Una nueva historia — Capítulo 5

Vera Ricerca
El juego del paquete
6 min readJun 13, 2021

Todo es confusión y asombro.

Nunca pensé que las cosas puedan ser así ni que al poco tiempo de conocer a alguien pudieran pasar estas cosas.

¿Qué es esto?

¿Qué está pasando?

¿y cómo es él? “en qué lugar se enamoró de ti…?” ah no no, eso todavía no.

Agustín es un ser anómalo.

Me dice que me quiere ver y nos vemos. Sonríe gigantemente y abre sus brazos de manera ídem cuando me ve llegar. Me dice que la pasa bien cuando estamos juntos. Me lo hace sentir. Me interesa lo que dice y piensa y parece que a él le pasa igual conmigo.

No salgo de mi asombro, lo miro de reojo, seguro en cualquier momento me deja de llamar o me dice que en realidad está casado o que o que un millón de fantasías negativas que rondan por mi cabeza.

No soy la única que mira de reojo.

— Sigo pensando porqué será que estás hace tantos años sola… con qué rareza me vas a salir Verita? jajaja

Él al menos lo expresa, yo mantengo mis fantasmas deambulando dentro de mi mente.

Me río y lo dejo seguir hablando, algo que no le cuesta nada:

— Y si, escuchame… 14 años sola es demasiado!

— Jajajaj no son 14 años! Son 7, que no son pocos pero te aseguro que fueron bien aprovechados.

Nos reímos los dos, me abraza y entramos a la cervecería a la que me invitó hoy, en este jueves de nuestra cita número 4. Es día de semana y mañana los dos trabajamos desde muy temprano así que quedamos que nos vemos un ratito y cada uno para su casa.

Peeeero estamos a dos cuadras de su casa y para mi es obvio que le menos unos minutos voy a subir a conocerla. Mi deseo no tiene que ver con tener una sesión de sexo intensa y súbita en su hogar, sino conocer por fin (y si, digo por fin como si nos conociéramos hace un año) el lugar que rodea la vida cotidiana de este ser tan especial que estoy conociendo.

Nos acercamos a la barra a comprar algo para tomar y comer. Le pregunta al chico que nos atiende si la super hamburguesa es rica. “Bastante” dice sin ninguna efusividad y nos miramos aguantándonos la risa y decidiendo tácitamente solo pedir unas papas fritas.

Ya en el patio del lugar e intentando acomodar mis curvas en las atroces banquetas, me cuenta que de camino al bar estuvo pensando unas ideas para volver a escribir.

Levanto las cejas y las neuronas. Agustín escribe?

— Tenía un blog hace muchos años pero me costaba mantener la periodicidad y un día no escribí más, pero siempre tengo la idea de volver a hacerlo. A vos te gusta escribir?

Le doy un trago a la cerveza y zambullo una papa frita en el ketchup. Me lleno la boca para pensar qué responder.

— Si, me gusta, de vez en cuando escribo pero contame de tu blog!

(El-viejo-truco-de-desviar-la-atención-a-toda-costa-Verita-, eh!)

Me cuenta que escribía sobre sus cosas cotidianas, sus experiencias, la vida misma, me da el link para que lo lea en otro momento.

Agustín es fanático de la lectura y evidentemente de los relatos en general. Cualquier cosa que cuenta lo hace de una manera que mi atención se centra 100% en cada palabra y cada gesto que hace para transmitirlo.

Me interesa, me divierte, me intriga. Puffff, es un montón. Lo más raro de todo es que no vivo nada de lo que está pasando con ansiedad. No me invaden (como miles de otras veces antes) esos pensamientos de proyección permanente entre presente y futuro. Sin sentido, claro, porque no hay más futuro que el hoy.

Empiezo a bostezar y, después de las cargadas correspondientes, se ofrece a acompañarme al auto (Parece-que-de-ir-a-la-casa-ni-noticias-no,-Verita!?).

Cuando nos estamos por despedir no puedo evitar comentarle:

— La próxima en tu casa eh!

— Mmmm, dejame ordenar un poco y te invito. Mi casa no es toda pipí cucú como la tuya.

— No hace falta que…,- intento terminar de decirle pero me besa y me abraza y nos quedamos así unos minutos como si no quisiéramos despegarnos.

Lau está de visita en Buenos Aires y las invito a cenar a casa a ella, Elo y Jose. Preparo una picadita y la idea es pedir comida china (Siempre a dieta nosotras). Jose va a traer unos cuadraditos dulces que venden por su barrio y son deliciosos. Los encuentros con amigas en alguna casa son de las cosas que más me gustan en la vida. Siento que son momentos eternos donde el tiempo se detiene y podemos pasar de la risa al llanto en un segundo, mientras tenemos miles de conversaciones paralelas completamente comprensibles para nosotras.

Llegan todas y la pregunta de cada una es la misma:

— Qué onda el chico nuevo?? Se volvieron a ver?

Las pongo al día. Lau se emociona y mueve los brazos como si tuviera una coctelera en cada uno. Ya piensa en una posible visita de Agustín y mía a Uruguay, en lo bien que se va a llevar con su novio, etc etc etc.

— Bajá un cambio Lau que se vieron 3 veces recién.

— Cuatro.- Aclaro en voz baja.

Proceden a un despiece del nuevo personaje: que cómo se viste, qué dónde trabaja, qué si tiene amigos, que cómo se llaman sus gatos, qué cuánto salió con las ex. Por ahora está aprobado por el clan femenino. Por ahora.

Lau nos cuenta de su hermosa vida en Montevideo y a todas nos dan ganas de vivir ahí. Planeamos un viaje juntas rutero por Uruguay, sin fecha pero con muchas ganas.

Jose se reencontró con un compañero del secundario por instagram y se ven de vez en cuando. Él tiene 3 hijos así que tiene momentos esporádicos para dedicarle y ella no pretende más ritmo que ese así que vivan las coincidencias!

Elo sigue con Lolo y tienen ganas de tener un bebé. En realidad además de ganas lo están intentando y por ahora no llega y eso la preocupa un poco.

— Más que preocuparme me estoy ocupando, porque sé que sino es un tema que te puede quemar la cabeza, y la relación, así que tratamos de ponerle onda.

Brindamos por ponerle onda, a la vida, al día a día, al hoy. Y brindamos por la ingesta hipercalórica con la que celebramos este reencuentro.

El sábado no tengo planes pero tengo la heladera llena de sobras de ayer.

Me dan ganas de decirle a Agus si quiere venir pero dudo si no estaremos yendo muy rápido. Pero más dudo de andar dudando así que lo invito.

A las 9 en punto me avisa que está abajo. Cuando le abro levanta el índice de la mano izquierda y anuncia:

— Le dejé mucha comida a los gatos!,- Nos reímos y caminamos abrazados hasta el ascensor.

Con la ansiedad que me caracteriza voy directo a la cocina a ofrecerle algo de tomar. Me agarra la mano y me lleva al living mientras dice “después tomamos algo, charlemos un ratito en el sillón primero”.

Ok señor que ama charlar, no hay problema.

Nos echamos en el sillón abrazados. Charlamos de pavadas, uno, dos minutos, me mira fijo y afirma en forma de pregunta:

— Vos escribís, no?

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Soy Vera y publico esta y otras historias en mi blog El Juego del Paquete. Te invito a leerlas desde el comienzo, aquí.

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com