No dejé de mirarte
“Las palabras están llenas de falsedad o de arte; pero la mirada es el lenguaje del corazón”.
— William Shakespeare, dramaturgo inglés.
“You’re just too good to be true
Can’t take my eyes off of you
You’d be like Heaven to touch
I wanna hold you so much
At long last, love has arrived
And I thank God I’m alive
You’re just too good to be true
Can’t take my eyes off of you”
Sucedió hace unos años. Ella me miró, la miré e inmediatamente sentía algo inusual. Algo por dentro recorría todo mi cuerpo y se manifestaba en solo querer mirarla fijamente. Quizás el único acto adicional que yo producía, era sonreír y seguir sonriendo mientras contemplaba sus ojos café oscuro, acompañados de rimel y un sutil maquillaje que, en conjunto, generaban en mí, el olvidarme de lo que sucedía a mi alrededor.
“Wooow”, me dije. Fue aquella vez, cuando la recogí del Centro Comercial el Polo. Recuerdo el suave movimiento de sus aretes argolla al subir a mi carro, los cuales le quedaban perfectos para la forma de su rostro, su cuerpo delgado y tono de piel. No se lo dije, pero ¡estaba perfecta! Realmente me sentí entre orgulloso, contento, sorprendido y agradecido por estar en ese momento con ella. Claro, esa magia no hubiera sido posible si no fuera por el tono de su voz, la lógica, la gracia y la pizca de sarcasmo que añadía a sus palabras cuando articulaba — en armonía — todas sus ideas. Aquel día, fue nuestra primera salida o encuentro.
Días atrás, sorpresivamente, nos habíamos conectado con un abrazo bajo la luna. No recuerdo con claridad a dónde nos dirigíamos luego de haberme quedarme boquiabierto observándola. Espero que algún día — cuando ella lea esta historia — gentilmente me cuente lo sucedido.
Estoy seguro que lo recordaré. A veces tengo memorias guardas en pequeñas cajas en algún lugar oculto en mi mente y si me logran ayudar, salen a la luz rápidamente.
“Pardon the way that I stare
There’s nothin’ else to compare
The sight of you leaves me weak
There are no words left to speak
But if you feel like I feel
Please let me know that it’s real
You’re just too good to be true
Can’t take my eyes off of you”
Pasaron los meses y seguimos saliendo. Ella conoció a mi entorno y yo al suyo. Pero recuerdo con mayor detalle las fiestas en el sur. Aquellas donde hacíamos previos lo más rápido que podíamos y con el alcohol que estaba a la mano. ¿La razón? las chicas solían tomarse un buen tiempo alistándose.
Luego, realizábamos la tradicional llamada: “Sr. Manuel, nos recoge a las 12:00am. Sí, desde donde siempre al boulevard”. Menos de quince minutos después, nos dirigíamos a la juerga, usualmente Nikita.
Aquel lugar, fue testigo de distintas emociones donde nos conectábamos mágicamente mientras bailábamos nuestras canciones favoritas de latin pop.
Recuerdo cogerte de la mano — mientras interrumpía la conversación que tenías en tu grupo — tan pronto escuchaba una canción empiladora y te llevaba a la pista de baile. Cantábamos juntos las letras de las canciones, nos movíamos en nuestro sitio y dábamos vueltas en ocho mientras yo hacía malabares para que el infaltable vaso del chilcano, no se me cayera.
Íbamos hasta abajo mientras nos reíamos. Por momentos, golpeábamos a otras parejas si la canción era lo suficientemente buena como para llenar el escenario. Cuando no era así, solo éramos los dos dando vueltas. No importaba, la magia la creábamos entre ambos, nadie más.
Pero las sensaciones más recordadas se daban cuando ponían ese latin especial, aquella letra y melodías de la cual nos apropiábamos, la hacíamos nuestra. Quizás porque así nos conocimos y así nos enamoramos.
Momento donde — mirándonos a los ojos — repitiendo la letra y agitándonos casi en cámara lenta, derramé lágrimas de felicidad mientras te veía bailando, sonriendo y disfrutando ese instante. Nos abrazamos y enmarcaste el momento con un “te amo amor” y yo con un “yo también princesa”.
Terminábamos la noche saliendo del lugar abrazados, contentos y listos para una dosis extra de energía. Nos dirigíamos al ‘Food Garden’ del BBVA, y con la tarjeta aprovechábamos el 2x1.
¿Recuerdas aquellas veces donde me terminaba peleando con la señora para que vuelva a pasar la oferta?, ¿o cuando le recriminaba al chico que preparaba las papas fritas por su demora?, ¿o cuando le daba el plato a personas que llegaban antes que tú?
Finalmente, tenía que volver a verlos el siguiente fin de semana y no me quedaba otra alternativa que pedir disculpas o hacerme el loco. Era la única manera de poder satisfacer nuestras ansias por comer algo a altas horas de la noche. Aún guardo los videos donde me filmabas comiendo y yo te decía un sinfín de incoherencias. Esos videos valen oro, donde nuestras risas y miradas cómplices, logran revivir aquellas emociones de años atrás.
¿A qué se debían tan profundas sensaciones? Quizás el efecto que la música produce en nosotros, el ambiente de fiesta, el alcohol y sobre toda la conexión que teníamos, lograban tan mágico momento. Situaciones que se repetían cada fin de semana.
“I love you, baby
And if it’s quite alright
I need you, baby
To warm the lonely night
I love you, baby
Trust in me when I say
Oh, pretty baby
Don’t bring me down, I pray
Oh, pretty baby
Now that I’ve found you, stay
And let me love you, baby
Let me love you”
En muchos años no he vuelto a experimentar la misma sensación. Quizás alguna vez sentí alguna chispa pero no, no fue igual, no fue completo y no llegó ni al 20% de la intensidad que sentí tantas veces. Quizás porque hasta busqué forzarlo.
¿Será que solo lo sentí por ella? ¿Sucederá solo cuando realmente me enamoro? ¿Habrá esperanza por volver a sentir esas sensaciones?
Una amiga cercana me explicó que cada persona es distinta y que uno va a tener diferentes sensaciones por cada persona. Su sustento no me termina de cerrar completamente. Para ser sincero, aún tengo la esperanza de volver a vivir esas sensaciones y que mi cuerpo explote de emociones manifestándose como se le dé la gana.
Mientras tanto, me tocará averiguar, desde el punto de vista fisiológico la explicación científica de las sensaciones que sentí en un nuevo artículo.
¿Seré yo o es que la persona adecuada no ha llegado? Quizás sea el paso del tiempo el que finalmente nos termine de explicar lo sucedido.
“Al final, todos nos convertimos en historias”.
Margaret Atwood, poeta canadiense.
Nota
Por cierto, la letra de la canción que me inspiró a escribir esta esta historia es “Can’t Take My Eyes Off You” escrita en 1967. La versión que escuché fue de Yann Muller. Escúchala aquí:
O disfruta la versión en español con esta bella interpretación:
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¡Que tengas un buen día!