SUC#2 La comunidad de startups de Boulder

Raúl Martín
Lanzando en Costa Rica
7 min readOct 30, 2016

Esta es la segunda parte de una serie que analiza el libro Startup Communities de Brad Feld. Puede encontrar la primera parte aquí.

Boulder es una ciudad ubicada en Colorado, EEUU. Es pequeña para sus estándares aproximadamente 100.000 habitantes y 250.000 en su área extendida (similar a la población del cantón de La Unión, o dos veces la de Montes de Oca).

Boulder, Colorado.

En el medio de la ciudad se ubica la Universidad Colorado en Boulder. Entre sus funcionarios, profesores y estudiantes suma cerca del 30% de la población. Además, se tienen varios centros de investigación gubernamentales, lo que implica un alto número de personas con doctorados por las calles.

Boulder es uno de los centros de emprendimiento más importantes de Estados Unidos. En el 2011 fue el cuarto ecosistema del país con mayor nivel de inversiones de riesgo. La comunidad es bastante inclusiva. Claro que hay competencia por el talento, pero se tiene un espíritu de colaboración muy marcado.

Un poco sobre su historia

Varias empresas importantes se instalaron en la ciudad desde los 70s, lo que marcó desde el inicio una comunidad emprendedora. Junto con los avances tecnológicos y la masificación de internet, se tenía una oportunidad muy buena para salir adelante: la ciudad estaba llena de universitarios, mentes brillantes y personas con curiosidad intelectual.

Sin embargo, existía una división importante entre los emprendedores y los inversionistas, principalmente por desconfianza. Además, los inversionistas únicamente trabajaba con personas con las que ya lo había hecho anteriormente, por lo que había pocas opciones de capital. Esto provocó que toda una generación se enfocara en bootstrapping (emprender con capital propio).

Brad Feld

Brad Feld

En ese momento, no había mayor organización en la comunidad. A pesar de eso, el autor (Brad Feld) empezó a crear grupos y espacios donde los participantes pudieran reunirse. Estos grupos fueron muy exitosos.

La comunidad fue creciendo y surgieron varios casos de éxito. Las compañías eran creadas y vendidas, y sus fundadores y empleados volvían a crear empresas que también tenían buenos resultados.

Esta tendencia cambió, igual que en otras zonas del mundo, con la explosión del Internet Bubble del 2001. Muchas empresas habían estado teniendo altas valuaciones solo por estar vinculadas a internet, y en este período los inversionistas se dieron cuenta de que quizás muchas de ellas no eran tan buen negocio. Esto provocó falta de acceso a capital y la quiebra de muchas empresas fue inevitable.

Luego de la crisis

Ya para el 2003, el ecosistema se estaba reactivando. Muchos de los emprendedores quienes habían hecho dinero antes del Dotcom bubble, empezaron a hablar de crear nuevos negocios. También emprendedores nuevos buscaron a otros que habían tenido éxito durante los 90s para que fueran mentores o inversionistas.

Muchas de estas compañías fueron adquiridas por gigantes tecnológicos y eso empezó a generar confianza de que se podía emprender en la ciudad y ser exitoso, sin importar que no se estuviera en un mega ecosistema.

En el 2006 , David Cohen, un emprendedor que había vendido su empresa y hecho mucho dinero, se acercó a Brad Feld para conversar sobre el concepto de lo que se iba a convertir en TechStars. Cohen había hecho dinero, pero tenía hambre de más y estaba determinado en hacerlo desde Boulder. La idea de TechStars, salió de su frustración como inversionista ángel, donde luego de poner dinero en una empresa, no podía dar consejos o ayuda al nivel que se quería.

David Cohen

Esa dinámica no lo llenaba como inversionista, y empezó a reunir a otros inversionistas que tenían frustraciones similares. Lo que quería hacer era reunir a diez empresas e invertir en ellas al mismo tiempo. Luego éstas pasarían por un programa intensivo de 90 días, donde reciben ayuda de mentores e inversionistas para llevar su negocio al siguiente nivel. Después de ese programa, podrían levantar una ronda de capital mucho más fuerte.

Brad Feld se quiso asociar de inmediato. Aparentemente, ya había invertido o ‘gastado’ dinero en iniciativas mucho peores, y pensó que en el peor escenario vendrían unos 30 emprendedores brillantes a Boulder. En el mejor escenario, empresas exitosas saldrían del programa. En cualquier caso, se iba a generar la oportunidad de involucrar a inversionistas, ángeles, abogados, emprendedores y profesionales senior de compañías, con el objetivo común de ayudar a otros a lanzar sus compañías.

