Un lugar llamado Facundo

Vera Ricerca
El juego del paquete
5 min readJun 13, 2018
Imagen de autoría propia (sobre grabado de Antonio Berni)

El tiempo de los primeros besos no se mide en horas, minutos y segundos. Se cuenta en latidos, suspiros y escalofríos. Es una especie de burbuja temporal que se genera cuando hay besos sin que todavía haya habido sexo. Ese camino de novedad, expectativa e ilusiones es el que estoy transitando luego de la segunda cita con Facundo.

Con la sonrisa todavía reluciente e inamovible en mi cara, vine a lo de Lau a probarme un vestido de ella a ver si me queda bien para el casamiento de mi hermano.

Mientras me lo pruebo, me interroga sobre mi cita:

— Por chat dijiste que estuvo re linda pero qué onda? Hubo más besos? Sexo?? Planes de casamiento???

— Jaja! Pará, loca! Hubo mucha charla, risas, caricias y besos hermosos. Tan hermosos que estuvimos una hora parados en casa con el auto en doble fila, sin poder despegarnos. Y yo por un lado no quería apurar las cosas pero al mismo tiempo sentía que teníamos ganas de seguir compartiendo tiempo juntos así que le dije si quería subir.

— Y?????? Se quedó a dormir?

— No… me dijo que ya era tarde y mejor lo dejábamos para otro día.

— Waw! Y cómo lo tomaste?

— Me sorprendió, para bien. Es como que sentí que le gusta compartir tiempo conmigo de verdad, no sólo con el objetivo de terminar la noche con sexo. Qué se yo, no lo tomé como un rechazo. Además hoy me dijo que quiere cocinarme algo rico así que… ya estamos arreglando para estos días.

— Ay! Me encanta! Esto viene bien. Vamos Facundito, sin prisa pero sin pausa!

Lau me contagia su emoción, la que yo suelo disimularme a mí misma por miedo a una desilusión precoz. Es un esfuerzo sobrehumano no ilusionarse cuando todo va bien.

El vestido de Lau me queda chico, se me traba en la cadera como un salvavidas mal puesto. Creo que voy a terminar yendo a la boda de mi hermano en bata. Quizás impongo moda en España. La moda de las que ningún vestido nos queda bien.

A la noche Facundo me escribe para avanzar sobre los detalles de nuestro próximo encuentro culinario:

El nivel de adrenalina, emoción y felicidad que me genera un hombre que me demuestra empatía, decisión y seguridad es inconmensurable. A veces pienso que la receta para hacerme feliz es muy fácil (Pero parece que está escrita con letra de médico).

Es sábado a las 20 hs y en la puerta de mi edificio me espera un chico hermoso con dos bolsas en la mano llenas de demostraciones de cariño en forma de vino, fideos, tomates cherry, nueces, albahaca, queso rallado, nachos, guacamole y todo lo necesario para agasajarme en mi propia casa.

Abrimos el vino y brindamos en el balcón “Por que no se pasen los fideos!”. Por primera vez nos besamos en un ámbito privado y la intimidad potencia todos los elementos que generan nuestra química. Besarlo es olvidarme que hay un tiempo y un espacio.

Después de charlar un rato vamos a la cocina para que él empiece su despliegue como cheff exclusivo para mí. Le ofrezco mi ayuda pero me dice que lo único que tengo que hacer es sentarme cerca, con mi copa de vino en mano, los nachos con guacamole en la punta de la mesada y hablarle a él mientras cocina.

Lo que observo a partir de este momento pasa por mis ojos en cámara lenta y por mi corazón como una lanza de luces de colores:

Se arremanga la camisa. Sus dos brazos tatuados llevan la olla con agua al fuego. Sopla el fósforo para apagarlo y me guiña un ojo detrás del humito que se esfuma en el aire. Para hacer la salsa, corta cada tomate cherry por la mitad y las aceitunas negras en rodajas. Separa las diez nueces más brillantes y las hojas de albahaca más frescas. Lava los utensilios y la tabla de cortar. Vuelve a servirnos vino y se acerca a abrazarme (A-esta-altura-de-la-noche-ya-sentís-que-estás-alucinando,-no,-Verita?).

Después de unos besos con gusto a nachos y guacamole, escuchamos la ebullición del agua y regresa a sus tareas de cocinero.

Mientras lo observo meter los fideos en la olla, vuelvo a recordar la película Un lugar llamado Notting Hill y me invade una sensación #NivelJuliaRoberts pero reversionada:

Tan sólo soy una chica con hambre delante de un chico con el agua hirviendo, pidiéndole que la quiera.

Facundo se mueve en mi cocina como dando pinceladas, las mismas que seguramente aplica a sus cuadros.

La combinación de sus ingredientes y la dedicación de mi cocinero estrella para prepararla, dan por resultado una cena riquísima.

Mientras comemos, cada tema del que charlamos trae otro y otro y otro. Es imposible aburrirse con él y qué importante es, entre beso y beso, estar entretenido.

Pasamos al sillón y hago entrada triunfal del postre que preparé: tiramisú. Lo prueba y demuestra que le gusta mucho haciendo sonidos de paladar felíz y metiéndose una cucharada tras otra en la boca.

Me da mucha satisfacción verlo disfrutar de algo que preparé yo. Hace que me de cuenta que, en parte, no me gusta cocinar porque no tengo con quien compartir lo que hago.

Para mí compartir es uno de los pilares de la felicidad y por eso a veces me siento medio tambaleante.

Los besos que empiezan en el sillón suelen terminar en la cama y esta no es la excepción. Descubrir un nuevo cuerpo es conocer también un inédito aspecto del propio: nuestra piel nunca reacciona igual cuando un nuevo ser la toca.

Facundo y yo somos un lobo feroz y un oso de peluche que intercambian roles constantemente.

Los primeros rayos del sol nos encuentran multiplicando latidos, suspiros y escalofríos hasta quedarnos dormidos. Al rato lo siento moverse y me dice que se tiene que ir porque le está cuidando la casa a la hermana que está de viaje y debería ir para sacar a pasear al perro.

Un poco me incomoda su repentina despedida pero también me reprocho internamente porque a veces parece que nada me conformara.

Me miro ahora desde afuera y pienso: Dale, tontita! Todo lo que viviste hasta ahora, todos los llantos, los sapos que te hicieron creer que eran príncipes, todo valió la pena, porque acá está Facu, dándote un mágico beso de despedida después de haber pasado juntos una noche inolvidable.

Leé aquí cómo conocí a Facundo

Leé aquí cómo me invitó a salir Facundo

Leé aquí cómo fue mi primera cita con Facundo

Leé aquí cómo fue mi segunda cita con Facundo

¿Querés saber quién soy y por qué escribo? Leé Yo soy Vera

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Vera Ricerca
El juego del paquete

Soy feliz a pesar de saber que en el mundo hay reptiles, medias sucias y mermelada cítrica. Escribo en el blog El Juego del Paquete. elblogdevera@gmail.com