Rio Grande do Norte: seis arcoíris, siete meses y ocho tesoros
Vamos a calentar el sol, continuación de Mi planta de naranja-lima publicada en 1974 por el gran Vasconcelos nos cuenta la adolescencia de Zezé al ser adoptado por una familia de clase alta, dejar Río de Janeiro (RJ) y comenzar una nueva vida en Natal, la capital de Rio Grande do Norte (RN). Es en el nordeste brasilero donde el personaje transita entre la pubertad y la adolescencia, hace de las suyas en el internado, encuentra en la natación y el mar grandes pasiones. Se enamora repetidas veces. Juega a ser Tarzán durante las noches. Y conoce a Adán, un sapo-cururú que decide morar en su corazón. Solo si él acepta, claro.
Mira, Zezé, si me aceptas, todo va a ser más fácil. Yo quiero enseñarte una vida nueva, defenderte de todo lo ruín y barrer esa maraña de tristeza que te persigue siempre. Descubrirás que, aún estando solo, no sufrirás tanto.
Por supuesto Zezé acepta. En una historia llena de introspección, aventuras y ese ingrediente único del escritor llamado ternura. Esa búsqueda de la ternura me persiguió durante años. De la mano con tristezas y soledades (que aún tengo). Pero fue Brasil lo equivalente a ese Adán en mi vida. Y aunque RJ fue mi primer estado, era RN una visita pendiente. Para conectar con mi yo adolescente y terminar de enamorarme del país.
Tengo que recapitular mi historia en Brasil. Hasta antes de esta última aventura había hecho siete viajes y conocido nueve estados. Durante el segundo semestre del año pasado escribí artículos contando todo eso. En mis siete primeros viajes hice trayectos menores (entre uno o tres estados) y estuve menos tiempo (desde un par de días hasta dos meses, que fue mi estadía máxima), pero siempre lo suficiente para sentir el país como parte de mi crecimiento y de mi ser. Aquí dejo mis escritos:
Primer viaje: Río de Janeiro (2006)
Segundo viaje: Río de Janeiro (2008)
Tercer viaje: Bahía, Minas Gerais y São Paulo (2014)
Cuarto viaje: Espírito Santo, Paraná y São Paulo (2016)
Quinto viaje: Espírito Santo (2017)
Sexto viaje: Rio Grande do Sul y Santa Catarina (2018)
Sétimo viaje: São Paulo, Mato Grosso do Sul y Santa Catarina (2019)
Es en el viaje #8 en el que comenzó todo. Un trayecto en Rio Grande do Norte que no paró hasta cumplirse la meta de recorrer todos los estados brasileños que tenía pendiente (son 27). Un sueño que apenas hace un mes (enero 2022) hice realidad. Y por supuesto tenía que iniciar en RN. La verdad es que mi punto de partida fue SP pero fue RN el lugar al que volví varias veces durante estos catorce meses que ya llevo viajando. Hacerlo durante la pandemia parecía una locura, y mi intención era quedarme solo dos meses. Pero las fronteras cerradas, las clases virtuales, la visa Mercosur y la vida hostelera facilitó todo. Solo para evidenciar lo extenso e intenso que ha sido (y sigue siendo) el #8 dejo aquí el roteiro actualizado:
Octavo viaje: São Paulo, Rio Grande do Norte, Ceará, Piauí, Maranhão, Pará, Paraíba, Pernambuco, Alagoas, Sergipe, Brasília, Goías, Bahía, Espírito Santo, Mato Grosso, Rondônia, Acre, Amazonas, Roraima, Tocantins y Amapá (2021).
¡Con una escapadita a Saint-Georges-de-l’Oyapock, en la Guyana Francesa, por cierto! Es un desafío resumir un viaje tan largo en un artículo de Medium. ¡Estuve cerca de siete meses solamente en este estado! Pero haré el intento dividiéndolo en ocho ciudades/municipios (los tesoros) que conocí durante estos siete meses.
Si ese sol es tan lindo, imagínate el otro.
