El secreto de las fosas comunes en la crisis de los refugiados

Episodio 3: Buscando a 243 personas que desaparecieron cruzando el Mediterráneo, descubrimos la estremecedora realidad de lo que le pasó a aquellos que perecieron en el mar.

Daniel Arbelo
13 min readJul 1, 2016

Ghost Boat 1 : 2 : 3 : 4 : 5 : 6 : 7 : 8 : 9 : 10

Fanus, una joven de Eritrea, cruzó desde Libia a Italia en un barco con más de 500 personas a bordo en octubre de 2013. Estaba dormida, junto a otros cientos de pasajeros en el casco de la nave, cuando esta empezó a hundirse.

«Recuerdo despertar en el agua sin saber lo que estaba pasando, traté de nadar, pero no podía. Empecé a chapotear como un perro. Cuanto más chapoteaba, más sensación tenía de que me estaba hundiendo», dijo.

«No veía a nadie moviéndose; todo lo que veía era un montón de cuerpos flotando y ninguno se movía. Entonces vi a un joven que me agarraba con fuerza en el cuello. En ese momento entendí que nos estamos hundiendo, los dos, y no tenía más remedio que luchar contra él para que me dejase ir. Miré hacia atrás y ya no podía verlo».

«Dondequiera que miraba veía muertos o personas que se ahogaban delante de mis ojos. Algunos estaban gritando, otros rezando, algunos diciendo sus nombres, preguntando por sus familias, el lugar de Eritrea de donde venían, enviando mensajes a sus seres queridos. No dejaba de oír los ruidos; el sonido de gritos y de llantos, los gritos, y aún más gritos se volvieron a oír de nuevo. Podía ver a las madres agarrando a sus hijos hasta que no podían más. Lloré, mirando a los cuerpos de las personas que conocía ... El peor momento que soy capaz recordar encontrarme los cuerpos flotando de bebés y niños».

«Confundida, desesperada, empecé a rezar por un milagro. Los ruidos de repente empezaron a desaparecer, las voces fueron cada vez a menos. El mar estaba más tranquilo, había menos movimiento. No podía ver nada, y por primera vez en mi vida me encontraba realmente sola. Pensé que era la única que queda en el mar. Decidí no mirar a los cadáveres: en ese momento entendí que la razón de la calma era que la mayoría ya habían muerto».

Fanus fue rescatada por la guardia costera italiana. Ella fue una de las poco más de 150 personas que sobrevivieron: otros 350 pasajeros murieron. El incidente fue conocido como la tragedia Lampedusa, un evento tan grande y tan evidente que de repente creó la voluntad política de poner en marcha una operación de búsqueda y rescate organizada en el Mediterráneo.

Los cuerpos del Lampedusa acabaron siendo recuperados, como en la mayoría de las tragedias que oímos hablar. Pero no todos los naufragios pueden ser contados por personas que sobrevivieron, como Fanus, o por los equipos de rescate que documentaron lo ocurrido. Y eso significa que hay incidentes de los que no hay información; cuerpos que aparecen en las playas alrededor de todo el Mediterráneo, son evidencia de estas historias que no se están contando. ¿Qué pasa con ellos?

Salah Eddine Bchareg and his crew watch the sea as they set out from the port of Zarzis, Tunisia. Salah Eddine Bchareg y su tripulación miran al mar mientras navegan camino al puerto de Zarzis, Túnez.

«Sencillamente no pueden desaparecer así, sin más», me dijo Yafet la primera vez que hablé con él. «Son humanos, tienen que flotar».

Su voz estaba tensa por la emoción: Se refería a la posibilidad de que el barco en el que se suponía que iban su esposa Segen y su hija Abigail se hundió en mitad del Mediterráneo. ¿Podían todos los pasajeros a bordo —al menos 243 de ellos— ahogarse y no dejar ningún rastro, sin ni siquiera dejar a sus familia una pista de lo que pasó?

«Es difícil de aceptar algo así», dijo.

«La misma semana que desaparecieron hubo dos accidentes en el mar, pero de esos dos si se tiene información. Hay algunos supervivientes, otros se ahogaron. Hubo otro barco en el que no sobrevivió nadie, pero se encontraron cuerpos flotando en el agua, y las familias al menos tenían ese consuelo. Pero si decimos que estas personas han desaparecido, si de verdad se ahogaron también, no pueden desaparecer así como así».

Tiene razón. Los barcos se hunden en el Mediterráneo y sus pasajeros se ahogan. De hecho, más de 20.000 personas han muerto en el mar Mediterráneo desde que la inmigración ilegal ha escalado a niveles similares a los de la crisis a mediados de la década de 1990.

