Todos los días tomo decisiones.
Decido qué voy a vestir, qué comer, qué hacer, a dónde ir.
Haber leído este libro fue como cumplir una sentencia.
Su presencia era fresca, iluminaba todo con su amplia sonrisa y su voz sonaba como el canto del agua. Tenía la tez clara como la arena de la playa y…
Religiosamente, como cada domingo, regreso a ese lugar.
La luz de la mañana se coló por la ventana y le golpeó la cara.