El primer tesoro: Natal 🌈
Llegué al mediodía a través de un vuelo a la ciudad donde vivió Zezé adolescente. Entre las opciones de alojamiento, la más idónea fue el Agora Hostel Natal, un hostel-posada muy lindo ubicado en la calle Cabo de Bacopari en el barrio de Ponta Negra. Qué bello fue leer Doidão (la continuación de Vamos a calentar el sol) en portugués y saber que Zezé nadó desde la Praia do Meio llegando a esa playa famosa que aparece en internet si googleamos Natal + Brasil. Ponta Negra linda. Ponta Negra maravilhosa.
Digamos que Natal fue la ciudad con más engagement dentro de estos 14 meses. Estuve entre idas y venidas allá unas diez veces (pero las resumo a tres). La primera vez solo por unos días para pasar Natal en Natal (¡Navidad se escribe igual!), la segunda como voluntario en el Agora (por cinco meses) y la tercera como una especie de híbrido entre huésped y voluntario (un mes siendo uno, otro mes siendo otro).
Y la verdad es que lo que me atrapó de Natal fue lo tranquila y segura que es la ciudad. O en todo caso el lugar en el que viví. Los dueños del hostel (Laio de Chile y Bianca de Argentina) son una pareja joven que recibe viajeros desde algunos años. Pensaron en el espacio como un cuerpo de pousada y corazón de hostel: bellas plantas en la entrada, espacios limpios de madera natural, hamacas en la terraza, cuadros y mensajes ligados a la música y cultura brasilera y áreas compartidas para hacer coworking o departir.
Algo admirable en los agorianos es el compromiso que tienen con el servicio que ofrecen, al punto de oficializar procesos, desde el doblado de las sábanas hasta la interacción con el huésped desde que llega hasta que hace el check-out. Durante un buen tiempo tuve el sueño de tener un hostel, y con ellos aprendí mucho sobre la experiencia. Es desafiante pero vale la pena. Reconfiguras el viaje de una persona. Y para bien.
El Agora está a menos de 500 metros de la Praia de Ponta Negra, la misma que caminando te lleva hasta el Morro do Careca (la imagen gugueable). En el trayecto se encuentra la Ferinha do Artesanato. Descubriría luego que en casi todas las ciudades de este país hay ferias así. Son un punto imperdible y venden ropa, toallas, adornos, pinturas y recuerdos baratos.
Hay una bajadita que conduce hacia la orla (según el diccionario: “espacio de tierra que cerca una porción de agua, orilla”), en ella hay restaurantes, puestitos de comida, tiendas de ropa y souvenirs, vendedores ambulantes, kioskos con bebidas y agua de coco. En fin, toda la experiencia viajera en una ciudad que, si no me equivoco, tiene la mayor cantidad de días de sol en Brasil. Por eso a Natal, que este 2022 cumple 423 años (el día de Navidad) se le llama la Ciudad del Sol o la Novia del Sol.
Encontré el voluntariado en Natal a través de una app llamada Worldpackers. Aunque ya conocía a Laio y a Bianca por mi experiencia como huésped en diciembre 2020, el proceso se basa en buscar opciones de trabajo voluntario en distintas áreas (recepción, cocina, limpieza, etc) y calzar en el lugar, puesto y horario que más se acomode a ti (yo fui el guardián del turno de la madrugada, puesto heredado por un colombiano llamado Alejo).
Worldpackers es una plataforma interesante porque eres rankeado por tus hosts y tú también puedes calificarlos. Entonces por la cantidad de estrellas y comentarios ves qué tanto podrías o no conectar. Con ellos no había riesgo porque ya los conocía. Alguien, que por cierto, conocí en el Agora y está acumulando experiencias viajando a través de los voluntariados es Júlia. Probablemente es la persona con más disciplina que he podido conocer al documentar sus viajes. Aquí dejo su cuenta de insta y canal de Youtube. ¡Recomiendo seguirla y ver qué anda haciendo en Argentina!
