«Al principio los traficantes eran más humanos. Pero cada vez torturan más»

Episodio 5: «Los testigos creen que nuestro intento de encontrar a los 243 refugiados está llegando a un callejón sin salida. Es hora de probar un enfoque distinto».

Daniel Arbelo
16 min readSep 1, 2016

Ghost Boat 1 : 2 : 3 : 4 : 5 : 6 : 7 : 8 : 9 : 10

Berhane Isayas.

«Esta es nuestra embajada extraoficial», me decía Berhane Isayas, gesticulando en el bar en el que estábamos sentados. A primera vista, este café de Milán era como cualquier otro de Italia con estanterías llenas de botellas apiladas a lo largo de la pared del fondo y un barman ocupado en la máquina de café.

Pero hastá ahí llegaban las similitudes. Se podía leer un cartel en triguiño sobre la puerta anunciando «Eritrea» y en las paredes había pinturas que representan escenas simples y bucólicos de las mujeres de piel oscura con el pelo trenzado haciendo referencia a la vida diaria del pueblo. En el techo se podía ver, estando a contraluz, un mapa gigantezco hecho en madera del país. Era una fría tarde de viernes y una docena de hombres eritreos estaban sentados alrededor bebiendo té, café y cerveza. No había italianos a la vista.

Al igual que muchas de las personas con las que he hablado durante el curso de esta investigación, la vida de Berhane se ha visto afectada de forma espectacular y permanente por la desaparición del Ghost Boat. Su hermana, un tío y un primo se desvanecieron con otros 240 pasajeros a bordo del barco fantasma finales de junio de 2014.

Durante los dos últimos meses, su nombre es una constante en la bocas de otros miembros de la familia con los que he hablado. Me dijeron que había ido más lejos que nadie en su propia búsqueda de la verdad, que tenía más información que cualquier otra persona acerca de lo sucedido, que era el que más conocimiento tenía sobre los contrabandistas involucrados.

Después de que la misteriosa llamada de teléfono de Túnez resultase ser un callejón sin salida, fui a buscarlo.

Cuando nos conocimos por primera vez estaba serio y calmado. Su pelo era largo y ondulado, lo tenía recogido con una coleta. De vez en cuando su rostro mostraba una sonrisa contagiosa pero sus ojos se mantenían constantemente serios, concentrados.

Berhane, que había cruzado desde Libia a Italia en 2008, era un contacto importante para muchos de los pasajeros del Ghost Boat. Al menos 120 de las personas que debían encontrarse a bordo tenían su número de teléfono. «Cuando un barco sale de la orilla de Libia y está en el mar, llaman a un número de teléfono en Italia para que esa persona pueda ponerse en contacto con los servicios de emergencia si fuese necesario», dijo, desplazándose a través de la pantalla de su teléfono móvil y mostrándome los mensajes con coordenadas de GPS que se envían desde otros barcos. En el caso del Ghost Boat, se suponía que Berhane era esa persona de emergencia.

En la noche del 26 de junio, habló con su hermana, Tsegereda, que tenía 30 años en ese momento. Al igual que los otros miembros de la familia, ella le dijo que estaba en una granja a las afueras de Trípoli esperando para partir. No supo nada nuevo hasta que llamó en la mañana del 28 de junio. Measho Tesfamariam, que ahora se encuentra encarcelado en Italia, contestó al teléfono. El barco había partido alrededor de las 4 a. m. y él le dijo: «Ellos te verán en Italia».

Pero Berhane no recibió ninguna llamada del barco ni un mensaje con sus coordenadas para iniciar un rescate. Esto era extraño. Sin embargo, el 30 de junio Measho le llamó para felicitarlo: El barco, dijo, había llegado con éxito a Italia. «Yo le creí al principio», me comentaba Berhane mientras sonreía entristecido.

Dos días más tarde, cuando no había oído nada, Berhane llamó a Ibrahim —el jefe de la red de contrabando— pidiendo respuestas. Ibrahim empezó a divagar con las mismas historias que todos los demás habían oído. Pero Berhane no le creyó. Sabía que algo raro había sucedido y presionó a Ibrahim para que le explicase por qué no había recibido una llamada o un mensaje con las coordenadas del barco.

Un SMS con las coordenadas geográficas de un barco de migrantes en peligro, enviado desde un teléfono satélite a Berhane Isayas .

