El peronismo en Tucumán

Breve repaso de la trayectoria del PJ tucumano. Historia y presente del hegemón político de la provincia.

tuQmano
El pago y la rosca

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Hace unos meses la Revista Ñ publicó la ponencia de Mark Healey en el cierre del IV Congreso de Estudios sobre el Peronismo que se realizó en Tucumán en 2014. El espiritú de esta columna, que se titula Cómo entender el peronismo, se podría sintetizar con la siguiente cita:

<<No es que hemos olvidado las viejas preguntas por el origen del “hecho maldito”, ni el peso fundamental de la coyuntura de 1943/6. Pero nos hemos escapado del vicio de pensar, como ironizó hace veinte años Tulio Halperín Donghi, “que el peronismo fueron tres años que duraron cincuenta.” >>— Mark Healey

En esta misma linea, escapando al viejo modelo de interpretación de una perisferia -tanto geográfica como conceptual- , Darío Macor y Cesar Tcach editaron en 2003 un interesante libro llamado La Invención del peronismo en el interior del país. El trabajo contiene una serie de artículos en los que se describen diversas experiencias provinciales relacionadas con el surgimiento del movimiento político más importante en la Argentina desde la segunda mitad del siglo XX.

EL CASO TUCUMANO es ilustrado por dos capítulos que ponen el foco en la relación del peronismo con la industria azucarera: mientras que el primer escrito se concentra en el vinculo con la patronal (Economía azucarera tucumana, empresarios y crédito en tiempos del Estado peronista; de Noemí Girbal-Blacha), el segundo analiza la organización de los trabajadores y su relación con la naciente fuerza política (El Estado peronista y la sindicalización de los trabajadores azucareros, de Gustavo Rubinstein).

<<La inmediatez de los cambios, la tangibilidad de los logros, la certeza de lo manifestado. Eso representó el peronismo en los sectores obreros del azúcar que, a partir de octubre, comenzaron a avizorar la posibilidad de explotar esa identificación con Perón, generando espacios de poder, convirtiendo a la Federación en símbolo y estandarte del peronismo tucumano >>— Rubinstein, Gustavo.

Por otra parte, existen también unas serie de trabajos que analizan desde otras aristas el capítulo tucumano del partido. Por ejemplo, Lucía Santos indaga sobre la relación del peronismo con la Iglesia Católica en Tucumán; Leandro Lichtmajer, por su lado, muestra cómo se da en la UCR tucumana la “construcción de una identidad política antiperonista”. A su vez se puede mencionar el análisis de Ana María Risco sobre la relación entre el peronismo, la prensa escrita y la “libertad de expresión” en la provincia.

EN EL PERONISMO HAY UN ALMA PERMANENTE Y UN CORAZÓN CONTINGENTE” — Juan Carlos Torre.

Ernesto Calvo sostiene en El peronismo y la sucesión permanente: mismos votos, distintas élites, que el partido “está organizado mediante una coalición de facciones en las cuales una marcada estabilidilidad en el voto acompaña una significativa rotación de sus élites partidarias”.

La estabilidad se sustenta a través de 3 dimensiones: (1) Una capacidad de mantenimiento de un “piso electoral”, (2) un electorado socioeconomicamente estable y (3) una distribución territroial que marca una “división del trabajo” geograficamente determinada “en las cuales, como afirma Gibson (1997), el peronismo utiliza el control de sus instituciones provinciales periféricas para estabilizar a la coalición de gobierno mientras que su coalición metropolitana define el contenido ideológico (o de “policy”) de las distintas administraciones”.

Siguiendo la imagen de la cita de Torre: “A pesar de cambios dramáticos en la política pública ofrecida por distintos ejecutivos peronistas (CORAZON), el mapa territorial del voto peronista ha permanecido inalterado (ALMA)” — Ernesto Calvo.

Pero el autor también nos dice que mientras el voto peronista puede ser estable, las elites que compiten por la conducción del partido no lo son: “La estabilidad del voto peronista en los últimos 30 años de democracia es territorial y sectorialmente notable, sobreviviendo a cambios ideológicos, organizativos y de liderazgo en el seno del partido”.

¿Podemos analizar la trayectoria del peronismo tucumano a la luz de estas definiciones? Allá vamos…

LA F.O.T.I.A. Y LAS PRIMERAS INTERNAS

La Federación Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (F.O.T.I.A) fue el resultado de la organización de los trabajadores que vieron en la figura de Perón (y posteriormente en el partido Laborista) el instrumeto que les permitría la defensa de sus intereses. Este resultó ser un apoyo fundamental para que la provincia registrara uno de los mayores porcentaje de votos a favor de la fórmula Perón-Quijano por sobre la lista de la Unión Democrática, que en Tucumán tuvo su peor performance.

