Mi presente constante

Vera Ricerca
El juego del paquete
4 min readOct 13, 2020

Las últimas semanas siento que vivo el presente como un no-tiempo. Como un presente constante, bastante monótono por cierto, pero presente al fin.

Inesperadamente esa sensación me está trayendo consecuencias positivas. De a poco me fui sacando presión sobre algunas cosas que en “la vida normal” giran sin parar como una rueda de hamster.

Me dí cuenta también que hay pequeñas cosas cotidianas que me sumaban a la ansiedad general y opté por cambiarlas: para trabajar, por ejemplo, estoy todo el día conectada a whatsapp, tanto desde el teléfono como desde la web y todo el día resonaban en mis oídos las notificaciones de cada chat, hasta las escuchaba cuando ni siquiera sonaban. Decisión 1: chau notificaciones. Si total estoy todo el día sentada en la compu y con el celu al lado, para qué necesito que me suene todo el tiempo ese ruidito insufrible?

Los primeros meses de la cuarentena usaba mi placard como siempre: buscando cada día lo que me fuera a poner del cajón o estante correspondiente y después lo volvía a guardar hasta que me dí cuenta que uso 3 o 4 conjuntos en total así que llegó la decisión 2: separé un estante para poner todos juntos los conjuntos que uso y listo, tema resuelto.

Estoy segura que tenemos muchos pequeños hábitos cotidianos incorporados que, si los replanteamos, podemos hacernos la vida un poco más liviana. Si siempre nos planteamos grandes transformaciones muchas veces son inalcanzables y perdemos la oportunidad de sentirnos mejor a partir de pequeños pasos, sobre todo en estos momentos de estar entre cuatro paredes la mayor parte de nuestro tiempo.

Con Manuel estoy teniendo una actitud similar. Cuando nos vimos presencialmente después de su evento virtual, nuestra cita terminó con un hermoso beso en la puerta de mi casa. Dudé mucho si decirle de subir o no pero por suerte él tenía que irse para buscar a su hijo así que no tuve que tomar ninguna decisión.

Me está resultando muy extraño conocerlo durante la pandemia. Al principio era genial porque vincularnos a través de charlas telefónicas o videollamadas nos permitía saber más el uno del otro, hablar de cosas que quizás en primeras citas no hubiera surgido y también sentirnos acompañados en estos momentos tan raros.

Pero ahora ya pasó MUCHO TIEMPO. Tiempo cargado de relatos pero de poca experiencia compartida. De muchas palabras y poca piel. Pero también de cercanía a pesar de la distancia y de familiaridad a pesar de la extrañez. Todo un menjunje de sentimientos y sensaciones que no hace mucho me habrían llevado a tomar alguna decisión sobre cómo seguir. Hoy pienso distinto, este nuevo no-tiempo me hace pensar que no hay nada por decidir, que no hay obligaciones ni presiones, que ninguno de los dos le pide al otro más de lo que da.

De hecho a él también parece estar afectándole este no-tiempo actual. El otro día me comentó:

— Viste que ya no te hablo más de cosas que podamos hacer juntos cuando esto termine? No pienses que no lo deseo, eh! Es que esto no termina más así que para qué vamos a gastarnos en planear cosas que ni sabemos cuándo pueden venir?

La verdad es que me alivió su comentario, me sentí en la misma sintonía. También me quedé pensando en esto que él dijo del deseo… yo siento deseos de estar bien con alguien y disfrutar de una linda vida compartida pero hoy no sé si lo veo con él.

Lo increíble en mí hoy es que lo puedo pensar sin sentirme presionada, como un pensamiento más sobre lo que estoy viviendo, sin quitarle valor ni desmerecer esta relación sin clasificación ni etiquetas, ni promesas de futuro.

Después de aquella caminata con beso final, nos vimos algunas veces más, siempre al aire libre. Algunas veces, si él estuvo en contacto con varias personas por cuestiones de trabajo, no tenemos contacto físico. Si fueron días donde no se vinculó con nadie, nos damos algunos abrazos y besos en una plaza de mi barrio, como dos adolescentes. Por ahora nos vienen funcionando bien estos encuentros, desde el punto de vista bromatológico y desde el punto de vista humano.

La última vez que nos vimos me contó que venía de tener su cita virtual quincenal con el psiquiatra y que tenía novedades:

— El psiquiatra me dijo que me ve super bien y que en lugar de cada 15 días me quiere ver cada mes y medio.

— Que genial! Gran novedad.

— Si…

— No te alegra? Es re importante lo que te está proponiendo.

— Si, me alegra pero al mismo tiempo me genera mucha ansiedad, porque siento que tengo que estar a la altura de esta “libertad”… me explico?

— Entiendo… si él que es el profesional siente que estás preparado, debe ser así no?

— Debe ser, pero en lugar de alegrarme me preocupé.

— Pensalo así: seguramente estás preparado así que confiá en él y, sobre todo, en vos. Y sino él va a estar ahí para contenerte y retomar el rumbo.

— Gracias Verita, ojalá vos también puedas estar ahí.

Solo me sale sonreir. No son momentos en los que me interese prometer nada, ni hablar por hablar, ni decir sin sentir.

Son no-tiempos de estar presente para mí y tomar pequeñas decisiones que me hagan la vida más liviana aquí y ahora. Nada más. Nada menos.

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Soy Vera y publico esta y otras historias en mi blog El Juego del Paquete. Te invito a leerlas desde el comienzo, aquí.

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com