Ibrahim dijo que no le había dado a este grupo un teléfono por satélite. Fue una enorme señal de alarma; los barcos salen siempre con teléfonos por satélite. Es la forma que tienen de llamar para iniciar un rescate una vez que están lo suficientemente lejos de la costa de Libia. «Ésta es una de las cosas que habrían confirmado si realmente partieron», dijo Berhane. La ausencia del teléfono por satélite era tan extraño que hizo parecer cualquier cosa plausible. «Creí que Ibrahim había vendido a la gente [como esclavos]», me dijo.

Berhane exigió respuestas y luchó con Ibrahim por teléfono. Pero Ibrahim ni se inmutó. «Ibrahim me dijo que no tenía miedo de los eritreos. Dijo que somos como animales domésticos, como gatos... Básicamente, se lavó las manos de la situación porque los eritreos no tienen ningún gobierno o embajada que pudiese preguntar qué pasó con ellos».

Ibrahim puso fin a la conversación, pero Berhane se mantuvo en contacto con Measho. Así que cuando Measho cruzó hacia Italia unos meses más tarde, en septiembre de 2014, Berhane sabía que había llegado. Consiguió su número de teléfono y pidió a Measho verse en la estación de tren de Bolonia, pero Measho evitó el encuentro.

Berhane empezó a recoger toda la información posible para localizar a Measho. Sabía que había llegado a Alemania, y se lo dijo a un fiscal italiano que estaba trabajando en un caso contra los eritreos que participaban en una red de contrabando. Berhane presentó un testimonio escrito al fiscal para apoyar en el caso de extradición de Measho. Más tarde, Measho fue detenido y enviado de vuelta a Italia para enfrentarse a juicio.

«Estoy contento de que fuese arrestado porque es un traficante», dijo Berhane. «Pero esto no soluciona el problema».

Como todo el mundo que buscaba el Ghost Boat, él todavía quería saber qué pasó con sus familiares. Hasta que lo haga, la ausencia de una respuesta seguirá siendo una herida abierta.

Hacia el final de la conversación, le pregunté si sentía que se estaba acercando a averiguar lo que pasó. Mantuvo el pulgar y el índice hacia arriba —dejando sólo una pequeña porción de espacio entre ambos—. «Así de cerca», dijo. Pero la información que le faltaba era precisamente la información que todavía estabamos buscando los dos.

Berhane había reunido una cantidad de información impresionante sobre los movimientos y la vida personal de los contrabandistas responsables del Ghost Boat. Pero a pesar de eso, se sentía como si nos encontrásemos en el mismo callejón sin salida. Mientras hablábamos, me di cuenta de que la información que faltaba, la información que a Berhane le faltaba, la información que le faltaba a todo aquel que había investigado el Barco Fantasma era algo increíblemente básico como frustrante. Garabateé en mi cuaderno las dudas principales del misterio:

  • Después de que dejasen la granja a las afueras de Trípoli, la gente que iba en el Ghost Boat, ¿dónde se suponía que debían embarcar: en Trípoli o Zuwarah?
  • ¿Realmente llegaron a la costa y embarcaron?
  • Si lo hicieron, ¿qué pasó con el barco después de que dejase la costa?
  • Si no lo hicieron, ¿qué causó la desaparición de la gente?

Esas cuatro preguntas contienen todo el misterio, pero la búsqueda de las respuestas sería difíciles. Necesitaba consejo.

Dr. Alganesh Fisseha.

Ala mañana siguiente yo estaba en otro café típicamente italiano, esta vez sin la decoración Eritrea. La Dr. Alganesh Fisseha se sentó al otro lado de la mesa frente a mí. Su pelo negro y lacio caía sobre una cinta que enmarcaba su cara ligeramente arrugada. Llevaba un jersey de gran tamaño para protegerse contra el frío de la pequeña caminata que había desde su apartamento al otro lado de la calle.

El activismo político de Alganesh se remonta a la guerra de Eritrea por la independencia de Etiopía, una lucha que dominó la vida en el país hasta el año 1991. El hecho de que la nueva e independiente Eritrea se tornase hacia una dictadura, ha llevado a que se desilusionase con la política. Durante la última década, se ha dedicado a servir a las necesidades de una diáspora vulnerable y en expansión: los cientos de miles de personas que se ven empujadas al exilio por el aumento de la represión.

Berhane me había dirigido a Alganesh porque ella también había investigado el misterio del Ghost Boat. Su experiencia era enorme. Tal vez podría ofrecer perspectiva y orientación.

