El curioso caso de salir con alguien que no me encanta

Vera Ricerca
El juego del paquete
4 min readMay 24, 2017
Imagen de autoría propia

Roberto no me encantó, pero me dan ganas de volver a verlo, y esa combinación es buena porque me permite transitar lo que sucede sin ansiedades de esas del tipo “quiero verlo ya-ya-ya” o “a ver si leyó lo que le escribí por whatsapp”.

Al día siguiente de la linda salida me manda una foto de las compras que hizo para el locro que va a preparar para los amigos por el 25 de mayo (Hay algo más tierno que un hombre al que le guste cocinar y recibir amigos? Punto para él).

El domingo me llama (Así, directo, ya sin preguntar antes si puede hacerlo. Me gusta su osadía!), parece entusiasmado:

– Ya decidiste qué vamos a ir a ver al cine? Tenés ganas de arreglar para el miércoles? (Waw! un domingo vamos a definir planes para el miércoles? este hombre me está sorprendiendo).

Quedamos que volvemos a hablar en la semana para elegir qué película vemos y me despido afirmando:

– Qué bueno que tenemos cita

– Claro!, lo dudabas?

Qué relajante es por fin sentir a alguien tan seguro.

Pienso cuán distinto es lo que transmite Roberto respecto al mundo inestable del Hombre Infinito. Estoy contenta de haber podido tomar distancia de él después del intenso reencuentro y posteriores plantazos. Pero hay algo sobrenatural, o subnormal o _________ (complete aquí su adjetivo sugerido) que hace que aquel que te quitó la tranquilidad, se asome nuevamente jusssto cuando otro te la está acercando.

Mientras miro qué películas hay en cartel y me visualizo sentada en el cine con Roberto, que me acaricia suavemente la espalda, el Hombre Infinito entra en mi fantasía y se sienta en la butaca de al lado.

En la realidad, me sorprende enviándome un mensaje para ver cómo estoy.

Yo? Espléndida!!! Conocí un tipo dulce, que agarra el teléfono y me llama y con el que ya tengo una segunda salida planificada por él. No como vos que no pudiste hacer coincidir tus palabras con tus acciones.

Todo eso no se lo digo.

Lo pienso pero en el fondo yo lo quiero (sólo-en-el-fondo-no,-pero-me-hago-la-que-ya-no-me-importa-a-ver-si-mi-corazón-me-sigue-el-juego) y no quiero lastimarlo.

Hago el esfuerzo por mostrarme muy poco interesada en su vida pero mucho no me sale y terminamos hablando un rato largo. Y lo de “largo” no tiene que ver con la intensidad del contenido sino con la sumatoria de intermitencias entre palabras y silencios.

Por momentos parece conectado con saber más sobre qué estoy haciendo o cómo estoy. En otros lleva la charla al plano sexual y a todo lo que le gustaría que hagamos juntos al respecto.

Cuando empiezo a contestar con un poco más de entusiasmo sobre cada tema que plantea, sistemáticamente empieza a tardar más en contestar. Parece a propósito, no creo que lo sea, pero así lo percibo.

Siento que en cada charla con él cuando avanzo 2 casilleros él retrocede 4. O pensándolo bien creo que él siempre está en el mismo casillero, el del verbo conjugado en potencial. Se llena la boca (o el chat) de “podríamos”, “deberíamos” y “tendríamos” pero ya no hay propuestas ni acciones concretas.

Y juntos parecemos un verbo mal conjugado, de esos que no sabés usar porque no entendés bien si se refieren al pasado, presente o futuro… ya sé!, algo así como un pluscuamimperfecto.

Me da bronca que haya logrado que otra vez esté pendiente de sus respuestas que no llegan.

Pasa un día.

Y otro más.

Y cuando se empieza a asomar la ansiedad que vivo como si caminara sola por un callejón neblinoso un martes a las 2 am, Roberto me llama alegre y relajado y definimos que vamos a ver El curioso caso de Benjamin Button, la película en la que Brad Pitt pasa de bebé arrugado anciano a potro salvaje adolescente.

Pasan unos minutos del consenso y me avisa:

– Listo, ya compré entradas para mañana a las 22:30 hs. A las 21 hs te busco por tu casa. Tengo muchas ganas de verte.

Así, todo seguido, usando una sola conjugación verbal, la que usan los que están seguros de querer llevar a la acción todo lo que propusieron en palabras.

Leé la primera parte de Roberto acá
Leé la tercera parte de Roberto acá

Leé la primera parte del Hombre Infinito acá
Leé la segunda parte del Hombre Infinito acá
Leé la tercera parte del Hombre Infinito acá

¿Querés saber quién soy y por qué escribo? Leé Yo soy Vera

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com