Estuve por cinco meses de marzo a julio, continué viajando dentro del país en agosto y setiembre, y regresé a Natalito en octubre y noviembre. Visité a los agorianos de nuevo y espero hacerlo varias veces más. Esta ciudad se convirtió en mi casa, por lo que viví allá y las personas con las que pude conectar. A ellas les debo este hermoso viaje surcando el Brasil.
Y también a puntos que se convirtieron en mis fijos dentro de la capital: la lavandería 5 a sec, el puesto de la pareja de ancianos que sirve menús a 13 reales frente al Agora (Reynaldo’s), el bar favorito de Erikinho (Curió), el restaurante favorito de Loretta (Pinga do Fogo), la mejor tapiocaría del mundo (Casa de Taipa) y el centro histórico, no tan promocionado como debería pero por supuesto fui. Aquí algunos registros de lo mencionado:
Pero no todo en Natal son salidas y comilonas. La ciudad también tiene playas muy lindas. La más popular, obviamente, es Ponta Negra. Aunque hay maravillas que encuentras sin salir de la ciudad, en el litoral norte. No pude conocerlas todas pero aquí dejo un recuento de las que me encantaron:
El segundo tesoro: Extremoz 🏎️
Cuando promocionan la ciudad de Natal (Capital Mundial do Buggy), uno de los tours más emblemáticos es el de Genipabu, en esos carritos. Contra lo que se cree, las dunas no están enNatal, y sí en otro municipio llamado Extremoz. Dependiendo de la agencia con la que se separe el paseo se pueden pagar entre 100 o 150 reales. El servicio incluye visitas a algunas playas del litoral norte, cruzar el río en balsa, baño de agua dulce y pagando montos adicionales puedes bajar por un tobogán hacia el agua y montar dromedários, animales similares a los camellos.
El paseo es hermoso. Visualmente hablando ese contraste entre el amarillo dorado de la arena y el azul del cielo o del mar seducen tus ojos. Recuerdo que Loretta y mi mamá se enamoraron de los buggys. Algo en sus colores electrizantes estimula la vista y le da ese toque aventuresco al paseo. Eso y el hecho de que los motoristas por momentos aceleren al subir o bajar una duna. Definitivamente es uno de esos momentos postales que todo el que viaja al nordeste debería permitirse vivir.
Volviendo a ver el trailer de Flor de Caribe, confirmo que mis primeras fotos no le hacen justicia al lugar. El iPhone SE es bueno, pero es un modelo del año 2016 que se queda pequeño al lado del iPhone 12 mini del año 2020. Aquí dejo algunas fotitos y videos del nuevo teléfono para constatar la mejora:
El tercer tesoro: Tibau do Sul 🪁
Si Natal y Tibau do Sul fueran hermanos, este último sería el más guapo, el más popular, el más todo. Probablemente el nombre no le suene a nadie, hasta que menciono que su balneario más icónico es Pipa. Mucha gente, de hecho, viene a Rio Grande do Norte solo para ir directo a ese lugar. Puedes hacerlo a través de Bla Bla Car (plataforma que te permite pedir “caronas” o “rides” a un precio mucho más económico) o ir a la segunda parada de buses frente al Shopping Natal (a unos 15 minutos en taxi desde Ponta Negra).
El lugar es tan solicitado que salen buses todas las horas. Desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde aproximadamente (horas referenciales). El trayecto toma unas dos horas. Quizá un poco más si se va en bus y menos en carro particular. Si Extremoz fica en el litoral norte, aquí en Pipa ya estamos adentrándonos en el litoral sur. Ambos bellos a sus maneras.
A Pipa fui varias veces. Es un lugar compuesto por varias playas que remiten a Máncora en Perú y Montañita en Ecuador, no en relación a la belleza de las playas porque (a mi parecer) las de Pipa son infinitamente mejores. Pero sí por la vibra fiestera y la onda latina que se respira (hay cientos de argentinos).