Describió el éxodo de Eritrea como una corriente cada vez más grande y que iba cogiendo fuerza con el tiempo. Donde se encontrase una grieta o una abertura —la posibilidad de una vida mejor— la gente hallaría su camino para atravesarla. Cuando una opción desaparece, la corriente se desplazaría hasta que encontrar la siguiente apertura.

Por ejemplo, el primer destino para muchos eritreos fue Israel. Es un país accesible por tierra que tenía una imagen occidental. A partir de la década de 2000, decenas de miles de eritreos cruzaron desde Sudán a Egipto e hicieron una caminata a través del desierto del Sinaí para tratar de encontrar un refugio seguro.

En lugar de ello, llegaron en un país que trató de hacer su vida tan miserable que preferirían «auto-deportarse». El gobierno israelí incluso ofrece a los solicitantes de asilo dinero para salir. ¿La alternativa? Quedarse y enfrentarse a las restricciones de viaje, al acoso policial, y a ser retenidos en un centro de detención en el desierto.

Desesperados, la gente todavía acudía en masa al país. Pero a medida que la cantidad de gente que cruzaba el desierto crecía, los contrabandistas se volvían cada vez más siniestros y brutales.

«Al principio, los traficantes eran más humanos», me dijo. «Luego, lentamente, comenzaron torturar, a violar. Comenzaron a vender órganos. Vieron que era una buena fuente de ingresos». Se pasó la mayor parte de la última década viajando a la Sinaí intentando liberar eritreos capturados y documentar los horrores que tienen lugar para que la comunidad mundial puediese ver que eran reales. Todavía hay quien duda.

Más tarde, sentada en su cocina y bebiendo té de cardamomo, pasa la páginas de los álbumes de fotos con las evidencias que había recogido. Habían camillas mortuorias con cuerpos de jóvenes, estaban abiertos en canal y habían sido crudamente cosidos otra vez para la extracción de órganos. No parecía que hubiese ninguna intención de tratar de mantenerlos vivos. Les sacaron los ojos para vender las córneas. En su mayoría hombres jóvenes, sus cuerpos habían sido mutilados en la plenitud de su vida.

Las imágenes iban mucho más allá de los límites así que era fácil ver por qué la gente prefiería creer que estos actos no eran reales. Pero allí estaban. Página tras página de horror, muertes grotescas con fines de lucrativos.

Nadie —ni el gobierno egipcio, ni los israelíes, ni el Parlamento Europeo— quería admitir lo que estaba ocurriendo en el Sinaí. Pero sabían que la diáspora de Eritrea estaba ocurriendo. Las historias de los supervivientes llegaban poco a poco.

Aún así, el flujo de personas no paró hasta que Egipto intensificó las operaciones militares contra los militantes islámicos en el Sinaí e Israel construyó un muro fronterizo en 2013. En ese momento, según las estimaciones de Alganesh, miles ya habían muerto. Y Libia ya se había convertido en la vía principal.

«Intentaron [el Sinaí] y luego se abrieron un nuevo camino a través de Libia. Y si Libia se detiene, van a encontrar una nueva opción», dijo. La ONG para la que trabaja, Gandhi, ya está manejando casos de refugiados eritreos detenidos en Alejandría, Egipto, por intentar cruzar el Mediterráneo a partir de ahí.

En todos los casos que ha presenciado durante la última década, en medio de todo el horror y la tragedia, el del Ghost Boat destaca. Es la primera vez que ha oído hablar de un gran grupo de personas desaparezcan sin dejar rastro. «Es imposible que desapareciesen sin más», dijo.

Las familias de las personas desaparecidas contactaron con Alganesh cuando el barco no llegó a Italia. Ella buscó una respuesta a lo sucedido a través de sus contactos en Túnez, Malta e Italia. Pero nadie tenía ninguna información. Su búsqueda se quedó atascada en el mismo lugar que la de Berhane, mismo lugar en la que quedó la de Meron Estefano y la nuestra.

A pesar de que habíamos investigado el origen de la llamada telefónica desde la cárcel tunecina a Riadh y a su padre —buscando la respuesta a una pregunta que había sido un misterio antes—, no terminó de acercarnos a la verdad de lo que le ocurrió al Ghost Boat. A pesar de eso, habíamos hecho progresos, pero nos estabamos quedando atascados en el mismo lugar que todos los demás.

«La historia es muy confusa y todos estamos dando vueltas y vueltas sobre lo mismo», dijo Alganesh.

Una forma con la que podríamos hacer un gran avance sería averiguar si las fuentes que conocemos tenían más pistas, más información. ¿Qué más podemos encontrar? ¿Quién podría saber algo más?

