Me diste ganas de correr (Hacia vos)

Vera Ricerca
El juego del paquete
6 min readMay 30, 2018
Imagen de autoría propia

Salgo a la calle y veo el auto negro de Facundo en doble fila. Me incomoda que no haya bajado del coche para esperarme. En realidad lo que no me gusta es subirme a un auto de alguien que no conozco sin siquiera ver a esa persona un segundo antes. Abro la puerta y me agacho para ver si es él el que está adentro. Me saluda y subo al auto.

En los pocos segundos que dura el beso inicial (en el cachete, claro) trato de hacer una mirada panorámica profunda desde sus rodillas hasta su jopo. No es que no tenga pies pero están ocultos debajo del manubrio del auto.

Parece tan lindo como se lo veía en sus fotos de happn, tiene puestos lentes de sol porque todavía quedan unos rayos y está vestido con una camisa y jeans cancheros.

— Vos sabés que el lugar al que vamos queda a dos cuadras de acá, no? Pensé que ibas a estacionar!

— Jaja! No me fijé, bueno, estacionemos y vamos.

Damos vueltas por el barrio, terminamos dejando el auto a ocho cuadras del bar y hace un comentario como quejándose por lo que vamos a tener que caminar.

— Bueno… tampoco es una distancia digna de una maratón!, -le comento exagerando.

— Eso no me molestaría, de hecho corro maratones.

— Naaaaaa, en serio?

— Si, la primera la corrí por una promesa que hice y después le tomé el gustito y corro dos por año.

Mi “Naaaaaa” no fue por no creerle a él sino porque nunca entendí el fervor de los runners maratonistas (Y tampoco la gente que hace promesas) y ahora viene este bombón a tirarme abajo mis prejuicios. Qué bronca y qué genial, sigue sumando puntos este Facu.

Ya en el bar, pedimos unas cervezas y un par de cosas para picar. Hablamos mucho de nuestros trabajos y las ex parejas de cada uno. La charla es super animada. Nos interesa el otro y nos divertimos juntos. Al menos eso percibo yo.

Me cuenta que soy su primera cita de Happn. Cuando me dicen eso me da pudor contar que yo ya tuve vaaarias, así que siempre digo “Salí con dos o tres”. A veces pienso demasiado en qué decir y qué no cuando salgo con un hombre por primera vez. En mis últimas experiencias siento que los hombres se asustan por todo y no se hasta qué punto evitar decir cosas que pueden sumar a ese espíritu fóbico o decir lo que se me canta y si te gusta bien y sino también.

Entre tanto intercambio de datos personales, me sorprende con otra información:

— Los sábados a la mañana voy a un taller de pintura, todas señoras de 60 años y yo.

Empiezo a sentir como lentamente mi corazón comienza a derretirse. No hay prejuicio mejor derribado que el que se cae por efecto del amor (O al menos de una cita). Este hombre que es todo lo que se usa no sólo me eligió a mí para salir sino que detrás de su imagen de tatuajes, barba y jopo perfectos, descubrí que le gusta expresarse artísticamente, charlar con sus compañeras de sesenta años y es un bombón que corre maratones y no pertenece a ninguna secta satánica que lo obligue a hacerlo.

Le pregunto qué estilo pinta y de qué habla con las señoras, disimulando con mucho esfuerzo que me está conquistando #NivelHughGrantAJuliaRoberts en Un lugar llamado Notting Hill.

Mientras responde mis preguntas se toca el bigote y yo me pierdo pensando cómo será besar a alguien con tanto pelo en la cara. Me entusiasma que ese momento llegue. Llegará? La estamos pasando bien pero no termino de darme cuenta si hay onda para algo más y eso no está mal porque hace que le siga poniendo mucha energía a este especie de espacio de compra-venta implícito que se genera en las primeras citas.

