Convergencia (I)

Rotores

Cartas desde el suelo
EÑES
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3 min readJan 2, 2018

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El viento mueve la niebla que abraza la ladera de la montaña, a través de su etéreo manto, una figura repta despacio por la pared de roca. Sus manos metálicas encuentran un saliente que parece estar tallado en mitad de la piedra que compone la ladera. Otra fuerte ráfaga de viento vuelve a sacudir el lugar con violencia despejando la niebla del todo mientras la figura permanece inamovible aferrada a la roca como si estuviera clavada a ella. Cuando el viento cesa, empieza a tantear la zona hasta que encuentra un lugar donde asirse con seguridad: el borde de una cavidad demasiado bien definida como para haberse producido de forma natural. Como con un resorte, sus brazos impulsan su cuerpo hacia el hueco como si volara hasta su interior.

Un hombre con unas extrañas gafas de piloto al que le rodea una especie de armazón de hierro clava sus pies en el firme del hueco de la montaña. Echa un vistazo a la pared de roca que tiene frente a él, se quita un guante compuesto de piezas metálicas móviles y palpa la pared despacio con su mano desnuda.

«Debe de ser esto», murmura mientras mueve el dedo índice por una grieta.

El hombre vuelve a ponerse el guante y abre un pequeño compartimento que tiene en el antebrazo del armazón que lleva puesto. En su interior hay una serie de ruedas de ajuste que empieza a manipular. A continuación saca dos extrañas placas metálicas en forma de L de una pequeña bandolera que lleva atada a la cintura. Fija las placas a las muñecas de su armazón de forma que las palmas de sus manos queden sobre la parte de la escuadra que ha anclado, flexiona un poco las piernas, coloca los bordes de las placas en la grieta apretando para que estos se introduzcan lo más posible y, adoptando una pose extraña con los brazos, presiona dos botones que tiene en sendos guantes metálicos entre los dedos índice y pulgar. Cuando hace esto, el armazón de los brazos hace un chasquido seco y de la parte exterior que cubre sus piernas salen dos pequeñas picas que se clavan firmes en el suelo, a continuación, dos pequeños rotores situados en los hombros del extraño armazón comienzan a girar muy despacio emitiendo leves chasquidos. En unos instantes la grieta empieza a ensancharse mostrando un hueco oscuro. Una racha de aire sopla del interior de la cavidad. Cuando la abertura tiene un ancho suficiente, el hombre vuelve a pulsar los botones de sus guantes, las picas se vuelven a recoger dentro de las piernas del armazón y sus brazos hacen de nuevo un chasquido que permite al hombre moverlos con soltura. Tan pronto como los mueve, retira las placas de las muñecas de sus anclajes y las vuelve a guardar. Asoma un poco la cabeza dentro de la oscuridad que tiene ante él, pulsa un botón dentro del cajetín del antebrazo y una luz se enciende en el pecho del armazón, cierra el cajetín y se adentra en el interior de la grieta. Antes de desaparecer en la oscuridad, una sonrisa se dibuja en su cara.

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