A pesar de las operaciones de búsqueda y rescate, como Mare Nostrum —el esfuerzo de la marina italiana puso en marcha después de Lampedusa— o su sucesor, Tritón, no han cesado las muertes.

En 2014, año en el Ghost Boat desapareció, se calcula que 3.000 personas se ahogaron en las aguas entre el norte de África y Europa. Este año, la cifra de 3.000 ya se ha sobrepasado.

Pero todas estas tragedias suelen dejar algún rastro, incluso si no sobrevive nadie: hay cuerpos, escombros, los informes, los testigos. En agosto de este año, por ejemplo, un pesquero de arrastre que llevaba alrededor de 400 personas volcó a un kilómetro de la costa de Libia. Los cuerpos de alrededor de 200 personas salieron a flote en los siguientes dos días, incluyendo 40 que habían quedado atrapados en el casco del barco.

Identificar los cuerpos de los naufragios es un reto complejo. Los refugiados suelen viajar sin ningún tipo de documentación y los cadáveres a menudo acaban deformados por el tiempo que han pasado en el mar. Pero si hay cuerpos, rastros, ¿sería posible contrastar la información forense de los pasajeros del Ghost Boat? ¿Podría esto ayudar a averiguar qué pasó?

Durante dos décadas, los pescadores del puerto de Zarsis, al sur de Túnez y a unos 80 kilómetros de la frontera con Libia, han estado observando el movimiento de personas en todo este tramo de agua. Observando los barcos llenos de refugiados que pasan en la distancia —que a veces llegan hasta 1.000 personas en el periodo de un par de días— es algo que ocurre con demasiada regularidad para aquellos que trabajan en esas aguas.

No es raro para los pescadores ayudar a los barcos que se encuentran apuros. En esos casos se llama a las autoridades tunecinas e italianas y tratan de ayudar durante el rescate en la medida de lo posible.

A veces, sin embargo, no son barcos lo que se encuentran los pescadores. Son conscientes que cuando un cadáver flotando está cerca es porque el hedor de la muerte cubre el agua.

Houcine Mlich, pescador en el puerto de Zarzis, Túnez.

«Se puede oler a los cadáveres desde 800 o 900 metros de distancia», me contaba Salaheddine Bchareg, el robusto y bronceado capitán del barco con una canosa barba, mientras nos sentamos con un grupo de pescadores en un pequeño café en el puerto Zarsis.

En el pasado —antes de Lampedusa, antes de la reciente ola de migración y refugiados— no se llevaban a cabo operaciones de búsqueda y rescate. Fallecían menos personas, sin embargo encontrabas más cuerpos flotando en el Mediterráneo porque nadie le daba ninguna importancia.

«En el período que cubre hasta 2003 fue el punto crítico en la aparición de cadáveres flotantes. La cantidad de cuerpos que veíamos y el olor, era algo horrible... No puedo describir el olor. En realidad nunca he olido algo tan repulsivo», dijo Bchareg.

Salah Eddine Bchareg, presidente de la Asociación de Pescadores de Zarzis.

Llegado a un punto, los pescadores dejaron de trabajar en una zona del mar donde se concentraban los cuerpos. Cuando las operaciones de búsqueda y rescate se iniciaron en 2013, la situación empezó a mejorar. Cuanto más cercanas son las operaciones de búsqueda y rescate a Libia, menor es el número de cadáveres encontrados.

Sin embargo todavía siguen ahí, los cadáveres flotando en el mar —hinchados, descoloridos, en descomposición y a veces sin los dedos, los brazos, o incluso sin cabeza—. Uno a uno, o en grupos, son arrastrados hasta las costas de Túnez y Libia, o pescadores se topan con ellos flotando en aguas abiertas.

En Túnez, la playas del norte y sur de Zarzis son los lugares más comunes para que los cuerpos aparezcan. Entre junio y principios de julio de este año, más de 70 cadáveres fueron recuperados del agua o encontrados en la orilla. Esta situación se ha dado durante años.

Tal vez algunos de los cadáveres no contabilizados que llegaron en Túnez en 2014 podría proporcionar alguna pista sobre lo que ocurrió con el barco fantasma y sus pasajeros. Me dirigí a Zarzis para tratar de averiguar algo.

Fouad Gamoudi, coordinador del proyecto para Médicos sin Fronteras, establece un programa de entrenamiento de búsqueda y rescate para los pescadores de Zarzis.

La noche que llegué, me encontré con Fouad Gammoudi, el jefe de los Médecins Sans Frontières (Médicos Sin Fronteras) en la misión de Túnez y Libia. MSF lleva a cabo programas que enseñan a los pescadores, guardacostas y a otros cómo llevar a cabo y ayudar en los rescates y encargarse de los cadáveres.