Propone ir a una heladería cercana. Me pregunta qué tamaño de vaso quiero, le digo que uno mediano y pide:

— Un vaso mediano y uno chico. (Ah,-Verita,-quedaste-como-una-golosa-ante-el-bombón!-No-te-alcanzaba-con-su-dulzura-que-te-tenías-que-pedir-un-flor-de-helado?).

Nos sentamos en el patio de la heladería y me pregunta qué actividad hago además del trabajo. Le cuento que escribo y le interesa mucho, quiere saber sobre qué, si publico y demás detalles.

— Escribo sobre lo que me pasa, sobre los vínculos entre las personas…sobre la vida. Pero hasta el momento no lo publiqué.

— Puedo leer algo?

— Mmmm, por ahora no, aunque por lo que voy conociendo de vos estaría bueno escuchar tu opinión.

— Bueno, cuando quieras mostrármelo, me encantaría leerlo.

Me distraigo mirando a un grupo de hombres cuasi adolescentes que hablan muy fuerte.

— Te gustó alguno?, -me reclama bromeando.

Pongo cara de dudosa, lo miro seria y afirmo:

— No te preocupes, al lado de ellos vos sos un 10.

Nos reímos mucho por el diálogo que acabamos de tener y nuestra risa se interrumpe cuando vemos que pasa corriendo una rata gigante por la pared que está muy cerca.

Decidimos irnos y yo salgo del local casi corriendo, dejándolo a él unos pasos atrás.

— Pará, che! Te sigue la rata o los paparazzis?

— Perdón! Mi hermano siempre me carga con que camino demasiado rápido. En cualquier momento te acompaño a alguna maratón.

Le cuento sobre Javier, que vive en España y que pronto viajo a su casamiento. Él me habla de sus hermanas y sus sobrinos, a los que ama y cuida seguido.

Subimos al auto y hacemos seis cuadras hasta casa. Los engranajes de mi maquinaria mental están trabajando a contrarreloj para tratar de darse cuenta si este cuento termina en beso apasionado o no.

Mientras va frenando en la puerta de casa me dice que la pasó muy bien. Le digo que yo también, los dos sonreímos sutilmente mirando hacia el frente y me acerco a saludarlo.

De golpe el auto frena.

Los engranajes frenan.

El mundo que nos rodea frena.

Sólo se aceleran dos corazones.

Un buen beso dado en el momento justo.

Un primer beso que quiere hacerme olvidar de todos los primeros besos que vinieron antes.

Un beso que subestima todas las anteriores bocas.

Envuelve mi cintura con sus brazos (Menos mal que los tiene largos!) y nos quedamos un extenso rato intercambiando besos y miradas. La barba? Imperceptible. O mejor dicho, con el punto justo de suavidad y leves pinchazos que le agregan chispa al contacto físico.

Por más que quisiera quedarme así para siempre, le digo que no me gusta estar a esta hora con el auto en doble fila porque mi cuadra es muy oscura. Nos damos un último beso y cuando estoy abriendo la puerta del coche me agarra de nuevo por la cintura y me lleva hacia él para darme el beso más lindo del mundo.

— Así tenía que ser el último, -me dice un poco orgulloso y un poco tímido. Me quedo con esa imagen de él hasta que entro a casa.

De a poco me reconecto con lo que me rodea. El gato reclama comida y mis amigas me mandaron mil mensajes para saber cuándo me acompañan a ver vestidos para el casamiento de mi hermano.

Cuando estoy por contarles sobre Facundo, me llega un mensaje de él:

— O te dormiste o ya estás escribiendo sobre nuestra cita… ;)

Hablamos un ratito más y nos despedimos dos, tres o cien veces, como con los besos.

¿Será que cuando la esperanza toma forma de cuerpo humano, que además besa bien, uno no quiere dejarla ir?

Leé aquí cómo conocí a Facundo

Leé aquí cómo me invitó a salir Facundo

¿Querés saber quién soy y por qué escribo? Leé Yo soy Vera

--

--

Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com