Diego Buendia también habla música

¡Conoce al escritor!

EÑES
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10 min readFeb 28, 2018

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DDiego Buendía es un ingeniero retirado al que le «saltan las lágrimas de la emoción» cuando tiene en la mesa atún en aceite, mezclado con mostaza, limón y pepinillo. Pero tal vez lo más curioso de este barcelonés, nacido en casa de sus padres en Hostafrancs, es que también lo intentó con la composición musical (aunque, según dice, el mundo decidió que no era lo suyo). Está en EÑES desde no sabemos ya cuándo (igual deberíamos mantener un récord), pero desde que está estamos decididos a no dejarlo ir. Bueno, a menos que decida escribir música. 😄

Un honor, Diego, y aquí lo tienen, comunidad:

Sobre ti

Dices que escribes desde que tienes uso de razón. ¿Por qué entonces te hiciste ingeniero y dejaste la escritura para el retiro? ¿Qué opinas de la escritura como profesión?

Efectivamente: me recuerdo escribiendo desde niño. Fui un lector precoz (entonces no había ordenadores ni consolas) y escritor de redacciones escolares, en las que me esforzaba en imitar aquello que leía. Justo hace unos años encontré una libreta con aquellas redacciones, y sentí una profunda ternura a la vista de la ambición de aquel crío de once años (publiqué unas reflexiones en torno a esa libreta en Medium: «La redacción de 1971»).

Pero sigo. Ocurrió que a los quince descubrí la música y la literatura pasó a ser una actividad subsidiaria de la composición de canciones. Seguía escribiendo, pero la música era más excitante, porque existe el aplauso del público, una gratificación intensa e instantánea que no tiene el escritor en su actividad solitaria. Además, por lo general, una canción se escribe más deprisa que un cuento.

Como no llegué a ser profesional de la música, volví a la Universidad, a terminar unos estudios de Telecomunicaciones que había ido tomando y dejando a lo largo de los años. Seguí escribiendo canciones para mí, pero ya no pensaba en escribir, porque las demandas cotidianas de la vida me absorbían completamente.

Es decir, en resumen: que no decidí dejar la literatura para más adelante. Sencillamente, dejé de escribir porque tenía que dedicarme a otras cosas más prosaicas. Ganarme la vida, básicamente.

Sobre la escritura como profesión, debe ser algo estupendo, pero creo que a mí ya me pilla tarde. No tanto por la edad, que también, sino porque me parece que el escritor profesional tiene que construir un ecosistema de relaciones personales que, contra lo que piensa uno en su visión romántica del escritor solitario, precisa unas cualidades sociales que me son bastante ajenas. Imagino que, a lo sumo, mi obra será descubierta una vez que esté muerto, gracias a un editor emprendedor del siglo XXII que encuentre por casualidad un legajo (o una memoria USB) con mis escritos.

¿Qué diferencias hay en el Diego compositor/escritor de hace más de treinta años con el Diego que regresó a su «primer amor de juventud» luego de tanto tiempo?

Pues la mayor diferencia es que estoy mucho más relajado. No pretendo impresionar a nadie ni ganarme un prestigio que contemplar con el paso de los años, después de una carrera literaria fructífera. La responsabilidad de ser alguien desapareció; ya fui alguien —fui un ingeniero de bases de datos bien considerado en mi empresa, hice algunos proyectos muy gratificantes, mi ego tuvo su momento, en suma. Ya he sido alguien y esa necesidad quedó cubierta. Esta sensación es liberadora hasta un extremo que es difícil de explicar si no se vive en primera persona.

Otra diferencia es que tengo más experiencia de la vida, cosa de la que no cabe enorgullecerse, porque los años pasan con indiferencia, sin que uno tenga necesidad de empujarlos heroicamente. Escribo lo que me apetece y tengo muchas cosas que contar. La ventaja para el mundo es que una vez escritas quedan aparcadas en el papel y así espero evitar ser el típico abuelo que cuenta sus batallitas una y otra vez a sus pacientes vecinos.

¿Qué hace Diego Buendía cuando no es ingeniero, ni programador, ni escritor, ni compositor (tal vez sigues componiendo tácitamente), ni cuando come atún en aceite?

He simplificado bastante mi vida. Camino bastante por razones de salud (antes corría; lo expliqué humorísticamente en «Yo en plan Murakami»), ya que mi médico me dijo que o hacía ejercicio o me iba a solidificar sentado ante mi ordenador. También con la idea de cuidar mi salud me he vuelto cocinillas. Para no reconocer que me gustan esas actividades simples como trocear una cebolla o preparar un sofrito, suelo justificarme alegando que sigo la antigua tradición de los alquimistas medievales. De hecho, algo de eso hay cuando consigo cuajar en su punto una tortilla de patatas.