Al igual que en Natal, el cielo comienza a clarear desde antes de las cinco de la mañana. Hay callecitas con hostels, casas a la venta, barecitos, tiendas, juguerías, açaiterías y restaurantes. Mucha vegetación, entradas con flores alrededor, gatitos, lagartijas, música en vivo, en fin, mucha vida y sin siquiera bajar a las playas aún (que son otro mundo). Y por supuesto los hostels son siempre una opción que puede cambiar todo por completo.
Estuve en Zicatela la primera vez (diciembre 2020). Recepción fría y sin sabor. No hay una sensación de hacerte sentir en casa, absolutamente nada. Súper diferente al Agora en Natal. Y desperté con una tarántula en la cama de al costado (no es broma, y nadie murió, tampoco la araña). Lo bueno del Zicatela es que queda justo antes de la bajada de la Praia do Amor. Un lugar muy lindo y simbólico dentro de Pipa.
Prácticamente todas las demás veces me quedé en un hostel que encontré caminando, por cuestiones del azar, el nombre es Lagarto na Banana y es un lugar espectacular. El lugar fue pensado por un israelí llamado Ophir (se pronuncia Efi), un amor de persona con una visión clara de lo que quería en este espacio: generar un sentido de comunidad, lazos sólidos y ante todo una familia, formada por voluntarios, huéspedes y visitantes. Vale agregar que el dueño habla perfectamente el portugués, inglés y español. ¡Es cuatrilingüe!
Aunque no está tan cerca de la playa, caminar dentro de Pipa es un placer, el hostel es eco-friendly, la onda de Lagarto es divertida, cercana y atenta, que las distancias se disminuyen cuando el corazón está tan lleno de amor. También son pet-friendly, siendo la estrella del hostel un gato naranja con blanco llamado Paçoca. Otros integrantes, no menos importantes son Frajola y Uriel.
El hostel, además, ofrece actividades gratuitas todos los días: yoga, conversatorios (fui a una roda filosófica sobre el amor), noches de forró y samba, aulas de caipirinha, música en vivo, cenas temáticas (todas veganas y hechas por los voluntarios) y más. Tiene una piscina y los cuartos y baños llevan nombres de países. Todo internacional. Gatitos, abrazos y fiestas nunca faltarán en Lagarto na Banana.
El último hostel en el que estuve se llama Casa de Jack. De todas maneras escribiré un artículo separado sobre todos los hostels en los que he estado porque ¡hay mucho que decir y analizar! Pero en fin. Ya había ido de visita para ver a James, un inglés que conocí en Natal y que se quedó voluntariando en Pipa. La casa queda dentro de la Praia do Centro, y está en la misma bajada entonces literalmente descansas a unos pasos del mar.
Ambos hostels incluyen el café da manhã o desayuno. Pero la vista de Casa de Jack es de las más hermosas que he visto viajando. Estos son algunos de los registros que siguen sin hacerle justicia a este lugar tan bonito. No te conozco, Jack, pero eres un capo por ubicarte aquí. Incrustado en tantísima belleza.
La Praia do Madeiro y la Baia dos Golfinhos también son imperdibles, aunque he de confesar que no las he gozado tanto como Amor y Centro. Incluso me pierdo revisando las fotos, no sé cuál es cuál. Posiblemente y solo conocí Madeiro aunque estoy casi seguro de que el año o anteaño pasado caminé hasta llegar a Golfinhos.
Pipa tiene una impresionante vida nocturna. Quizá eso es lo que inicialmente no me atrapó. Pero si quieres fiesta, no hay pierde. Muchas veces se arma en la Praia do Amor algo con música electrónica. También es un espacio bastante gay friendly. Y el lugar favorito de quienes aman el surf. Las clases me parecieron algo caras (como cien reales cada una). La pregunta es, ¿qué no es caro en Pipa? Y mi respuesta: caminar por las playas y la caipirinha de cinco reales del Lagarto.