«La persona que envió el barco está en prisión en Italia», dijo Alganesh. «Es es la única persona que podría saber si el barco se hundió o no».

Se refería a Measho. ¿Pero hablaría? ¿Seríamos capaces de encontrar la información que ayudara a averiguar qué pasó con el Ghost Boat en el caos de Libia y en el enmarañado mundo del tráfico clandestino?

Mientras nuestros esfuerzos se han centrado en la búsqueda de las respuestas a estas preguntas, la investigación ha ido avanzando en otros frentes. Mientras que he estado persiguiendo las fuentes de información sobre la situación en Túnez e Italia y he estado hablando con las familias, algo más ha estado ocurriendo, añadiendo profundidad y amplitud a nuestra investigación, situándonos en una posición en la que potencialmente podemos avanzar más allá de este punto muerto. Nuestros lectores —las mismas personas que están leyendo esta historia en este momento— han estado tratando de construir su propia versión de lo que podría haber ocurrido, a partir de datos, información pública, e investigación sólida.

A diferencia de Berhane, Meron o Alganesh, la mayor parte de los colaboradores de la investigación abierta no tienen una conexión directa con el Ghost Boat, o incluso con la diáspora de Eritrea. Vienen de orígenes bastante amplios y de todas partes del mundo: los EE. UU., Canadá, Francia, Italia, Países Bajos, Polonia y otros lugares.

Entre ellos han filtrado grandes cantidades de datos y han encontrado una enorme cantidad de diferentes rastros de prueba —algunas pequeñas, otras grandes—, que nos puede ayudar a construir una representación más precisa el paradero del Ghost Boat.

Está Kirk Pettinga, un desarrollador web en Bangkok, que encontró cerca de 250.000 líneas de datos del seguimiento de barcos durante el período de dos días cuando el barco se perdió en la región de interés. La información que desentrañó especifica las posiciones de los buques registrados que pueden haberse cruzado en el camino del Ghost Boat. Todos estos datos se están marcando ahora mismo para ver si se revela algún indicio sobre lo que puede haber sucedido en el Mediterráneo.

«Trabajo constantemente con software de mapeado en mi trabajo», dijo. «Tomar los datos geográficos, trazar un mapa, y dar con maneras de interactuar con él es algo que me parece muy interesante».

«En Bangkok tenemos una gran cantidad de refugiados de Pakistán, Myanmar, y partes de África central», añadió. «He conocido a unos pocos y los retos a los que se enfrentan al venir aquí son complejos y llevan mucho tiempo, y creo que esto ocurre para todos los refugiados independientemente del lugar».

Otro lector, Ross Whiteford de Toronto, ha estado examinando cuidadosamente casi todo, pero estaba especialmente entusiasmado por todo un tesoro de informes de inteligencia que descubrió hace varias semanas. Su corriente de pensamiento actual es muy similar a la de Berhane —quizás nunca llegaron a embarcarse después de todo—. Pero Whiteford, que nació en Escocia y se trasladó a Canadá, sigue examinando todos los frentes disponibles.

«Yo mismo soy un inmigrante, y aunque me he llevado una experiencia muy privilegiada, es algo que me toca la fibra sensible», dijo.

Muchas de las personas que participan no tienen experiencia, pero son capaces de aprovechar su naturaleza inquisitiva para ayudar a las familias del Ghost Boat; un lector en Italia, por ejemplo, ha estado buscando un posible testigo en un pueblo cercano. Otros, por su parte, son expertos con conocimientos específicos: periodistas, abogados, geógrafos.

Cécile Debarge, una periodista francesa afincada en Sicilia, ha informado ampliamente sobre la crisis de refugiados. Se ofreció para averiguar más acerca de la causa contra los contrabandistas en Catania.

«Inmediatamente quería involucrarme ya que ya había hecho una serie de informes sobre la situación en España, Grecia e Italia, conociendo a gente en las fronteras, tratando de devolver la dignidad a los inmigrantes muertos y sus familias. Y sé lo que les importa saber la verdad», explicó.

«Me enteré mientras estaba informando de que estaba siendo un auténtico calvario saber lo que pasó. Se trata de la responsabilidad de los contrabandistas, por supuesto, pero también se trata de nuestra responsabilidad colectiva por no ser capaces de permitirles llegar de otra manera a Europa».

Cyril Chen, otro lector de Toronto, pasó algún tiempo traduciendo documentos de la corte italiana a través de Google Translate y filtrándolos para futuras fuentes potenciales de información. Comentó que su motivación para unirse fue algo tan pequeño como las fotografías de alimentos para bebés y pañales.