Sobre la escritura

Tuviste un rato de fama con el proyectazo El Quijote en 17000 tuits. ¿Cómo surgió exactamente esta idea de publicar por fragmentos la novela de Cervantes en Twitter? ¿Cómo hiciste para atraer la atención de tantos lectores y de los medios? (a ver si robamos alguna idea :D).

Fue durante una febrada de varios días en que pasé muchas horas en un estado de duermevela. En los ratos de vigilia me distraía con Twitter y por alguna razón asocié esta red social a las antiguas novelas por entregas del siglo XIX.

Al cabo de unos días me encontré mejor y mi cabeza de ingeniero empezó a pensar en la viabilidad técnica del proyecto. Para mi sorpresa, parecía más fácil de lo que imaginaba. Lo monté en unos pocos días, como prueba de concepto, más que nada, y para echar unas risas con mis pocos seguidores. Me sorprendió mucho el revuelo público que hubo justo a la segunda semana de la publicación. Creo que algún periódico de La Mancha lo descubrió y a partir de ahí se corrió la voz.

La clave del éxito, en principio, radica en que la noticia en sí misma es chocante: «Un español quiere publicar el Quijote en Twitter». Es como aquello del hombre que muerde a un perro. Quién será ese chiflado, se preguntará el público. Y esa curiosidad se abre paso por todos los medios, poco a poco. Llega un momento en que la agencia EFE te pide una entrevista, y cuando les preguntas inocentemente dónde se va a publicar, la periodista te dice que en todo el orbe de habla hispana, porque EFE es una mayorista de noticias que surte a una infinidad de medios en España y en Latinoamérica. El caso es, por resumir, que el día que EFE publica la noticia, mis seguidores de Twitter pasan de unos cientos a más de 7.000. Una locura.

De hecho, si me ciño a tu pregunta (¿cómo hacer para atraer lectores y medios?), la respuesta es simple: consigue que la agencia EFE se interese por lo que haces. ¿Y cómo? Haz algo que sea suficientemente absurdo. En mi experiencia, eso es todo.

Debo añadir que, gracias a mi pericia técnica (jaja), conseguí terminar la publicación 599 días más tarde, coincidiendo con el cuarto centenario de la muerte de Cervantes. Dos semanas antes de la efeméride, los medios volvieron a interesarse, un tanto incrédulos de que el chalado de 2014 hubiera conseguido llevar a buen término su hazaña. Volvió a entrevistarme EFE y cayeron otros 7.000 seguidores.

Si la primera vez, en septiembre de 2014, todo fue producto de una concatenación de felices casualidades, para esta ocasión de abril de 2016 ya preparé un poco el terreno mediático. Así, la coincidencia de fecha de finalización y aniversario de Cervantes fue algo pensado: adapté el ritmo de publicación para lograrla. También declaré a los medios que el último tuit lo publicaría en directo desde Alcázar de San Juan, en el centro de La Mancha. Esta idea extravagante no desentonaba con el aire general del proyecto, y acabó siendo la guinda perfecta del mismo: el pueblo se volcó, desde la primera autoridad hasta la gente de la calle y yo tuve un fin de semana de gloria mundana; para Alcázar de San Juan, que tiene una antigua polémica con Alcalá de Henares a cuenta del lugar de nacimiento de Cervantes, toda esa publicidad resultó ser una suerte de restitución en justicia, algo así como ganar un partido de fútbol en el campo del gran rival.

Es imposible no desviarnos a ‘Turista de autopista’; es decir, a tus años de compositor. ¿Cómo decidiste escribir música y cómo ocurre esto de combinar la composición musical con la literaria?

La historia de ese disco, el único que he publicado en solitario, es bonita también. En 2006 se me metió en la cabeza preparar un repertorio de canciones muy personales para cantarlas en solitario, guitarra y voz solo, en un pub de Barcelona. El día del evento se presentó una cincuentena de amigos, entre ellos Pep Sala, un excelente músico con quien había tocado y salido de gira veinte años atrás.

Mi amigo quedó muy impresionado y me propuso grabar un disco en su estudio. Me hizo mucha ilusión, porque por una vez tenía toda la libertad del mundo para hacer lo que tuviera en la cabeza. Fue muy generoso: me dejó usar su banda, unos músicos profesionales estupendos, y me regaló las horas de estudio. La experiencia fue una delicia; a mi edad era como volver a ser un niño. Además, para mí fue un resarcimiento de antiguos sinsabores: como me ocurre ahora con la literatura, pude hacer mi música sin estar agarrotado por la necesidad de gustar o de labrarme un porvenir con ello.

