¿Por qué decimos Macri gato como insulto?

A Cristina le decían “yegua” y ahora a Macri le dicen “gato”. ¿Qué mambo tenemos con los animales?¿Por qué?¿Qué hicieron gatos y yeguas para merecer esta repetida infamia?

Mariano Eloy
4 min readDec 12, 2017

Casi cualquier persona conoce a una gata o un gato. Son unas increíbles criaturas felinas poseedoras de grandes cualidades acrobáticas. Tienen un carácter muy variado, y en algunos casos muy especial, ya que a diferencia de otras como por ejemplo las caninas, se las suele ver como más dominantes e independientes. A veces se van por días enteros y luego vuelven como si nada. En términos humanos dice alguna gente que son “menos fieles” e “interesadas” ya que se atreven a decidir con quién, dónde y cómo vivir.

¿Es por eso que a Mauricio Macri le dicen gato?

En algún sentido puede ser, ya que a mucha gente no le agradan estas características felinas y “gato” se utiliza de una manera despectiva, asociando ciertos comportamientos gatunos con actitudes que aparentemente no serían deseables según ciertas normas-conductas dominantes. Casi casi que si lo cambias por “puto” la connotación del insulto es la misma, aunque lo homofóbico es más fácil de ver que lo especista.

Tal persona “se hace el gato” puede escucharse por ahí. O sencillamente, “ese es re gato”.

De la misma manera, el “gata” suele utilizarse como sinónimo de “puta”. Palabra también utilizada de forma despectiva para referirse a “aquellas mujeres que no cumplen con lo que una mujer se supone debe ser”. El “yegua” de Cristina, entra también en esta categoría misógina, así como el más reciente cántico contra Macri: “Mauricio Macri LA PUTA que te parió”

La justificación histórica “oficial” busca atajarse en el caso del actual presidente: que no se refiere a los felinos, sino que se origina en el lunfardo, donde en términos carcelarios el “gato” es el sirviente del “más poronga”. Así, el “Macri gato” se explicaría en su rol de empresario cómplice de las grandes corporaciones -las más poronga y Mauricio su lacayo-.

¡Ah!¿Entonces cuando se dice gato, en realidad se está reproduciendo el lunfardo, pensando en otra cosa, y no en un gato?

Mauricio es sin duda un sirviente de los intereses concentrados -al igual que Cristina- pero no es un gato, ni Cristina una yegua. Sin embargo, la inmensa mayoría de la gente macrigatuneadora, lamentablemente sí piensa en un felino cuando usa esta frase. Las múltiples imágenes que podemos encontrar en la web lo confirman -como si hiciese falta-. Pobres gatos.

Para algunas personas parece ser muy importante poder decirle gato a Macri, y no parecen estar dispuestas a considerar su connotación, ni por qué lo hacen, ni menos a dejar de hacerlo. Parece ser más importante poder seguir haciéndolo, esgrimiendo algo así como un derecho a que no se cuestionen los insultos populares; justo la misma lógica argumental que defienden quienes se rehúsan a abandonar insultos racistas y homofóbicos como “negro” y “puto”, ¿pero parece un poquito más simpático no?

En los tres casos, dirán que es una exageración y que son sólo palabras, y minimizarán o ningunearan las connotaciones despectivas, y en el caso de los gatos, dirán directamente el fondo de la cuestión: que los animales son menos importantes, o directamente que no importan.

Hace ya unos cuantos años que “yegua” se utiliza de manera denigrante y humillante, y “gato” se convirtió desde hace unos (¿siete?) años en uno de los insultos predilectos de una buena parte de la población, trasladándose lógicamente su aplicación al presidente, gran merecedor de ser insultado desde mucho antes del cambio de mando en 2015.

Aunque insistimos: los gatos, las gatas y las yeguas no tienen nada que ver… y ya que estamos, las putas tampoco.

Las cosas por su nombre. Hablemos bien que no cuesta un carajo.

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