Lidiando con los problemas
“No podemos resolver problemas usando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando los creamos”.
— Albert Einstein, físico alemán.
Muchas veces, a lo largo de los años, me han comentado lo siguiente:
— Amor, ya pues.
— ¿Qué pasa?
— Olvidemos nuestra pelea, quiero abrazarte.
— No.
— Ya pues, ¿por qué no?
— Porque tenemos que analizarlo.
— No te compliques, solo suéltalo y ya.
— No puedo. No es mi manera de resolver problemas.
— Okay.
Comentarios que luego podían ir acompañados de un “no le des tantas vueltas”, “no seas complicado”, “¡ya!”. Situaciones que solían ocurrir cuando discutía con mi pareja o alguna amiga cercana.
Hoy en día, veo distintas publicaciones en Instagram o en alguna otra red social, con frases que buscan animar a las demás personas a olvidarse, a seguir adelante, a ser fuertes. “Si no es para ti, suéltalo. Libérate”. Más aún, buscan generar una especie de empoderamiento antes los problemas, sobre todo amorosos. “Tú eres más fuerte, sácalo de tu vida y no vuelvas a saber más”.
Realmente me sorprende. No porque no crea necesariamente que sea verdad sino porque solo ese mensaje — desde mi punto de vista — no genera un cambio real.
¿Por qué?
Primero, uno debería crear una filosofía de vida, su propia manera de vivir. Lo que es bueno para mí, no será para ti. Y al revés también. Sin una manera clara de cómo vivir pues es muy difícil tomar decisiones. Es difícil aceptar o rechazar propuestas. Uno necesita un framework sobre el cual basarse para tomar decisiones, sobre todo las difíciles.
De no ser así, estaremos haciendo caso a cualquier mensaje que encontremos en redes sociales que refuerce lo que queremos escuchar, cayendo en un sesgo de confirmación. Y de eso hay mucho en internet, es fácil de encontrarlo. De esa manera, nos dejaremos llevar por esas frases que nos ayudan a sentirnos mejor por unos minutos o quizás horas pero que realmente nos dejarán vacíos en nuestra siguiente pelea, siguiente relación o siguiente problema.
¿Por qué?
Porque para realmente cambiar o superar un problema, no solo basta con una frase para motivarnos. Necesitaremos una manera de poder resolverlo. La filosofía es nuestra guía pero debemos implementarla de algún modo para hacerla realidad. De no ser así, también quedará de manera etérea, flotando sin realmente ayudarnos.
En mi caso uso uno, tomado de diferentes fuentes. El cual, incluso, aplico al momento de enseñar los cursos que enseño en la PUCP:
Primero debemos buscar inspiración de algún tipo de fuente: los libros, el arte, las personas o los viajes. Luego, tenemos que hacer algo con toda esa inspiración. ¿Leíste algo interesante sobre productividad? Pues mira cómo lo puedes aplicar rápidamente en tu trabajo. ¿Viste una película que te motivó a pintar? Compra acrílicos ya mismo y haz algo. ¿Conversaste con un amigo y te inspiró sobre nuevas maneras de hacer dinero? Crea un plan de negocios ya mismo y mira cuáles son las siguientes etapas.
Lo siguiente es sin duda, equivocarse. El hacer, el salir de nuestra zona de confort, inevitablemente causará que nos equivoquemos, que fallemos, que nos caigamos. Caídas que pueden ser suaves pero también tan duras que nos sacarán lágrimas.
He aquí el punto importante. ¿Qué hacer luego del gran problema? Llorar es un camino; sin embargo, diferentes autores cuestionan su efectividad para calmarnos. ¿Otra opción? Como me la dijeron antes: “Ya olvídate y sigue”. Si bien pienso que se puede adoptar esta mentalidad de vez en cuando. Pienso que en la mayoría de veces o, por lo menos, en situaciones que se repitan mucho o tengan mucha importancia, una actividad previa es relevante.
Y esa es la reflexión. Sin reflexión, no hay nada.
¿Por qué?
Porque la reflexión es el acto de pensar detenidamente sobre algo. El solo hecho de hacerlo, nos abrirá diferentes posibilidades, alternativas y maneras de pensar. Lo cual inevitablemente generará aprendizaje. Como decía el académico canadiense Henry Mintzberg: “Aprender no es hacer; es reflexionar sobre el hacer”.
Inevitablemente, luego del aprendizaje, estaremos generando experiencia de vida. Experiencia que luego nos ayudará a tomar mejores decisiones en el futuro. Lo que conllevará a una tranquilidad futura.
¿Conclusión?
Solo olvidarnos de los problemas para estar bien en el presente, lograría que estemos bien ahora mismo pero por un tiempo limitado. Si no existe una reflexión detrás del problema, un análisis, estaremos condenados a repetirlo una y otra vez, generando un círculo vicioso del cual no podremos escapar y terminaremos culpando a Mercurio retrógrado por nuestra mala suerte (¿o es que realmente tiene la culpa?).
Un camino interesante, por lo menos el que me ha ayudado es: inspirarse, hacer, fallar, reflexionar, aprender y generar experiencia. Un loop positivo que puede ayudarnos a mantenernos en tranquilidad, vivir en armonía y — sobre todo — enfrentar los problemas y la vida con entusiasmo y positivismo.
¿Lo intentamos?
“El tiempo dedicado a la autorreflexión nunca se desperdicia: es una cita íntima contigo mismo”.
— Paul TP Wong, psicólogo clínico canadiense.
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¡Que tengas un buen día!