Es fácil ponerse los audífonos del mundo y evitar escuchar la voz de un Dios que nos pide la perfección, si, es más fácil, pero “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo?” Lc. 9,25.
Un niño sonríe y se llena de emoción al ver sus regalos de navidad. Este mismo niño crece, se gradúa de la…
Hoy tuve uno de esos encuentros que te dejan pensando…
P. Fernando Pascual, LC