En base a cuadro de “Ideas, política, economía y sociedad en la Argentina (1880–1955)” http://bit.ly/1BOU7X0

La influencia de los dirigentes sindicales cruzaría los limites de la representación gremial hacia la arena política. Una evidencia de ello es que “ los tres primeros secretarios generales que tuvo la Federación desde su creación en 1944 hayan sido elegidos diputados nacionales por Tucumán”. El dominio de la F.O.T.I.A “comenzó a ser cuestionado a partir de 1948 cuando otras corrientes internas plantearon la necesidad de que el partido peronista local reconociera el valor de referentes provenientes de otras vertientes” (Gutierrez y Rubinstein, 2008)

Estas demandas, sumadas a la huelga general de 1949, produjeron un quiebre en el inciático equilibrio. La tensión interna latenta se cristalizó con la intervención de Perón sobre la federación obrera. La decisión de Perón buscaba, en buena medida, limitar la pretensión monopólica del sector sobre la estructura partidaria a nivel local.

El retorno de Riera, la sucesión de Domato, la intervención federal y un nuevo competidor

Gobernador Fernando Riera (1950–1952 y 1983-1987)

La transición a la democracia en la provincia se caracterizó por el bipartidismo , pero con los roles cambiados respecto de la política nacional: a nivel local era el PJ quien gobernaba y el radicalismo la principal fuerza de oposición.

En esta primera competencia Fernando Riera (1983–1987) fue electo gobernador por segunda vez; ya había ocupado esa posición durante el segundo gobierno de Perón, y luego resultó electo Senador Nacional . Tras el golpe del ´55 Riera permaneció dos años como preso político. En los ´60 fue electo Diputado Nacional bajo una etiqueta neoperonista y se convirtió en un fuerte oporistor durante el gobierno de Frondizi. Hacia 1983 compitió en la interna del partido con su cuñado, Amado Juri, quién gobernó la provincia desde 1973 hasta la interrupción democrática de 1976. Este retorno a la democracia se dió con competencia interna en la gran familia peronista.

José Domato (1987- 1991) fue quién sucedió a Riera en la gobernación. Graduado como Ingeniero Agrónomo por la Universidad de Buenos Aires, se sumó a la Universidad Nacional de Tucumán en los años del memorable rector Descole.

De filiación peronista, se incorporó al gabinete del Gobenador Cruz (1952–1955)— de origen sindical y protagonista en el armado original de la F.O.T.I.A. y del Partido Laborista-, cómo Ministro de Agricultura, Obras Públicas e Industria. En las elecciones de 1983 fue electo Senador Provincial y sus pares lo nombraron presidente de la cámara.

La competencia interna en las filas del peronismo llevó hacia 1987 a la esición de un sector del partido detrás de la figura de Renzo Cinigliaro — desde entonces un “peronista disidente”- bajo la etiqueta del Frente de Acción Provincual (FAP). Esta división produjo, junto a la aparición del ex gobernador de facto Antonio Domingo Bussi en contiendas democráticas, que cuatro fuerzas disputaran el sillón de Lucas Córdoba.

Fuente: www.andytow.com

Cómo ya revisamos en el capítulo sobre el radicalismo, dada la vigencia del Colegio Electoral como institución de intermediación en la representación política, la condición de primera minoría de la UCR no logró llevarlo a la gobernación.

Mientras que Chebaía, el candidato radical -hijo de una víctima de Bussi en 1976- no iba a sumar los electores de Fuerza Repúblicana (que terminó retirándose del Colegio), algunos electores que representaban a Cinigliaro , quién había negociado con la UCR su ausencia, terminaron beneficiando a Domato.

La falta de legitimidad de origen de Domato fue potenciada por un contexto de grave crísis económica a nivel nacional y provincial, y terminó de explotar con la huegla y autoacuartelamiento de la policía local, liderada por el “Malevo” Ferreyra, que devinó en la intervención federal a la provincia.

¿CANDIDATOS/PARTIDO? El éxito de la estrategia menemista

En Enero de 1991 el menemismo propiciaría la intervención. Si bien esta era una novedad desde el retorno de la democracia en 1983 — a la que se sumarían durante el menemismo las experiencias de Catamarca (1991), Corrientes (1992) y Santiago del Estero (1993)- el mecanismo ya había sido utilizado en numerosas oportunidades, sobre todo como mecanismo de control sobre fuerzas políticas opositoras.