Sentado en una mesa en el patio de la base de operaciones de MSF, Gammoudi puso algunos videos en su portátil. En uno había varios cuerpos en una playa. Las caras eran esqueléticas, la piel se había descompuesto. La escena cambia. Trabajadores de protección civil desdoblaban una zodiac de goma que se había desinflado y que había llegado a la orilla. En el interior, un cuerpo tumbado con el estómago inflado junto a una bolsa con objetos personales.

En otro video, un buque guardacostas de Túnez se detiene en el muelle con un cuerpo hinchado, y en descomposición atado a una estribo en la parte posterior. El color de la piel estaba tan distorsionado que era imposible saber si la persona era negra, marrón o blanca. Los pantalones de chandal, sin embargo, seguían siendo de un color azul eléctrico y con unas letras blancas por el lateral claramente legibles.

«Algo tan pequeño como lo que está escrito en los pantalones, cualquier signo de si es un hombre o una mujer, a veces puede ser decisivo para identificar a una persona», dijo Gammoudi, apuntando a la pantalla. Una imagen de los dientes o una bolsa de pertenencias personales también pueden proporcionar información esencial.

¿Estaban las autoridades en Zarzis —o de cualquier otro lugar en Túnez o Libia— llevando registros de los cadáveres recuperados del mar para que pudiese ayudar a identificar los cuerpos?

«En 2014 no había nada, realmente no había nada acerca de la identificación o gestión de ningún tipo de los cuerpos», dijo Gammoudi.

Entonces, ¿qué se está haciendo con los cientos de cuerpos que se han llegado a la orillas de Zarzis?

«Por ley se debería poner un cadáver en una ambulancia, pero el gobierno no te da la autorización y la gente está en contra de esto», me contó Mohamed Trabelsi, un voluntario del comité de gestión de cuerpos la Media Luna Roja de Túnez.

Las autoridades estatales no están interesados ​​en asumir la responsabilidad de encargarse de los cuerpos, por lo que la tarea recae en las autoridades locales.

Una sensación de miedo y repulsión rodea todo el proceso. La gente no quiere que los cuerpos se guarden en la misma morgue como lo harían con sus familiares, e incluso si se hiciese, la morgue de Zarzis sólo tiene la capacidad para seis cadáveres. A veces, hasta 30 cuerpos llegan a la vez.

La morgue del Hospital General de Zarzis tiene la capacidad para seis cadáveres . Por lo general, los cuerpos que llegan a tierra se llevan directamente a una fosa común en las afueras de la ciudad.

Si se llevan al hospital, el olor y el miedo a la enfermedad enfurece a ciudadanos locales. No quieren que esos cuerpos sean enterrados en los cementerios de la ciudad.

Sin acceso a una ambulancia, o al almacenamiento, o un lugar válido para enterrarlos, los cadáveres se tiran en un camión de basura municipal y son llevados directamente a una parcela de tierra que está sin utilizar unas cinco millas en las afueras de Zarzis, este lugar ha sido elegido como cementerio por lo local autoridades.

«Los cuerpos están enterrados a montones. Solo cavan y los tiran a la fosa», dijo Trabelsi.

Legalmente, hay que enviar un informe a la oficina del fiscal general cuando se encuentra un cadáver. Sin embargo, un médico que se encarga de inspeccionar los cuerpos me comentó que sólo se toman en consideración tres aspectos: si hay signos de violencia en el cuerpo, la causa de la muerte y cuándo ocurrió. Se realiza la inspección, ya sea el lugar donde se encontró el cuerpo, o de camino hacia el cementerio. No se sacan fotografías y no se hace una grabación acerca de los detalles físicos que pueden ayudar con la identificación del cuerpo en un futuro.

El cementerio de las afueras de Zarzis es una estéril y polvorienta tierra llena de basura y rodeada por pequeños y sucios muros. Dos pilares de piedra están de pie en la entrada. No hay ninguna señal física —no hay lápidas o tumbas marcadas— que señalicen que este es un lugar donde están enterrados los cuerpos.

Otra parcela de tierra que sostiene las fosas comunes se vislumbra en la distancia. Fue utilizado hasta 2011, cuando el agua salada comenzó a filtrarse en la tierra seca, lo que hace imposible enterrar cuerpos allí. «Hay cientos de personas enterradas en ese», comentaba Shemseddine Marzouk, otro voluntario del MLR que nos llevó hasta el cementerio.

Estando en el nuevo cementerio, Marzouk señaló a las marcas recientes de tractor en la tierra. Un cadáver sin cabeza que apareció en la costa hace menos de una semana fue enterrado allí.

Continuó señalando parches indistinguibles y montículos de tierra. En ese lugar, me dice, 14 personas están enterradas. En ese otro, hay dos —o tal vez cuatro—. Hendiduras leves en el suelo, donde la suciedad se hundía en torno a los cuerpos son el único signo distinguible de las tumbas.

