y autoconciencia.

Las 10 principales habilidades prioritarias para empresas para el desarrollo de la fuerza laboral del 2023 a 2027

Conclusiones y lecciones aprendidas

Tener una perspectiva histórica de como la humanidad ha sido moldeada por la tecnología nos entrega una visión sistémica de la evolución del trabajo, y patrones que podrían aparecer en el futuro.

Foto de Jason Leung en Unsplash

De esta historia podemos sacar varias lecciones y preguntas para reflexionar:

  • Hoy en día los profesionales deben navegar en un entorno en constante cambio. Roles y habilidades requeridas son cada vez más fluidas, y van cambiando en atractivo y demanda según el ritmo del avance tecnológico.
  • Es posible moldear nuestro futuro, y para eso necesitamos adaptarnos con agilidad e innovación, adquiriendo el compromiso del aprendizaje continuo.
  • Las metodologías ágiles nacen de una industria que necesitaba dinamismo y agilidad para poder lidiar en un entorno cambiante. ¿Por qué no incluir los principios de estas metodologías en otros sectores que se han visto afectados por la misma evolución tecnológica?
  • El desarrollo de habilidades cognitivas, sociales y de autoeficacia son claves para enfrentar los trabajos del futuro ¿Cómo fortalecemos estos aprendizajes en actuales y próximas generaciones?¿Nuevamente la agilidad podría ser una respuesta?

¿Quieres leer sobre la evolución de la educación?

Visita la entrada La Epopeya de la Educación, en VUCA lab.

[1] The scrum guide. 2011. Schwaber, K., & Sutherland, J.

[2] The future of jobs. 2023. World Economic Forum

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Nicole Fauré De la Barra
VUCA LAB

Científica, Ingeniera y mamá que trabaja en educación. Ph.D.