Añadiré algo sobre las letras de las canciones, un aspecto que relaciona música y literatura. Lo que me fascinaba de las canciones era el desafío de contar una historia en apenas tres o cuatro minutos. Parte de mi interés temprano en la música era enfrentarme a ese desafío. En Medium dejé testimonio de mi admiración hacia ese tipo de canciones: «What a fool believes — Doobie Brothers».

¿Cómo te preparas para escribir obras de arte como «Los nueve Pintupi: la tribu perdida»? Cuéntanos, ¿cómo es tu proceso creativo?

Ese reportaje proviene de una novela que empecé el año pasado y que se iba a llamar La miseria como placebo. Hacia la mitad, el protagonista acaba en el Outback australiano, y por ello tuve que documentarme sobre Australia y los aborígenes. Así descubrí que Australia es un mundo aparte, y su historia, en particular en lo relativo a los aborígenes, es especialmente compleja. Eso es un regalo para la curiosidad, pero una maldición para el desarrollo de la historia. Podría hacerse una novela entera solo con esos elementos (bueno, ya hay una y muy buena: Carpentaria, de Alexis Wright, una escritora aborigen, precisamente). Entre las historias que encontré, la de los nueve Pintupi era especialmente fascinante. Recogí todo lo que pude al respecto y la historia salió sola.

Otras historias, como El Quijote de Andrei Markov, vienen de una curiosa mezcla de inquietudes literarias y técnicas. Quizás lo más llamativo es que no me limito a imaginar una historia fantástica, sino que trato de hacer una implementación técnica real. Así, ese cuento tiene una página web asociada que hace efectivamente lo que pretendía Andrei Markov en el cuento. Hay una magia especial en poder hacer realidad la fábula, y para eso mi formación técnica ha sido de gran ayuda.

También en esa línea está «Haiku Pantone», un generador de haikus a partir de los nombres (muy creativos, por otra parte) de los colores de un catálogo de pinturas para decoración. Os recomiendo que lo probéis; aparte de los curiosos haikus, las combinaciones de colores resultantes llegan a ser espectaculares. Este tipo de desarrollos, manifiestamente inútiles, tienen para mí una extraña belleza, que los refiere un poco (seamos modestos) a la patafísica de Alfred Jarry.

Esos son los textos más trabajados, los que necesitan una documentación o llevan una elaboración informática detrás. Luego tengo otros más espontáneos, como las poesías, o las cartas a los hijos. Ahí ayuda mucho haberme hecho mayor. Si no escribiera esas cosas, acabaría contando mis batallitas en el parque, sentado en un banco, lo que terminaría siendo enojoso para mis convecinos y para la familia.

Medium, EÑES y tú

¿Recuerdas el día en que llegaste a Medium? ¿Cómo encontraste esta plataforma exactamente? ¿Por qué decidiste empezar a bloguear desde aquí?

Es fácil. La fecha de mi primera aportación es de 2014. Llegué curioseando plataformas de blogging, y me quedé porque soy de naturaleza minimalista y el interfaz del editor me pareció de una elegancia insultante. Yo venía de WordPress, Tumblr y Blogger, y con todos esos recursos para cambiar la apariencia de las páginas las encontraba todas un tanto distractoras del hecho de escribir. Me gusta el entorno uniforme de Medium.

¿Cómo crees que los hispanohablantes podrían hacerse notar en esta plataforma anglosajona?

Ante todo usando un lenguaje propio. Me refiero a buscar anclajes en la propia tradición cultural hispana, evitando imitar o tratar de parecerse a lo que es el mundo anglosajón. Es evidente que, a ser anglosajones, nadie los gana. No me llaman nada la atención los artículos que me muestran «Siete formas de ser más productivo», es absurdo; preferiría leer «Elogio de la siesta», si puedo elegir. No necesitamos para nada parecernos a esos gringos del demonio.

¿Desmembrarías nuevamente ‘Don Quijote’ y lo traerías a EÑES algún día (sin presiones :D)?

No me lo había planteado nunca. La idea de publicar el Quijote en Twitter venía inspirada por el concepto de novela por entregas decimonónica, en que la singularidad de Twitter (la brevedad, la línea de tiempo) era el factor diferencial. Para pensar algo parecido en EÑES, uno tendría que plantearse qué aportaría al lector, aparte de darle una periodicidad y el consabido «Continuará…» al final de cada entrega. Quizás (pero pienso en voz alta) una lectura comentada estaría bien. Lo pensaré, prometo.

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