La Media Luna Roja de Túnez, con el apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja, está trabajando en formas para cambiar este sistema. Quieren construir tumbas individuales, comprar equipo para encargarse adecuadamente e inspeccionar los cuerpos, y registrar la información necesaria para la futura identificación del cuerpo. Pero nada de esto estaba en marcha cuando el Ghost Boat desapareció, y aún sigue sin estarlo.

Trabelsi se muestra escéptico de que un sistema mejor aparezca a corto plazo ya que no hay voluntad por parte de las autoridades. La situación le frustra.

«Para mí, estos cadáveres son personas que tienen derechos humanos. Deben ser tratados con respeto. Después de todo, nunca sabemos cómo pueden cambiar nuestras vidas y podemos acabar como ellos».

Caminando sobre el anodino suelo, me estaba imaginando los cuerpos enterrados, amontonados bajo mis pies. Esos cadáveres tenían una identidad: eran personas. Y esas personas tenían familia, amigos, seres queridos, tal vez los niños, que, al igual que las familias del Ghost Boat, se encontraban en el limbo —suspendido por insistentes preguntas.

Si el Ghost Boat se hundió, tal vez uno o más de los pasajeros fueron enterrados en este lugar desolado —o en otro cementerio de refugiados desconocido como este a lo largo de las costas Túnez y Libia.

Al hablar con los pescadores en el puerto anterior, uno de ellos me dijo: «Los cuerpos que ahora encontramos de cuando en cuando, pueden ser los cuerpos de las personas que estás buscando. Es probable que lo sean. Esos cuerpos, obviamente, han estado en el agua durante un buen tiempo».

Dada la extensión del mar entre Libia, Túnez e Italia y el volumen de personas que lo cruzan —y fallecen— parece más bien una posibilidad remota. Pero al no haber ningún registro de información forense, ¿cómo sería posible saber esto algún día? ¿Cómo puede haber alguna esperanza de llegar al final de esta situación?

En Libia, la situación es aún peor. Muchísimos más cadáveres son arrastrados a esta orilla que a la de Túnez. Los conflictos armados y la disolución de la autoridad política central hace que sea aún más difícil hacer un seguimiento de los números, documentar las pruebas forenses, y de enterrar los cuerpos con cualquier tipo de control. Entre 2013 y 2014, sólo había una persona en todo el país inspeccionando los cuerpos de las personas que se ahogaron en el mar —y según me dijo Gammoudi, era un veterinario de MSF—. Este año, nadie está haciendo el trabajo.

En Italia, el programa Mare Nostrum ya no está en marcha —Tritón, su reemplazo, tiene un alcance más limitado— pero hay esfuerzos para seguir rastros forenses. Un laboratorio de la Universidad de Milán está construyendo una base de datos de ADN y otras pruebas de los incidentes en el Mar Mediterráneo, con el fin de rastrear e identificar a las personas desaparecidas. Pero las cosas están avanzando lentamente: tienen todavía que identificar a casi 200 de los que murieron en el naufragio cerca de Lampedusa hace dos años.

Al contemplar la situación, empecé a pensar de Segen y Abigail nuevo. Una foto que me envió Yafet me vino a la mente. Sus dos hijas estaban sentados en una pequeña tina. Shalom, la mayor, estaba lavando a Abi con una esponja. Los ojos de Abi estaban fijos en la cámara. Una sonrisa, revelando pequeños dientes blancos, cubría toda su cara. Las palabras de Yafet hacían eco en mi mente: «No pueden desaparecer de esta manera sin más. Son humanos, tienen que flotar».

Dada la ausencia de registros forenses, pensé, ¿dónde podemos pasar ahora a buscar evidencias de lo ocurrido con el Ghost Boat? ¿Seguiría viva la feliz niña feliz de la imagen?

Necesitamos tu ayuda para descubrirlo.

La parte frustrante es que no sabemos lo que ocurrió, o dónde se encuentran las personas del Ghost Boat a día de hoy. Así que estamos examinando todas las pruebas para tratar de encontrar respuestas —y pidiendo tu ayuda.

En este momento estamos examinando el movimiento de los barcos en la región y buscando información sobre la salida del barco mientras tratamos de precisar las posibles zonas de búsqueda.

Puedes hacer algo desde ya.

Esta historia fue escrita por Eric Reidy junto a Meron Estefanos. Editada por Bobbie Johnson, contrastada por Rebecca Cohen y revisada por Rachel Glickhouse. Dirección de arte por Noah Rabinowitz. Fotografía y vídeo por Gianni Cipriano. Cinemagraphs por Sam Cannon. Traducción de Daniel Arbelo.

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