El cuarto tesoro: Nísia Floresta 🌸
Aquí ya nos encontramos incursionando en el litoral sur de Natal (el mismo que tomamos camino hacia Pipa), pero este es otro municipio. No tan conocido como los primeros que nombré. Sin dejar de tener un encanto peculiar. A Nísia Floresta, ubicada a 45 kilómetros de Natal, fui varias veces, encantado por una trilha que visité un total de 10 veces, desde marzo del 2021 hasta enero del 2022.
La excursión nos lleva a la Laguna de Alcaçuz. Un hermoso reducto de piscina natural y aguas cristalinas, siguiendo más o menos el siguiente trayecto: taxi de 16 reales desde Ponta Negra hasta el supermercado Bom Preço (me parece que está dentro de Pirangi, cerca al cajueiro) y luego una caminata de aproximadamente una hora en la trilha. La ida es sencilla, el tema es el regreso. Las primeras tres veces me perdí. También es complicado agarrar un Uber o 99 para regresar. Y suelen ser más caros. Pero hasta las 6 de la tarde pasan buses hacia Natal, muy cerca del Bom Preço.
Esta laguna es uno de los emblemas de mi viaje. Siento que volví tantas veces que medio que me creía su guía oficial. Un guía que se perdió las primeras veces, pero bueno, no por eso dejaba de serlo. Y fui mejorando con el tiempo, claro. Tengo tantos, tantísimos archivos de fotos que es difícil compilar todo por aquí, pero subí los videos a este canal de Youtube, todos bajo el nombre de Alcaçuz Adventures (separados en temporadas y episodios). Vale la pena darle una ojeada.
Y si Alcaçuz es la estrella de Nísia Floresta, un par de personajes podrían hacerle la competencia. En este municipio se encuentran la Praia de Tabatinga, a la que fui con Tabata (amo el juego de palabras) y la Praia de Barreta, playita desierta y tranquila a la que solamente fui porque mi apellido es Barreto.
Otros destinos son las playas de Pirangi, siendo una peculiaridad que Pirangi do Sul se encuentra dentro del municipio de Nísia Floresta y Pirangi do Norte en el de Parnamirim. La playa del sur, desde mi experiencia, es de las más hermosas que hay en Rio Grande do Norte. Es agradable caminar en ella, hay casas muy bonitas (y probablemente muy caras) y siguiendo el rumbo te topas con el Río Pirangi. De un lado tienes agua dulce en el río, de otro las aguas saladas del mar. Es fascinante.
El quinto tesoro: Parnamirim 🥜
Y así como existe Pirangi do Sul, también se encuentra Pirangi do Norte, en Parnamirim. La playa es linda pero la más guapa es la del sur. Justo entre ambas playas hay un muelle fantástico para tomar fotos. Moniquinha, Lorettinha y yo lo aprovechamos ese día.
El sello del municipio es el árbol de cajú más grande del mundo, que este 2022 cumplirá 134 años. El área que cubre el cajueiro es de aproximadamente 8 500 m², es uno de los atractivos turísticos más importantes de Natal, aunque no se encuentre dentro de su ciudad. Y la entrada cuesta tan solo 8 reales. Hay bebederos con agua súper helada y subiendo las escaleritas se tiene una vista panorámica muy linda de la ciudad.
El sexto tesoro: Maxaranguape 🌊
Una vez más, este nombre no es tan conocido en relación a paseos y tours. Pero seguro la palabra Maracajaú abrirá los ojos de los potiguares (así se llama a los que nacen en el estado) pues estamos hablando de un área de protección ambiental. En la ciudad de Maxaranguape, de hecho, se encuentra el punto más cercano de África en toda América del Sur: el Cabo de São Roque.
El encanto de las aguas de Maracajaú, llamado cariñosamente por los pobladores como el “caribe” de Rio Grande do Norte son sus aguas cristalinas. El paseo se hace en lancha y dentro de temporadas altas 650 personas nadan allá por día. Creo que pagamos cien reales para hacerlo, y nos regalaron fotos tomadas por una Go Pro. ¡Mis primeras bajo el agua!
