Sobre Dios y la consciencia

Santiago Sarceda
soltando ideas
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5 min readMay 7, 2018

“Dios” ha sido históricamente una palabra controversial; al referirse a una verdad absoluta y al mismo tiempo no demostrable, cada cultura la tiñó de su propio color. Hubo guerras en nombre de esta presencia omnipotente, omnipresente y omnisciente, y hay personas que declaran ostentosamente simplemente no creer en su existencia, lo cual no deja de ser otra creencia.

Gran parte de mi educación inicial fue en un colegio religioso católico. A pesar de esto, nunca “creí” en las historias que escuchaba en la iglesia. Tampoco tuve la necesidad de negar todo y exigir evidencia. En general entendía lo que escuchaba en la misa como una posible respuesta que habían encontrado ciertas personas ante las preguntas que me asaltaban a mi mismo cada vez que miraba las estrellas e intentaba comprender el concepto del infinito, o buscar el sentido de mi existencia. ¿Cuál era el sentido de criticar la respuesta ajena a semejantes preguntas? ¿Qué derecho tenía yo para hacerlo?

Pero si bien lo respetaba, entregarme a la fe cerrando los ojos y renunciando a todos mis cuestionamientos me resultaba simplemente aburrido, por lo que terminé tomando el camino de la curiosidad. Así me crucé con distintas obsesiones que fueron formando mi intelecto; dinosaurios, la teoría del big bang, astronomía, microscopios, experimentos, El mundo de Sofía, Cómo funcionan las cosas, revistas Muy Interesante, documentales, Asimov.

Hasta el día de hoy, esa exploración científica y tangencial al misterio de nuestra existencia nunca me había llevado a reflexionar seriamente sobre “Dios”. Supongo que fue mejor, porque quizá no estaba preparado para enfrentar semejante reflexión sin el cinismo de la ignorancia de creer saber.

Desde ya, nunca creí en un Dios con barba, separado de todo, espiándonos para castigarnos o recompensarnos. Tampoco es ese Dios sobre el que me propuse escribir hoy. Mi idea de “Dios” es, hoy, más abstracta.

Para intentar entenderlo, me resulta mucho más útil despojar a “Dios” de toda su mitología, su construcción histórica y cultural, su antropomorfización, sus leyendas, sus creencias y dogmas asociados, y quedarme sólo con su incógnita; transformar a “Dios” en una ‘X’ que aún no sabemos qué esconde.

Evan M. Cohen

Hace poco, después de leer sobre mitología, hinduismo, budismo, y libros como el Bhagavad Gita, empecé a notar que más allá de su propia construcción simbólica mitopoética, todas las culturas y religiones hablaban de lo mismo y de manera muy similar. Así me encontré con la idea de una filosofía perenne, que sugiere la existencia de un conjunto universal de verdades y valores comunes a todos los pueblos y culturas; un concepto que en el hinduismo se conoce como Sanatana Dharma, la “verdad o norma eterna e inmutable”.

De acuerdo con Aldous Huxley, la filosofía perenne es la metafísica que reconoce una Realidad divina substancial al mundo material, a la vida y a las mentes.

Una de las primeras afirmaciones de esta filosofía común a todas las culturas se refiere a la existencia de una realidad no-física, superior (anterior) al mundo material. Esta idea está avalada hoy por evidencia científica a través de la mecánica cuántica. Los experimentos más recientes establecen que la realidad física no existe hasta no ser observada. Pero, ¿observada por quién? Es la pregunta que más inquieta a la ciencia hoy.

Recent experiments led by a group at the University of Vienna, Austria, provide the most compelling evidence yet that there is no objective reality beyond what we observe. This idea, that our measurements create reality, is controversial and scarcely new, but the mounting evidence for it could have major implications in the search for a theory of everything…. Rather than passively observing it, we in fact create reality. — (New Scientist, 23 June 2007 cover story).

En las últimas décadas, uno de los hechos más extraños a los que se enfrentó la ciencia es que las leyes físicas y las condiciones iniciales del universo están “ajustadas cuidadosamente” (fine-tuned) para que la vida sea posible.

Por ejemplo, la fuerza de gravedad o la masa del electrón deben tener valores muy precisos para construir un universo como el nuestro, por lo que estadísticamente es increíblemente improbable que exista un universo con exactamente estos valores. Sin embargo, acá estamos.

¿Cómo explicamos esto? Básicamente podemos tomar dos caminos:

  • Existe una multiplicidad –quizá infinita– de universos paralelos dentro de los cuales existe el nuestro desde el que nos cuestionamos todo esto.
  • Existe una entidad superior (anterior) que determina la forma de nuestro universo previamente a su manifestación física.

Esta última hipótesis no se refiere a un “diseño inteligente” ni contradice la teoría de la evolución, sino que adiciona una incógnita previa a la evolución física del universo, impulsada justamente por esta incógnita que se puede entender como “Dios”.

En cualquiera de las dos hipótesis, queda claro que hay mucho de la naturaleza de la realidad que aún no comprendemos, sin embargo cada avance científico parece ir comprobando las verdades intuitivas que nos transmite la filosofía perenne de la humanidad.

Evan M. Cohen

Otra afirmación de la filosofía perenne que la ciencia aún intenta comprender se refiere a la naturaleza de la consciencia.

¿Es un fenómeno que emerge de la configuración física de nuestras neuronas o es un fenómeno pre-existente en el mundo no-físico, el de la primera afirmación de la filosofía perenne comprobada por la física cuántica?

Este es el punto en el que se podría definir la contienda entre la hipótesis de los universos paralelos y la de una fuerza previa (e.g. consciencia) al mundo material que determina su manifestación física.

Esta fuerza además serviría como respuesta a la pregunta “¿observada por quién?” que nos hacemos al confrontar la evidencia de la mecánica cuántica de que “la realidad física no existe hasta no ser observada”.

Todo esto puede entonces abrir la posibilidad de que exista una consciencia en un plano de realidad superior (anterior) a la realidad física , que con su observación colapsa la función de onda como nos indica la mecánica cuántica, pasando de un campo de pura potencialidad a la creación del mundo físico.

Eso es lo que nos sugiere la filosofía perenne de miles de años de exploración espiritual. Esa consciencia que crea realidad es “Dios”. Ahora resta encontrar la evidencia que lo sustente o refute y abra un nuevo camino de exploración.

…the universe begins to look more like a great thought than like a great machine. It may well be, it seems to me, that each individual consciousness ought to be compared to a brain-cell in a universal mind. — James Jeans

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Santiago Sarceda
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