Siempre le impresionaron las sandías (al mirarlas se preguntaba de dónde salía tanta agua: ¿cómo podía de la nada, o de la tierra…
En esta tierra de mis antepasadas que embarazadas por los curas sobrevivían con vergüenza y sin recursos, sacando solas…
No recuerdo cuándo fue la última vez que me senté frente a un ordenador y comencé a desbordar…
Saqué de mi bolsillo esa raspadita maldita, en un manotazo desesperado. ¿Qué objeto tenía buscar algún premio, después de todo lo que pasó? No…
Jue después de saltar que me di cuenta. ¿Ve aquel monte detracito de la llanura, onde abundan los castaños y las yuntas…
Entiendo las huellas que dejan las lágrimas con experiencia
entiendo su destrucción.
Y el implacable final.
Hay atalayas expuestas,