El sétimo tesoro: Rio do Fogo
El municipio fue insertado dentro del Área de Protección Ambiental de los Recifes de Corales, creado por el decreto estadual 15746 del 6 de junio de 2001 con la intención de proteger dichos espacios y sus ecosistemas adyacentes. Al igual que Maxaranguape, también se ofrecen en él paseos de piscinas naturales, aunque no tomé ninguno. No tengo fotos suficientemente buenas pero ese día hubo playita, cruzamos el río Punaú y nos divertimos con la galera del Agora Hostel.
El octavo tesoro: Galinhos
Fueron 160 kilómetros los recorridos desde Natal hasta llegar a esta belleza de lugar, en el litoral norte del estado. Comenzamos pasando en un barquito las salinas, recorrimos los bellos molinos de Praia do Capim, que confieso se parecen a todos los que se ven en el nordeste, sin dejar de ser encantadores.
Almorzamos en la Praia de Galhos y acabamos yendo a caballo hasta el Farol de Galinhos, foto postal hermosa de ese pueblito rodeado de las cosas más simples y bellas de la vida. Hay algo simbólico en el hecho de conocer una ciudad nueva junto a alguien. Es algo que tendremos durante toda la vida. Y me encanta haber descubierto ese paraíso al lado de mi mamá, quien vino por una semana y media a verme a Brasil, durante el mes de octubre del 2021.
Galinhos es un lugar estupendo para hacer kitesurfing, hay paseos en buggy para sus propias dunas y se disfruta de la verdadera gastronomía nordestina en un almuerzo típico dentro de la villa. Es un lugar ultra random, pero sin duda bello y para enorgullecerse de ser brasilero. Uno de tantos tesoros dentro del estado en el que Zezé pasó su adolescencia. Ese lugar que nos hace querer calentar el sol.
El que nace en el corazón de cualquier hombre. El sol de nuestras esperanzas. El que calentamos en el pecho para entibiar también nuestros sueños.
Cuando hablo sobre Rio Grande do Norte, pienso y siento en lo más cercano a un hogar. El año pasado estuve cerca de siete meses viviendo en Natal. Recibí a mis seres queridos de Lima, me familiaricé con los lugares cerca de Ponta Negra y otros municipios y espacios turísticos (o no tan turísticos) dentro del estado. Pienso en la mujer que hacía un jugo de acerola com limão demasiado bueno, cerca de Fazendinha, el supermercado que quedaba a unos siete minutos caminando desde el hostel.
Hay una simpleza y una leveza, como dirían los brasileños, que llena el alma de paz. RN te da eso. A través de un vientecito. A través del anciano que lleva en su carretilla ensaladas de frutas a 4 o 5 reales. A través de una ola. Siendo y estando. Infectado de belleza natural.
Me acuerdo de la barbería Of Man y de lo receptivo que era Netinho y su otro compañero cuyo nombre olvido y confundo. Escucho la música en vivo en el Beco do Lama o la zona más bohemia del centro de Natal. Saboreo en la memoria el pimento con huevo, el choripán, la feijoada, los tacos y todo lo que Laio preparaba para las cenas temáticas en el Agora. ¡Las caipirinhas de Bianca! ¡La famosa carne do sol que es tan rica! Y los potes de açaí que eran tan buenos que hasta podías encontrarlos debajo de la cama del Luan.
Es imposible pretender mencionar a cada persona que pasó por el hostel y de alguna u otra manera me marcó en Natal o sus otros tesoros. Viajar debería tratarse de eso. Conectar con la ciudad pero también con quienes cruzan camino con nosotros. Creo que ese es un regalo, y es lindo cuando ese sentimiento es recíproco y creces al lado de alguien a través de una amistad, una hermandad, un abrazo o conversación u otro lazo que sea puro y auténtico. Si estás leyendo esto sé que me entiendes, Valentín.
Y ahora sí. Vamos a calentar el sol. Pero hagámoslo a través del espectáculo de crianças de la Favela do Japão, una oportunidad que nos regaló un huésped francés llamado Florian. Una tarde de aquellas, en el estado de los millones de soles y arcoíris. En Río Grande do Norte.