El sueño suicida

Eduardo Medina
3 min readJan 31, 2015

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La primera vez que me cruce con la oración de sembrar el petróleo fue en la sala de mi casa, siendo yo solo un niño, en un cuadro que yo alcanzaba a ver sobre el escritorio de mi papa. Una frase que quizás resume majestuosamente y en su totalidad lo que se trató de hacer en Venezuela, y que hoy en día me viene a la mente cuando veo alguna mansión abandonada, un elefante blanco cualquiera. El sueño que era y no fue.

En primera instancia es completamente entendible. Por supuesto que tenemos que sembrar el petróleo, cómo no aprovechar esa bendición del suelo. Pero, ¿a que se refería exactamente Uslar Pietri cuando le dio vida a esa frase en 1936? Este, como otros temas del petroestado venezolano, es puesto bajo la lupa en Blogging the revolution por Francisco Toro y compañía. Pietri argumentó en aquel entonces, con vista hacia el futuro:

Esta gran proporción de riqueza de origen destructivo crecerá sin duda alguna el día en que los impuestos mineros se hagan más justos y remunerativos, hasta acercarse al sueño suicida de algunos ingenuos que ven como el ideal de la hacienda venezolana llegar a pagar la totalidad del presupuesto con la sola renta de minas, lo que habría de traducir más simplemente así: llegar a hacer de Venezuela un país improductivo y ocioso, un inmenso parasito del petróleo, nadando en una abundancia momentánea y corruptora.

Francisco Toro es preciso al respecto: sembrar el petroleo tiene que ver más con la moral que con la economía. Según Toro, la verdadera preocupación para Pietri no era lo que la dependencia del petróleo le haría al bolsillo de los venezolanos, sino lo que le causaría a nuestras almas. Diversificar la economía venezolana era, y es, la manera de inmunizar la moral social de la irresponsabilidad y perversión, de separar el consumo del trabajo duro, de disfrutar de los frutos sin sudor. Pietri aspiraba que fuéramos más como la hormiga que como la cigarra, en términos de fábula. No sacrificar el futuro por el presente, cosa que él define como economía destructiva.

¿Qué hubiese pasado si «el sueño suicida de convertirnos en un inmenso parasito del petróleo» fuese el cliché que saliera de las palabras de Pietri? Es una pregunta con la que Toro nos pone a pensar. Pietri, al igual que Perez Alfonso, vaticinó que el excremento del diablo nos traería a la ruina, si no era manejado adecuadamente. Los resultados están a la luz: un estado donde el ahorro, la industria y la prudencia fueron lentamente convirtiendose en algo fuera de lugar, las cualidades de alguien que no sabe como se bate el cobre.

Por casi ya ocho décadas, nos recuerda Toro, nos hemos adentrado al miedo más grande de Pietri: no que el petróleo nos haría más pobres, sino que nos haría peores como personas. Si ahora no es el momento de tomar conciencia y cambiar, ¿entonces cuando?

Puedes leer las palabras de Toro en la versión original en ingles. Puedes también acompañar esta lectura con otras entradas que surgen de Blogging the revolution sobre el petroestado venezolano y la historia de Noruega y Venezuela.

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