«El artículo del Comité Internacional de Rescate “¿Qué hay en mi bolsa?”, incluye una foto de las pertenencias de una familia de refugiados, algunos de los elementos de la misma son objetos para el cuidado del bebé», dijo por correo electrónico. «Es algo bastante común en occidente —no sólo en las tiendas, sino en nuestros propios hogares—. La crisis está lejos, pero los refugiados son como nosotros y tienen las mismas necesidades básicas que nosotros. ¿Qué familia no querría proteger a sus pequeños, a su propio bebé?»

Natalia Ossowska de Varsovia, Polonia, dice que sus principales herramientas han sido Google y algunas palabras clave. Su motivación es tratar de ayudar a encontrar respuestas, tanto para las familias del Ghost Boat como para aquellas personas que puedan cruzarse con la historia con preguntas y opiniones sobre la inmigración.

«Después de leerlo», dijo ella, «sabía que tenía que ayudar de alguna manera y así mostrar [a Yafet] que hay personas que se preocupan por él, por Segen y por todos los demás. Espero que al menos una persona, que ahora quiere construir muros en el mundo, cambie de opinión, porque incluso esta única persona podría marcar la diferencia».

Chen es uno de los muchos que se unió al esfuerzo ya que le permitía ayudar aunque fuese un poco con tal de tratar de arrojar luz sobre un problema mucho más grande.

«Cuando apareció el primer artículo del Ghost Boat, pidiendo ayuda, se dio la oportunidad de ir más allá de lo normal», dice. «Crowdsourcing la investigación permite que personas con todo tipo de habilidades puedan contribuir, usando habilidades que en situaciones de rescate normales no entrarían en juego».

Hasta el momento, la investigación impulsada por la gente nos ha ayudado a entender algunos de los elementos vitales que son más difíciles de conectar con los informes sobre el terreno. Junto a los datos de los buques, los informes de inteligencia, y los documentos de la corte, los lectores han mapeado los objetos en el mar, encontrado la información de contacto de fuentes de información vitales y comenzado la creación de una base de datos con términos de búsqueda sociales.

Y luego está la ciencia. Hace unas semanas, Vicente Rossi, oceanógrafo del Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos de España, se puso en contacto. A medida que más información se presenta, él está preparándose para modelar los posibles patrones de deriva del posible incidente que pudo tener lugar con el Ghost Boat.

Quizás haya una pista sobre algún lugar de la costa en el que pueda haber acabado una pista, y cuándo. Incluso sabiendo que la cadena forense en el norte de África es un auténtico desastre, tal vez podemos hablar con los locales para encontrar informes consistentes sobre los hechos.

Pero en el momento crítico, si llega, puede que no sea simplemente de los datos en sí: un enfoque más acertado de los mismos podría tener un resultado un poco más fructífero. Cuando se juntan estas pistas y rediriges la búsqueda con la información que estamos encontrando de la zona —un lugar de partida, una ruta de navegación, datos de envío, la fotografía por satélite, oceanografía— de repente acaba mostrando algo con bastante más fundamento.

Un mapa de los movimientos de un barco de carga durante los dos días en los que el Barco Fantasma desapareció. Cortesía de Kirk Pettinga.

Al final, sin embargo, todos estos temas —hablar con los contrabandistas, o con los que han sobrevivido a otras actividades de la Tokhla, o incluso en nuestra investigación colaborativa— finalmente apuntan a un solo lugar: Libia.

Así que muchas de las preguntas que he garabateado en mi cuaderno mientras hablaba con Berhane se refieren a lo que estaba ocurriendo en Trípoli y Zuwarah entre el 27 y el 29 de junio de 2014.

Es otra tarea desalentadora. Libia es una zona de guerra activa dividida entre los gobiernos rivales y, a nivel local, el territorio está fragmentado entre docenas de milicias. Después de cuatro años de conflicto, la anarquía se ha convertido en la norma.

Pero si vamos a avanzar en la investigación, más allá del punto en el que todos los que han investigado se han quedado atascados, esto es lo que vamos a tener que hacer.

Esta historia fue escrita por Eric Reidy. Fue editada por Bobbie Johnson, comprobada por Rebecca Cohen y corregida por Rachel Glickhouse. Dirección de arte de Noah Rabinowitz. Fotografía de Gianni Cipriano para Medium. Traducción de Daniel Arbelo.

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