Intentar, esperar, pensar y pintarme las uñas

Vera Ricerca
El juego del paquete
6 min readApr 4, 2018
Imagen de autoría propia

A veces siento que no debería estar así, que tengo un montón de cosas hermosas y mi vida va bastante bien, sumado al frecuente comentario No sabés toda la gente que quisiera tener al menos la mitad de lo que vos tenés. Entonces me pongo triste por esa gente y por mí, que estoy triste y a fin de cuentas tengo derecho a sentirme así.

Este fin de semana decido quedarme sola en casa para transitar mi desconsuelo sin ojos compasivos ni charlas reflexivas. El plan es hacer abuso de mis pijamas, mi computadora y mi heladera.

No estoy al borde del abismo, solo es un mecanismo de reseteo, un retroceder para tomar impulso y caminar hacia un lugar mejor, una especie de spa anímico.

Voy al supermercado para abastecerme de chocolates, quesos, jugo de pomelo para hacer algún aperitivo, pechugas de pollo, curry, manies y pilas para los controles remotos.

Traje para leer un libro que me regalaron en el trabajo que por suerte parece que no tiene nada que ver con amor, desamor o ese tipo de cosas complejas.

A veces el cambio empieza de afuera para adentro así que, aunque los próximos días no pienso ver a ningún ser humano, me pinto uñas de pies y manos, me depilo y me encremo con todo el repertorio de cremas que guardo en el vanitory y casi nunca uso: hidratante, antioxidante, con ácido hialurónico, anticelulitis, contorno de ojos, antiage, humectante y antiestrías. (Ah-bueno,-Verita,-resbaladiza-como-un-tobogán-quedaste!).

Ya espléndida, me pongo el pijama de flores y rayas fucsias y negras y me instalo en el sillón para zambullirme en una maratón de This is us, una serie que me recomendó Elo. Trata sobre una pareja que en los años 70 tiene mellizos -que en realidad eran trillizos y uno fallece en el parto- y en el mismo sanatorio adoptan otro bebé.

Empiezo a verla y pasan tres capítulos seguidos sin que me mueva del sillón (un poco porque me atrapa la serie y otro poco porque quiero que se me sequen bien las uñas recién pintadas). Me gusta mucho que la serie intercala escenas que ocurren en la actualidad y otras durante el pasado de los personajes y así se va entendiendo por qué reaccionan o sienten de determinada manera.

Decido levantarme y preparar pollo al curry con arroz. Prendo una vela y me siento a comer en la mesita del balcón. Hay una linda brisa y unas nubes que anuncian lluvia. El gato se sienta en la otra silla y me mira fijo. Le devuelvo la mirada y agradezco tenerlo de compañero, nadie más que él sabe respetar mis silencios (siempre y cuando tenga lleno su bowl de comida). Pienso en todo lo que vivimos juntos desde que llegó a casa como regalo de mi ex para mi cumpleaños número veintiséis.

Termino de comer y me levanto para lavar el plato. Qué poco dura la sobremesa cuando uno vive solo. Agarro la compu para seguir viendo la serie pero me quedo pensando en mi ex y en el final de nuestra historia. Y en el final con Sergio. Y si tendré algo que aprender de ambas situaciones.

Recuerdo cómo fue el momento en qué con Pedro decidimos separarnos y lo primero que me viene a la mente es una imagen grabada casi como un tatuaje en mi memoria: él está durmiendo en el sillón y el gato lo mira expectante. Yo observo a ambos y lloro en silencio.

Busco en archivos viejos en la compu porque sé que horas después de ese momento, cansada de hablar, escribí algo:

Ni el gato ni yo entendemos qué te pasa. Decís que no querés más esto pero te tirás a dormir la siesta como si fuera un domingo cualquiera. Y no es un domingo cualquiera, es el domingo en el que nos dijimos que ya no nos amamos y vos te diste vuelta y te quedaste dormido. Cómo podés dormir después de afirmar ese desamor? Ni el gato ni yo te entendemos, pero al menos a él podrías abrazarlo mientras dormís.

Finalmente Pedro se fue y terminamos bien. Todo lo bien que se puede terminar cuando las dos personas saben que el otro no es la opción de vida que quieren seguir eligiendo. En ese momento sentí más alivio que angustia y más libertad que soledad.

La espalda de Pedro fue un cierre a un final anunciado. El llamado de Sergio fue un balde de agua fría en pleno invierno: inesperado, incómodo e injusto.

Me voy a dormir pensando en los finales y en qué podría mejorar yo de los principios, para generar desenlaces distintos.

Me despierto como haciendo fuerza para seguir durmiendo. Estoy soñando que estoy en el banco, esperando que toque mi número pero van pasando todos y mi turno no llega nunca. Reclamo en la recepción y la chica que atiende -que tiene la cara de mi odontóloga- roza mi brazo con su mano e intenta serenarme: “Ya te va a tocar”.

En el plano terrenal, el gato maúlla y me camina por la cabeza. Trato de correrlo y volver al sueño porque necesito saber cuándo me va a tocar el turno, pero parece que los gatos pueden más que los sueños, y me despierto definitivamente.

Afuera, la lluvia ya se hace presente y amo que la perspectiva sea mirarla por horas, café con leche y libro en mano. Acomodo unos almohadones para sentarme pegadita a la puerta-ventana del balcón y me sumerjo en “Conversaciones sobre el diseño y la creatividad” (de Pano, Cafaro y Acuña), el libro que traje del trabajo.

Me detengo en un párrafo al que leo primero al pasar y después releo dos veces más, como despedazando sus palabras:

Habla del diseño y de la creatividad pero también de muchas otras cosas y, fundamentalmente, siento que me está hablando directamente a mí. Vinculo las distintas frases del texto con muchas de las cosas que pienso, siento y me pasan en torno al mundo de la búsqueda de pareja:

Quiero tener controlados los principios para preveer qué tipo de finales habrá. Estar atenta y en búsqueda activa de pareja y tener esas acciones “bajo control” no está sirviendo para lograr estar bien con alguien… y si dejo de intentar, no será mejor?

Sé lo que quiero y quiero que me pase ahora, llevo la ansiedad como bandera y esperar me parece que fuera un concepto apocalíptico… y si dejo de esperar, no será mejor?

Cuando estoy con alguien me cuesta mostrarme vulnerable y cuando se termina me da culpa sentirme vulnerable… y si dejo de pensar en qué tengo que sentir, no será mejor?

Creo que ese es mi desafío más grande: caminar a paso firme pero sin mirar el terreno, sin darle demasiada importancia a que la arena movediza después se transforme en cemento, pasto o tierra. Transitar los caminos del amor casi como elevada, como un juego en el que el que baila, gana.

Escribo en tres papeles distintos:

INTENTAR

ESPERAR

PENSAR

Tacho cada palabra con una línea roja y uso los papeles para señalar la página donde hago un intervalo en la lectura para acurrucarme en los almohadones y ver la lluvia caer.

¿Querés saber quién soy y por qué escribo? Leé Yo soy Vera

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com