En el 2007 se lanzó la primera versión de Techstars, y el ecosistema no ha vuelto a ser el mismo. Inversionistas de todo el país van a invertir a Boulder, y la cantidad de empresas exitosas son a su vez un catalizador para que otros emprendedores decidan lanzarse a iniciar su idea emprendedora.

¿Por qué Boulder?

Luego de la burbuja, varias ciudades fueron capaces de lanzar emprendimientos nuevos, pero casi ninguna llegó al nivel (per-cápita al menos) de éxito que Boulder. ¿Cuál es la razón para esto?

Muchos apuntarían a Techstars como la iniciativa que hizo que todo cambiara, pero este programa meramente vino a exponenciar lo que ya estaba pasando. Boulder es único, porque los emprendedores y los otros participantes del ecosistema tienen un sentido de comunidad que no se ve casi en ningún otro lugar. Toda la tradición de mentoría y cooperación ya estaba bien plantada cuando Techstars llegó a la escena.

En muchas otras ciudades hay comunidad, y también les importa el éxito de sus emprendimientos, pero según el autor, no hay otra comunidad que le dedique tanto tiempo, pasión y trabajo duro a ayudar a emprendedores.

Una observación importante, es que todo este proceso no fue un gran plan estratégico que se implementó con éxito. El gobierno no tuvo mayor participación y no hubo comités debatiendo sobre las mejores formas de crear más startups. Boulder salió adelante, porque una decena de emprendedores creían que el esfuerzo que se hacía por alguien era beneficioso para todos los demás, porque todos podían salir adelante juntos, y porque disfrutaban mucho ayudar en ese proceso.

Este modelo es replicable en todas las ciudades, lo que se necesita es un pequeño grupo de personas con capacidad y compromiso, para que guíen con el ejemplo. Muchos de estos emprendedores son activos como líderes en la comunidad, lo han sido por más de 20 años, y probablemente lo sigan siendo en el futuro.

El punto de inflexión para un ecosistema, es cuando un grupo de personas decide que el éxito de la comunidad de emprendimiento vale la pena para invertir su tiempo y energía.

Costa Rica tiene algunas similitudes con Boulder, al menos en el contexto de escala. Tenemos más habitantes, pero en general mucho del emprendimiento dinámico proviene de estudiantes o egresados de universidades de muy buen nivel. El problema es que no estamos ubicados en el medio de un mercado importante (como viene a ser EE.UU.), lo que dificulta la creación de modelos de negocio masivos.

En Boulder existe toda una mentalidad de ayudarse unos otros, de no competir por talento y de ser inclusivos, en parte porque se aprecia que el mercado no es Colorado, sino el resto del mundo. Si todos nos ayudamos, todo el ecosistema crece y todos somos beneficiados. Estamos acostumbrados a ver en las otras empresas del ecosistema a nuestros competidores, cuando en realidad la competencia más importante es con empresas en China, India, Estados Unidos o Europa.

Donde vale la pena enfocarnos, es en cambiar la mentalidad de construir empresas enfocadas únicamente en el mercado local.

Con las facilidades de internet y la tecnología, hoy se puede empezar un negocio que tenga un impacto global. Si vemos que tenemos +600 millones de potenciales clientes (solo en Latam), ¿qué sentido tiene competir por cinco millones de costarricenses?

Si adoptamos esta visión global, también vale la pena que acojamos los principios de comunidad que se mencionan en el libro. Si entre todos tratamos de colaborar con otros y hacemos crecer a los demás, en el largo plazo el crecimiento del ecosistema nos va a beneficiar también.

Claro, podemos apuntar a que no tenemos un programa como Techstars en el país, y por eso no se puede avanzar… o que el gobierno no ha hecho un buen papel fomentando y quitando barreras para hacerle la vida más fácil a los emprendedores. Son formas de ver las cosas, pero analizando el caso de Boulder, queda claro que estas condiciones fueron simplemente exponenciadores de una comunidad activa y consolidada.

No hay garantía de que si hoy lloviera dinero o se creara una política de inversión similar a Techstars en el país, Costa Rica empezaría a tener casos de éxito. Sí ponemos un catalizador, pero los componentes no van reaccionar, el primer paso es prepararlos. Empecemos a trabajar porque el punto de partida esté lo más adelantado posible.

Compitamos con otros países, no entre nosotros mismos.
Empecemos a crear una comunidad donde nos veamos unos a otros como apoyo para salir hacia adelante.

Puede encontrar el siguiente artículo de esta serie aquí.

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