Elegancia siglo XXI
La propuesta que trajo a La Convi, la residencia-convivencia para artistas que hicimos en enero de 2018 era la de registrar con su cámara lo que iba ocurriendo. Dijo que después vería que era posible hacer con ello. Como dijo Vero, su cámara era lo menos invasiva que se había visto.
Ni bien bajó del auto ya comenzó con el registro: los niños, las charlas, la comida, las diferentes actividades.
A mí me llamó la atención su elegancia. En el trato, en el modo de hablar, en la escucha a los otros y en sus intervenciones. También mostró una gran capacidad para sumarse, integrase a las propuestas de los demás con esa misma actitud, una combinación entre humor levemente irónico, presencia próxima, amable y distancia crítica. Fue una de las sorpresas que tuve a lo largo de los días, ya que no lo conocía demasiado, no había tratado tanto con él. Me contó mientras preparaba el fuego del primer asado en la parrilla del galpón, lo cual me aleja por varias horas del resto de los comensales, de su viaje a Colombia y de la visión que tenía acerca de sus padres en la actualidad, una pareja bien avenida. Esa conversación, copa mediante, volvió ameno ese momento que otras veces puede resultar largo.
Aquí una muestra de estilo:
Cuando nos tocó leer las crónicas que habíamos hecho, Chapi eligió relatar la ida a campo traviesa en la oscuridad bordeando el alambrado de cinco o siete hilos desde la casa de Ceci a la nuestra -parte del recorrido del Territorio Arana-, el enfrentamiento a los perros, la saltada del alambrado y la caída de los cuerpos más o menos atlética según el caso de quien saltara, la pertenencia al grupo de los valientes o de los cobardes y los cambios de bando de última hora. Su gracia, humor y captación de la aventura excelentemente narradas nos hicieron disfrutar y reír a todos, a mí me remitió especialmente a La Guerra de los Botones, una novela preciosa que había leído de chica en la escuela.
Acá algo de cuando fuimos a Ignacio Correas, nóteselo cámara en mano.
Creo que en el anteúltimo día se levantó a las 5 y 20 a cantar el mantra colectivo con Nahuel y otras más y a dejarse bañar por la luz dorada del amanecer.