El interventor Araoz, el gobernador electo Ortega y el presidente Menem.

Julio Cesar “Chiche” Araoz reemplazaría a Domato en la gobernación. Con apoyo del gobierno central llevó adelante una serie de reformas institucionales que repercutirián en el humor del electorado tucumano.

Bajo este contexto el candidato del presidente Meném, Ramón “Palito” Ortega, terminaría imponiendose sobre Bussi, hasta entonces favorito en las encuestas. En buena medida la victoria se debio la implementación de la Ley de Lemas — doble voto simultáneo y acumulativo.

El ex gobernador de facto, que había logrado una contundente victoria en las elecciones constituyentes de 1990 bajo la etiqueta de Fuerza Republicana, fue derotado a manos de un peronismo que, aunque dividido internamente, pudo sortear la fragmentación gracias a los lemas. Estos permitían dirimir parte de la competencia interna directamente en las elecciones generales, en la que cada sublema aportaba sus votos para el candidato al ejecutivo impulsado desde la Casa Rosada.

La alianza frustrada con la UCR y LA derrota del peronismo

En 1995 se produjo la novedad: por única vez desde la restauración democrática el PJ tucumano no pudo hacerse del ejecutivo provincial. En un contexto signado por el crecimiento de la fuerza comandada por Bussi, y luego de 12 años de gestión justicialista, Fuerza Republicana salió victorioso por sobre Olijela Rivas (PJ). Esto se dió, en parte, por el fracaso de las negociaciones de acuerdo entre el peronismo y el radicalismo. Una imagen elocuente de ello relatan que sentenció el por entonces presidente boina blanca tucumano, Alfredo Neme Scheij: “La idea era hacer una alianza con el PJ y el radicalismo para vencer a Bussi. Después que le ganemos nos volvemos a enfrentar nosotros”.

Un largo retorno de 16 años

Las elecciones que llevaron a Julio Miranda (1999–2003) a la gobernación se caracterizon por la paridad y la incertidumbre: solo 4215 votos de diferencia con los que obtuvo el hijo de Bussi. Tanto los bocas de urna como su reflejo en la prensa nacional quedaron en off side al día siguiente.

Un hecho que vale la pena destacar es la designación que Miranda haría para hacerge cargo de la cartera económica. La anecdota dice que cómo el ejecutivo nacional estaba gobernado por la Alianza, un acuerdo con el radicalismo hizo que José Alperovich -quién había sido titular de la comisión de Hacienda en la legislatura provincial (1995–1999) por la UCR- fuera quien ocupara ese rol, con el objetivo de tender mayores lineas de comunicación con la Casa Rosada.

El presisdente Eduardo Duhalde y el gobernador Julio Miranda

Hacia 2003, cuando el gobierno provisional de Duhalde atravesaba sus últimos meses, se preparaba la sucesión de Miranda. El partido, como en otras ocasiones, presentaba internas varias. Impulsado por Duhalde, Miranda optó por designar como delfín al senador nacional Alperovich (electo en 2001, tras su alejamiento del radicalismo en el contexto de la crisis de la Alianza).

Aunque Miranda pretendiera (como el “chirolita” en la relación Duhalde — Kirchner) seguir al mando una vez fuera de la gobernación, el victorioso Aperovich fue quien tomo las riendas del partido, el gobierno y la provincia en los siguientes tres mandatos.

Gobernador José Alperovich (2003–2015)

¿Y ahora?

Hace algunos meses hicimos una breve descripción de la foto que había dejado el proceso electoral de 2013 y marcabamos algunas cuestiones que empezaban a delinearse como perspectivas para este 2015.

Muchas cosa pasaron desde entonces. Puntearemos acá algunas de ellas:

  • El inicial acuerdo de Cano con el massismo se fue diluyendo a medida que se sucedían elecciones en otras provincias — “primeras vueltas”. El espacio del Frente Renovador se fue transformando casi en una iniciativa unipersonal de Vargas Aignasse (la tarcer pata peronista).
  • El oficialismo sigue impulsando la candidatura del vicegobernador Manzur y se alinéo fuertemente con la candidatura presidencial de Scioli.
  • El sector otrora kirchnerista comandado en la capital provincial por Amaya/Alfaro terminó de romper con el oficialismo provincial y selló un acuerdo (“del bicentenario”) con Cano.
  • El PRO, que había señalado límites de alianza en el kirchnerismo, mantiene su acercamiento con Cano — que acordó con los hasta ayer ultraKs. El acuerdo a nivel nacional entre Sanz y Macri empuja esta alianza para incrementar sus chances en la provincia frente al oficialismo.

