Mi fantasma virtual abandónico

Vera Ricerca
El juego del paquete
6 min readOct 4, 2017
Imagen de autoría propia

Con las chicas nos juntamos a merendar en una plaza por Belgrano y les cuento las malas nuevas de David. Josefina me agarra el teléfono y mientras abre la app de Happn dice:

— Dejame a mí, algo bueno voy a encontrar.

Empieza a descartar candidatos y frena interesada.

— Este no está nada mal, che! -, da vuelta el teléfono para mostrarme.

— Me jodés! Ese es Miguel !!!!!!!!!!!!!!!!!!

Jose estalla de risa y Lau mira sin entender. Le explico:

— Miguel!!! el que había conocido por Tinder hace como dos años y que en un momento, sin habernos visto nunca, me pidió una “pausita”.

— Miguel pausita me mueroooooooooooo!!!! Bueno, no está mal, y debe estar soltero porque anda por Happn-, me mira convencida Lau.

— Ah buenoooo, como si estar en Happn fuera garantía de soltería, chicas!

Con Miguel tengo una relación de amor y odio. En mi mente, claro, porque de hecho jamás salimos. Una vez lo ví con la hija en una librería, me escondí detrás de la góndola de “autoayuda” para mirar tranquila y confirmar que era él, pero no lo saludé.

Me molestó mucho su actitud cuando habíamos empezado a chatear pero a lo largo de dos años volvimos a hablar varias veces. Cada cinco o seis meses él volvía a dar señales de vida. Yo lo trataba con ironía permanente, a veces casi con odio (creo que para mí representa todo lo malo que los hombres “virtuales” me producen con sus alejamientos súbitos) pero era claro que también había algo en él que me resultaba un imán y mi intriga se seguía manteniendo en el tiempo.

La última vez que hablamos (siempre por facebook messenger), en verano, él seguía de novio y empezó a insistir en que nos veamos, que nos “saquemos la duda”, “que nos lo merecemos”… etc., etc. Empecé, por unos días, a tratarlo con un poco más de cariño y creo que cuando percibió que su “apriete” podía volverse realidad, dejó de contestarme y (otra vez!) lo borré de facebook.

Ahora estoy camino a casa, después de la merienda, cargada de bolsas: bananas, zapallitos, calabaza, mandarinas y zanahorias (Te-agarró-la-onda-veggie,-Verita?). Me suena el teléfono, es el sonido de alerta del chat de messenger.

Que no sea Miguel

Que no sea Miguel

Que no sea Miguel

Repite mi cabeza hasta entrar a casa.

No puede ser él.

Qué posibilidades hay de que jussssto él me haya visto en Happn y jusssto le den ganas de hablarme nuevamente?

Apoyo las bolsas en la mesa del living, los dedos me quedaron marcados por el peso que cargué por diez cuadras. Tanteo mi bolsillo, meto la mano, agarro el celular y respiro hondo. De refilón veo que dejé la puerta abierta. En lugar de cerrarla me siento en el sillón y desbloqueo el teléfono.

Ahí están, ya veo dos notificaciones y ambas empiezan con la palabra Miguel. Una por su pedido de amistad en facebook y la otra por un mensaje que me envió: “Hola otra vez. Te das cuenta que nuestro destino es conocernos, no?”

Maldito Miguel y maldito corazón que late al galope por un fantasma virtual abandónico.

Vuelvo a respirar hondo, esta vez pensando en qué responderle (No-se-te-ocurre-que-existe-la-posibilidad-de-NO-RESPONDER,-Verita?).

Me río sola elucubrando que esta historia absurda y eterna con Miguel y mi manera frontal de tratarlo a lo mejor puedan llegar a buen puerto. Si a fin de cuentas siendo buena y comprensiva con los hombres no llego a ningún lado!

Por el momento Miguel parece no tener intenciones de contestar. Me pongo a ordenar mi casa y a preparar la ropa que me voy a poner mañana para un evento que organizamos en el trabajo: todo el día habrá talleres para desarrolladores web y la jornada termina con un after office para el cual Yeye se encargó de comprar cervezas (“De las verdes”, según ella) y snacks varios.

Me estoy por entrar a bañar y suena la notificación del messenger.

Miguel juega a tratarme de Usted, juega a que le importa mi vida y juega a ponerse en el lugar de víctima. Y a mí me gusta jugar. Pero no ahora, que es tarde y mañana me espera un largo día. Me voy a dormir jugando a que no le voy a contestar.

Cuando me despierto, Miguel parece no haber dormido, al menos no hasta las 2:30 am, hora del último mensaje que me mandó (Ves,-Verita-que-si-no-les-contestás-se-desesperan-por-hablarte!!!):

Pollera negra, medias con lunarcitos, botas altas, blusa blanca y collar con bolitas naranjas y rojas colgando. Todo eso me pongo antes de contestarle a Miguel:

Delineador, sombra, tapaojeras, base, rimel, rubor y un poco de perfume hacen que parezca casi despierta. A punto de agarrar la cartera para salir, suena mi celular con la más maravillosa música: la de los hombres que responden los mensajes.

Parece que Miguel volvió con todo. Y por tildarme pensando si debería seguirle el juego o no, estoy llegando tarde al trabajo.

Apenas entro a la oficina Yeye me llama con la mano. Me acerco a saludarla y me sostiene en un abrazo mientras al oído me dice: “Son todos hombres, Veruch !!!!”. Miro a mí alrededor y Yeye tiene razón, el 80% de los participantes que empezaron a llegar para la jornada son hombres.

El día transcurre muy entretenido y el evento sale como lo planeamos. Todos van terminando las últimas actividades y se acercan al espacio de livings donde hacemos el after office. Confirmado: el 80% de los asistentes son hombres, aguanten los desarrolladores web!

Yeye está en su salsa: prácticamente a cada uno de ellos le lleva un porrón de cerveza, mientras le apoya la mano en la espalda y se ríe inclinando la cabeza para atrás cuando le agradecen el gesto.

Eloísa se me acerca y, mientras levanta un banner de esos que no hay manera de mantener parados por diez minutos seguidos, me pregunta:

— Qué novedades de tus hombres?

— Ufff… reapareció una pesadilla recurrente: Miguel!

— Quién es Miguel? Queremos saber!-, la que pregunta no es Eloísa sino el coro que componen Santi y Mati, dos participantes del evento que con buena onda se acercan a charlar con nosotras.

Dudo si exponer mi vida privada con estos desconocidos pero me parece una buena oportunidad para que me ayuden a dilucidar si debería contestarle a Miguel y, en ese caso, qué debería decirle.

Les resumo la larga pero inconsistente historia y se entusiasman con dar cada uno su opinión:

— Decile: dejate de dar vueltas Miguel, da para darse???-, va al grano Mati.

— Para mí dejalo congelado por unos días, vas a ver que te va a prometer una casa en Nordelta, 3 pibes y un viaje a Disney con tal de salirse con la suya!

Los cuatro nos reímos inclinando la cabeza para atrás, pero de verdad.

Yo me quedo pensando cuál será “la suya” y, sobre todo, cuál es “la mía”, que es más importante aún.

Enterate aquí cómo conocí a Miguel

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com