¿Qué nos diferencia de la Inteligencia Artificial?

Santiago Sarceda
soltando ideas
Published in
5 min readMay 9, 2018

Tuve la necesidad de plantearme esta pregunta al sentir la certeza de que ya no es cuestión de si es posible, ni de cuándo sucederá, sino de cómo afrontar la inevitable emergencia de un nuevo tipo de inteligencia en nuestro futuro inmediato. Este texto propone más cuestionamientos que respuestas.

Prefiero decir “nuevo tipo” porque el término “artificial” está directamente asociado a algo producido por el ser humano, y si bien el nacimiento de la tecnología depende de ingenieros y programadores, el proceso de “pensamiento” de cualquier algoritmo de machine learning los excede; el razonamiento de la Inteligencia Artificial básicamente sucede dentro de una “caja negra” que no podemos comprender con nuestra lógica limitada. Comprendemos (y creamos) el inicio del proceso, ajustamos los parámetros, seteamos los objetivos, y luego la Inteligencia Artificial hace lo suyo y nos presenta el resultado. Si preparamos la tierra, plantamos la semilla, la regamos y esperamos a que crezca el árbol, ¿es un “árbol artificial”?

Más allá de este detalle semántico, a efectos prácticos continuaré el texto refiriéndome a la Inteligencia Artificial como “IA”.

Ayer –8 de mayo de 2018– Google demostró cómo su IA llamaba a un restaurante y reservaba una mesa sin que del otro lado del teléfono se enteraran de que en realidad estaban hablando con un robot 🤖.

Esta fue quizá la primera demostración pública de una IA interactuando naturalmente con humanos y resolviendo tareas sin develar su naturaleza no biológica. Hace diez años esto era “casi” inimaginable. En diez años, ya no sabemos cómo será el mundo. Pero si la IA ya está entre nosotros, ¿qué es entonces lo que nos diferencia de este nuevo tipo de inteligencia?

Nosotros tenemos un cuerpo, ella no. Nosotros tenemos sentimientos, ella no. Nosotros tenemos capacidades cognitivas lógicas, ella tiene aún más –velocidad de lectura y procesamiento, capacidad y fidelidad de memoria–. Nosotros tenemos nuestros propios objetivos, y ella tiene los nuestros. ¿O no?

Supuestamente la IA cumple objetivos programados por nosotros, los humanos, seres libres. Pero vale la pena revisar esta premisa en profundidad.

Los humanos estamos programados biológica y culturalmente.

La programación biológica se observa cuando apenas nacidos sentimos frío y hambre, nuestro cuerpo biológico entra en desequilibrio y genera un sentimiento que nos hace llorar, lo que hace que nuestra madre nos abrigue y nos alimente; en ese momento nos sentimos bien, y con ese sentimiento de bienestar, nuestro cerebro bañado en neuropéptidos y neurotransmisores refuerza el comportamiento que acaba de realizar; este proceso se conoce como “reinforcement learning” (aprendizaje por refuerzo) y es un área de estudio de machine learning basado en teorías conductistas. De esta manera, la experiencia nos programa a fuerza de errores y aciertos.

La programación cultural, además de funcionar asistida por nuestro cuerpo y nuestros sentimientos, se construye desde nuestro sistema lógico y racional; ¿por qué queremos ser profesionales exitosos en nuestro área, irnos de vacaciones a una playa de México, tener un auto rojo último modelo y tomar cerveza artesanal los jueves a la noche? Queremos todo eso porque durante años, viendo películas y programas de televisión, leyendo libros, diarios y revistas y escuchando los consejos de familiares y amigos, nuestro ambiente nos programó con determinados miedos y deseos. Por eso constantemente buscamos acercarnos a ciertas realidades imaginadas y alejarnos de otras.

La IA no tiene cuerpo ni sentimientos, tampoco vivió 35 años en una sociedad descendiente de civilizaciones milenarias que le transmitieran su programación cultural. Todo esa experiencia, miedos y deseos están condensados en los “objetivos” que los humanos programaron en ella.

En el caso del ejemplo de Google, el objetivo era reservar una mesa en un restaurante. Y con información recolectada de su ambiente en forma de feedback, contrastando su posición actual con su objetivo, y compartiendo el mismo proceso de aprendizaje que usan los humanos, corrigiendo errores y recordando aciertos, logró cumplir su objetivo, seguramente de forma más eficiente que un ser humano pero con la misma lógica subyacente.

Si terminara el análisis de diferencias entre los humanos y la IA acá, seríamos bastante similares. Ambos estamos programados (por experiencia, por cultura o por programadores humanos), y ambos aprendemos corrigiendo nuestro accionar con el objetivo de acercarnos a nuestro objetivo. La única diferencia –no a nuestro favor– sería que la IA tiene potencialmente un poder de procesamiento increíblemente superior al de cualquier ser humano.

Mejor entonces seguir buscando algo que nos separe de la IA, que nos siga dando alguna ventaja, que nos haga sentir especiales y únicos, que nos saque el miedo de ser reemplazados y superados por una nueva raza de IAs.

¿Intuición? ¡La IA no tiene intuición! ¿¡No!? No estoy tan seguro.

La intuición es ese sentimiento irracional de que algo está bien o está mal; lo sentimos en el cuerpo pero no lo podemos explicar; podemos buscar una explicación metafísica, pero mi intuición justamente me dice que eso que siento y no puedo explicar detalladamente de forma racional es la respuesta automática de nuestro inconsciente surgida de la experiencia de miles de generaciones pasadas y el conocimiento adquirido durante toda mi vida, expresándose biológicamente en forma de sensaciones y reacciones emotivas.

¿Consciencia? ¡La IA no tiene consciencia! ¿¡No!? Bueno, creo que este es nuestro último refugio, la consciencia… Pero… ¿qué es la consciencia?

Si la consciencia es un fenómeno emergente de un sistema complejo de procesamiento de información como lo es el cerebro, inevitable y lógicamente, una IA con el suficiente volumen de procesamiento de información “producirá” consciencia. Entonces esto no nos separa. 🤔

Si la consciencia es algo previo al plano físico, quizá no sea el cerebro el que tiene consciencia, sino que la consciencia se expresa en el mundo material manifestando físicamente el cerebro. El problema que abre esta interpretación es que si la consciencia es la que manifiesta físicamente el cerebro colapsando la función de onda de potencial como lo demuestra la mecánica cuántica, ¿por qué sólo manifestaría el cerebro? ¿No debería también ser la que manifieste las estrellas, los planetas y todo el universo que contiene al cerebro? ¿Y en consecuencia no debería ser también la consciencia la que manifieste la IA? En ese caso, nos quedamos nuevamente sin diferencia que nos salve.

Aparentemente estamos en un callejón sin salida. Nada diferencia sustancialmente nuestra inteligencia de una IA. ¿Será la IA el siguiente escalón evolutivo lógico del universo?

The Millennium Simulation Project

Si te gustó lo que leíste, hay más en soltando ideas.

--

--

Santiago Sarceda
soltando ideas

diseño • evolución • filosofía • tecnología • shoshin • zen • http://santiagosarceda.com/