Casi cuarenta en cuarentena

Vera Ricerca
El juego del paquete
5 min readNov 8, 2020

Me encanta festejar mi cumpleaños. No soy de grandes fiestas pero sí de juntar a mis amigos más cercanos y pasar un lindo rato chusmeando a los gritos y comiendo a ocho manos.

Aunque planear es mi segundo nombre, este año es un verbo que fue mejor guardarlo en un cajón y solo abrirlo de vez en cuando para ver si aún respiraba.

El sábado cumplí 39 años. Si, ya se que dije algo parecido el año pasado pero son números raros de procesar cuando son edades sinónimo de madre o esposa y lejos estoy de querer una y tener la otra.

Me doy cuenta también que es una edad genial en muchos aspectos: tengo muy claro lo que quiero hacer, qué cosas disfruto y de qué cosas me alejo. No me interesa que todos me quieran y con los que me quieren tengo un vínculo profundo, muchas veces conformado por el amor común y los años compartidos. No siento presiones externas por estudiar más, tener más o decidir más.

Soy mi propio plan, dibujo mis rutas, defino mis paradas, cambio de dirección cuando lo siento.

¿Y las sorpresas? También hay lugar para ellas.

Mis amigas me preguntaron si iba a estar en casa durante el día, para mandarme un regalo y conectarnos para que yo también tenga un Zoomple como la gente.

-Si chicas, a lo mejor voy a caminar con mis papás a la mañana pero después del mediodía voy a estar celebrando en el balcón. Ya me compré una sidra de pera que descubrí hace poco y me estoy volviendo fan.

— ¿Y el quesero??, -me pregunta Jose por el chat grupal.

— Jajajaj, Manuel me preguntó qué iba a hacer y le dije que no sabía, que cuando me llamara para saludarme le decía…

— Ah… estás muy improvisadora este año!, -Acota Lau desde Uruguay.

— Es que es un año bizarro, prefiero tomar las cosas como son, con las pocas posibilidades que tenemos de hacer cosas mejor no hacer nada, cuidarse y listo.

El sábado a la mañana mi hermano fue el primero en saludarme desde Madrid, hace bastante que no hablábamos por camarita y verlos a él y a Fermín me alegró un montón. Qué ganas de estar en España por favooooooooooor.

— Verita, mi regalo lo mandé a lo de mamá y papá así que seguro te lo dan hoy.

— En serio me mandaste algo?? Sos tierno Javi! Gracias! y ustedes cómo la vienen llevando?

Se miran con complicidad y picardía.

— Bueno, tenemos una novedad….

— Ay por favor hablen YA!!

— Estamos analizando todas las alternativas para que puedas ser tía.

— jajajjajajaja, me muero!!!!! Van a tener un bebé!?!?!

— jajajajaj, todavía no, pero estamos averiguando temas de adopción, subrogación de vientre … así que esperemos que en algún momento pronto podamos concretarlo.

A Fermín se le llenan los ojos de lágrimas y yo me desespero por abrazarlos.

Siento como si se me hubiera llenado el pecho de aire de golpe, como una bocanada de esperanza que me entró por cada poro.

Me los imaginos tan buenos padres! Y yo voy a ser la tía más feliz, es un rol con el que siempre fantaseé, y encima va a hablar como español/a! Qué más puedo pedir?!

— Vayan comprando una casa más grande porque yo pienso ir treinta y dos veces al año a cuidar a mi sobri.

— Jajaja, obvio, vamos a necesitar ayuda así que van a ser bienvenidos.

Justo me tocan el timbre mis papás y le pregunto a mi hermano si ellos ya saben. Me confirma que se los contaron ayer, tratando de que entiendan que es algo que puede demorar años y que se los querían contar pero que eviten la pregunta constante sobre el tema, para no sumar ansiedades.

Apenas abro la puerta de calle les grito a mis papás a través del barbijo:

— Voy a ser tía!!!!!!!!!!!!!!!!!

Parecemos tres locos riéndonos a carcajadas en plena calle por algo que por ahora es más deseos que otra cosa. Caminamos cuadras y cuadras fantaseando sobre lo que vamos a sentir y hacer alrededor de ese bebé. Por una hora nos olvidamos de distancias, encierros, virus y aislamientos y todo se vuelve encuentros, abrazos, familia y amor.

Antes de subir de nuevo a casa, mis papás me dan su regalo: una torta casera super chocolatosa que me hizo mi mamá y dos libros que quería comprarme hace rato. De parte de mi hermano me dan una caja super embalada que abro una vez arriba sola en casa. Tiene un poco de todo de cosas que me recuerdan a los momentos hermoso que pasé en Madrid: una mantita que siempre usaba en el living de mi hermano para taparme mientras veíamos tele, unas chucherías de un lugar tipo Todo por $2 que está a la vuelta de lo de mi hermano y en que siempre “me veía obligada” a pasar, galletitas caseras envasadas al vacío que hicieron los dos y tienen mi nombre… una caja llena de amor.

Se me cae una lágrima, de felicidad, y también de añoranza.

Me tocan el timbre y anuncian que traen algo para mí. Es una picada gigantesca, desmesurada para alguien que tiene planeado pasar su cumple prácticamente sola. Mientras estoy por cerrar la puerta de entrada leo la tarjeta que viene junto a esa tonelada de embutidos: “Asomate a la calle… pensaste que te ibas a comer todo esto sola?”.

Me asomo sin saber quién va a estar en la vereda. Antes de que pueda verlas ya escucho y reconozco los gritos: son Jose y Elo que me cantan el feliz cumpleaños. Elo tiene un globo que tiene un 3 pintado y Jose otro con un 9 y el celular en la otra mano transmitiendo en vivo para Lau.

Saltamos todas en el lugar reemplazando el abrazo físico por una catarata de energía loca y feliz.

Yo trato de hacer equilibrio con la bandeja y saludar a Lau y reirme por la sorpresa y disfrutar el momento y decirles que las amo y, y, y, ser feliz aquí y ahora.

— Esto no termina acá, — dice Elo emocionada. Como mis papás fueron a pasar estos últimos meses de cuarentena al campo, tenemos su casa para almorzar las 3 en el patio enorme, juntas pero con distancia, desde ayer está permitido! Lo habilitaron para vos Verita! Jajaja.

Cargamos la picada (y las sidras de pera que bajo de casa) en el auto de Jose y Elo y yo vamos en bici.

Cuando llegamos veo que ellas ya habían preparado el patio para mi íntimo festejo: hay más globos, una guirnalda de las que la mamá de Elo ponía en sus cumples infantiles, vasitos descartables con dibujos de Bob esponja y 3 sillas ubicadas a 2 metros de distancia.

Las horas pasan sin darnos cuenta. Estamos emocionadas de poder hablar sin tener que decir cada 10 minutos “se escucha bien?”, “Me parece que te tildaste”, “por qué no reiniciás el modem?”.

Cara a cara, con distancia y picada de por medio, estoy pasando un cumpleaños espectacular.

Sin planearlo, mí día me está sorprendiendo con lo mejor que puedo tener: personas que tengan ganas de compartirlo conmigo. No hay cuarentena que pueda contra eso.

¡Te invito a seguirme en instagram para ver más contenido!

Leé la historia anterior aquí

Soy Vera y publico esta y otras historias en mi blog El Juego del Paquete. Te invito a leerlas desde el comienzo, aquí.

--

--

Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com