Crónicas cingalesas: Vol. 4

De costa a costa

David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo
5 min readSep 8, 2014

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Casi llegamos al fin de las crónicas cingalesas que nos han llevado por capitales ancestrales, ruinas, y naturaleza antes de llegar a las playas que visitamos en las costas este y sur; dejando sólo un último capítulo que cerrará esta serie.

Llegamos de noche, y tras un cansado día de mucho madrugar, y una caminata matutina al “paraíso surfero” de Sri Lanka, un lugar que está comenzando a despuntar en la parte baja de la costa este de la isla. Ciertamente sin nada mirado, pues ni siquiera habíamos valorado realmente la posiblidad de ir a este destino, pero tras idas y venidas de conversaciones en una estación de tren, optamos por juntarnos a otro grupillo de españoles con los que compartimos trayecto.

Lo primero que vimos fue una oferta hotelera de regulera calidad y de precios absolutamente desorbitados en comparación con lo que habíamos estado catando hasta entonces. Varias vueltas por la calle principal y al final nos alojamos en un muy sobrepagado bungalow, eso sí, con acceso directo a la arena de la playa. Malísima noche con un incesante beat de música electrónica saliendo de nuestro propio hotel nos hizo cambiar durante el desayuno; pero no estamos aquí para hablar de hoteles.

La playa de Arugam Bay es una larguísima cola de arena, curva, agolpada de palmeras, y con barcos encallados en tierra, olas gigantes y bastante actividad lúdico-festiva en los alrededores, con restaurantes, bares y tablas de surf por todos lados aunque, en su estilo, bastante tranquila.

Arigam Bay, by James Gordon

El primer día que pasamos allí fue bastante tranquilo y placentero, con poca actividad y baños para paliar el calor, aunque vimos algo que nos dejó bastante descontentos, probablemente una de las peores cosas en todo el viaje. En la playa, vigilantes, había tres policías que impedían que los locales y los extranjeros se juntasen, una especie de apartheid moderno. Fijándose en la foto, es posible apreciar que toda la gente que aparece es lugareña. Justo en esa zona, no permitían entrar visitantes, y a los de allí no se les permitía bañarse fuera de esa zona. Nos quedamos con ganas de saber por qué ocurre, pero sin duda, una experiencia un tanto desagradable.

Arugam Bay, by James Gordon

Para nuestro segundo día decidimos alquilar unas pequeñas scooters para visitar alguna de las playas más famosas de los alrededores, principalmente el Whiskey Point, tranquilo y fuera de la civilización. Una playa sin fin hacia un lado y surfistas hacia el otro es lo que se ve desde una cama en la playa, disfrutando de una cerveza, del único bar (y única construcción) de la playa.

Abandonamos Arugam Bay muy de mañana, hacia el parque de Yala, como ya conté en el capítulo anterior, y esa misma noche decidimos darnos el primero de los homenajes del viaje. Llegamos de tarde al Ranna212, un hotelazo, hotelazo, perdido y aislado (demasiado aislado) encajado en la propia playa de Ranna, ya en la costa sur. Pero dado que aquí no había demasiado que hacer, optamos por tomar camino de Tangalle, una localidad ligeramente más grande y, sobre todo, irnos a un hotel más cercano a la civilización, también hotelazo, pero irrmediablemente menos que el anterior. Lo que aquí sí ganó fue la playa:

Playa de Tangalle, by DavidMolone

La playa aquí es la típica que todo el mundo imagina hablando de “playa paradisíaca. Accedíamos a través de una laguna a una inmensa playa, cubierta por palmeras, sin gente y con alguna que otra hamaca para descansar. Lásima haber ido en temporada baja, cuando el mar está muy revuelto y dificulta mucho el baño, pero desde luego, a lo ojos. Una absoluta maravilla. casi perfecta. Sí que habría sido una visita perfecta, si nuestro intento de encontrar tortugas desovando en la playa hubiera sido fructífero, pero de nuevo, estar fuera de temporada jugó en nuestra contra.

Acabamos nuestra aventura de costa con unos días en la zona entre Mirissa y Unawatura. La primera, según la Lonely Planet, que ya he explicado que es, sin ninguna duda, la peor de las guías que he usado, es la mejor de todo Sri Lanka, y sinceramente, a nuestro gusto, fue la peor de las que visitamos. Desde el primer momento vimos que necesitaríamos unas scooters para movernos por la zona, y nos pusimos a ello, como no podía ser de otra manera.

El primer destino que atacamos fue el antiguo fuerte holandés de Galle, quizás el lugar de todos los que visitamos en el que más patente queda la época de la colonización. La ubicación es perfecta, y es un lugar ideal para darse un paso entre antiguas casas coloniales, llenas de turistas, cafeterías, iglesias, joyerías y un feeling diferente al del resto del país.

Galle fort, by Marc Biebusch

Al lado está Unawatuna; una playa divertida, son restaurantes, bares, tiendas y gente, aunque sin exagerar. Un Buddha y una pagoda vigilantes en un extremo, en lo alto de una colina, y varias barquitas de pescadores varadas en la playa. Una playa casi sin oleaje (muy importante en temporada baja) y mucha variedad de tumbonas para disfrutar del Sol. Para mi, la combinación perfecta entre calma y actividad de todas las playas que vimos.

Unawatuna Beach, by Daniel Snelson

La costa sur de Sri Lanka es también famosa por un arte de pesca de bajura milenario. Pescadores encaramados a unos palos clavados en la playa esperan horas recogiendo pequeños pececillos. Están presentes por todo lo largo de la costa, y tuvimos suerte de ver uno desde muy cerca, en una incursión a una playa perdida, totalmente desierta (hasta que abrimos camino y otros turistas, y locales, nos copiaron) en la que tuvimos el gusto de reposar nuestros cuerpos serranos.

Standing Fisher, by DavidMolone

Y así fue nuestra aventura playera. Espero que os haya gustado, y aprovecho para hacer publicidad de la nueva página de Facebook donde iré colocando las cosas que vaya escribiendo.

¡Hasta la próxima!

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David Fuentes
Siguiendo a Marco Polo

Pachorro, viajero, despistado, Molone, pensador, ingeniero, coherente, baterista, madrileño, cervecero, rayista, seriéfilo, comidista, chanante y submarinista.