Retomando los conceptos inicales, la estratégia del amayismo pordría pensarse bajo este esquema de elites partidistas en competencia por el control del partido.

La elite que lo conduce desde el año 2003 (alperovichismo) apunta a controlar la sucesión de la gobernación y no optó por la linea interna de sus ahora rivales. En función de las expectativas de estos últimos es que se da una alianza con el radicalismo.

la amenaza de la competencia electoral interna también obliga a los políticos del partido a sobrerreaccionar ante cambios en las preferencias de los votantes no peronistas, los cuales son usados como pivote para definir la interna. De este modo, cuando los votantes cambian sus preferencias políticas existen siempre facciones del partido compitiendo por anticipar estos cambios para controlar la dirección futura del partido” — Ernesto Calvo

La apuesta del amayismo será entonces apostar a la derrota del oficialismo, reteniendo para su espacio la intendencia de la capital (el pago a Alfaro), formar parte del nuevo gobierno provincial y ordenar al peronismo detras de su corriente interna.

De esta manera, se espera una elección muy polarizada, en la que el oficialismo apunta a maximizar los votos del interior de la provincia y la alianza opositora hacer lo propio en la Capital.

Viendo la información disponible para las últimas elecciones se destaca claramente que son Yerba Buena y la Capital los distritos donde peor le va al oficialismo y, consecuentemnete, mejor a la oposición.

Elecciones 2011. Categoría GOBERNADOR. Densidad del voto del Aceurdo Cívico y Soscial y el Frente para la Victoria. www.andytow.com

Mientras que en 2011 el oficialismo obtuvo el 57,2% y 59,4% respectivamente, en 2013 estos valores cayeron a 35,4% y 36,1%. Una mejor comparación debería resultar de la contrastación con los comicios de 2009 (ambas intermedias y para el mismo cargo electivo): mientras que en Yerba Buena — donde en las tres elecciones tuvo su peor performance- el oficialismo obtuvo el 41,7% , en la Capital de la provincia alcanzó un 43,4%.

Elecciones 2013. Categoría DIPUTADOS NACIONALES. Densidad del voto del Acuerdo Cívico y Social y el Frente para la Victoria. www.andytow.com

La alianza de Cano con Amaya, como se viene sosteniendo, busca entonces maximizar los votos radicales en estos dos distritos donde es más fuerte y tratar de capturar (retener?) la mayor cantidad de votos de la capital (amayistas? peronsitas? oficialistas?).

Si tuvieramos que comparar el actual escenario con alguna otra elección para Gobernador del periódo, me parece que lo más certero sería hacerlo con las de 1987: aquellas elecciones dónde la UCR obtuvo la primer minoría, el peronismo estaba dividido en dos grandes núcleos y emergía el bussismo.

Es cierto que la porción que representaba Fuerza Republicana en aquella elección es hoy sustancialmente menor (según algunas encuestas) . Y también que en esta oportunidad el peronismo opositor está formalizando una alianza — como se había intentando para frenar el ascenso de Bussi en 1995- con el radicalismo.

Por ello lo que se sostenga ahora será de caracter especulativo. La incongnita sobre la distribución de votos entre estas partes quedará para el día después de las elecciones. Si el amayismo logra retener como propios el grueso de los votos peronistas de la capital, y el bussismo mantiene una tendencia decresciente, las probabilidades de victoria del “Acuerdo del bicentenario” seran mayores.

Al contrario, si el alperovichismo mantiene bajo su óribita una parte del peronismo “urbano”, y la candidatura de Bussi le quita votos a la oposición, al necesitar una mayoría simple las chances del oficialismo son las que aumentan.

Las elecciones de 2015 son a la vez novedosas y clásicas: el resultado puede llevar por primera vez al radicalismo a gobernar la provincia, tras la concresión de un acuerdo formal (también por primera vez) entre una facción del peronismo con los boina blanca. Y de allí se deriva la constante: el peronismo, como señaló Ernesto Calvo, tiene una gran estabilidad electoral, pero también un gran dinamismo en la competencia entre sus elites.

Qué evidencia aportarán estas elecciones está por verse. Pero…el que gana conduce!

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tuQmano
El pago y la rosca

Politólogo. Nacido en Freiburg im Breisgaü. Criado como tuQmano. Educado como porteño. 4 años de chilango. De regreso. www.tuqmano.com