Rigoletto o los 120 días de Sodoma
A la ópera hay que ir con alguien que te la explique pero, ante todo, con alguien que te contagie su pasión por ella. Este arte escénico, pese al ya trillado debate de culturas y alturas, ofrece un buen puñado de placeres inmediatos. Por ello me dejo enredar nuevamente…